“Si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el
altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja tu
ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces
vuelve a presentar tu ofrenda”.
12 DE
FEBRERO
VI DOMINGO
DEL TIEMPO ORDINARIO
1ª
Lectura: Eclesiástico 15,16-21
No mandó
pecar al hombre.
Salmo
118:
Dichoso
el que camina en la voluntad del Señor
2ª
Lectura: 1 Corintios 2,6-10
Dios
predestinó la sabiduría antes de los siglos para nuestra gloria.
PALABRA
DEL DÍA
Mateo
5,17-37
“Dijo Jesús a sus discípulos: “No creáis que he venido a
abolir la ley o los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os
aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la
última letra o tilde de la ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos
importantes, y se lo enseñe así a los hombres, será el menos importante en el
reino de los cielos. Os lo aseguro: si no sois mejores que los letrados y
fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los
antiguos: no matarás, y el que mate será procesado. Pero yo os digo: todo el
que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano
“imbécil”, tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “renegado”,
merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre
el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja
tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y
entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito procura
arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue
al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no
saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto. Habéis oído el
mandamiento: “No cometerás adulterio”. Pues yo os digo: el que mira a una mujer
casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior. Si tu ojo
derecho te hace caer. Sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser
echado entero en el abismo. Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y
tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a pasar entero al abismo.
Está mandado: “El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio”. Pues
yo os digo: el que se divorcie de su mujer –excepto en caso de prostitución- la
induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio-.
Sabéis que se mandó a los antiguos: “No jurarás en falso” y “cumplirás tus
votos al Señor”. Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo,
que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por
Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no
puedes volver blanco o negro un solo pelo. A vosotros os basta decir sí o no.
Lo que pasa de ahí viene del Maligno”
Versión
para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no
he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.
Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la
Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice.
El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y
enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de
los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en
el Reino de los Cielos.
Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la
de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y
el que mata, debe ser llevado ante el tribunal.
Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su
hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta,
merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de
fuego.
Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te
acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti,
deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu
hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario,
mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y
el juez al guardia, y te pongan preso.
Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el
último centavo.
Ustedes han oído que se dijo: No cometerás adulterio.
Pero yo les digo: El que mira a una mujer deseándola, ya
cometió adulterio con ella en su corazón.
Si tu ojo derecho es para ti una ocasión de pecado, arráncalo
y arrójalo lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y
no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena.
Y si tu mano derecha es para ti una ocasión de pecado,
córtala y arrójala lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus
miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena.
También se dijo: El que se divorcia de su mujer, debe darle
una declaración de divorcio.
Pero yo les digo: El que se divorcia de su mujer, excepto en
caso de unión ilegal, la expone a cometer adulterio; y el que se casa con una
mujer abandonada por su marido, comete adulterio.
Ustedes han oído también que se dijo a los antepasados: No
jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor.
Pero yo les digo que no juren de ningún modo: ni por el
cielo, porque es el trono de Dios,
ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por
Jerusalén, porque es la Ciudad del gran Rey.
No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en
blanco o negro uno solo de tus cabellos.
Cuando ustedes digan 'sí', que sea sí, y cuando digan 'no',
que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno.”
REFLEXIÓN
Seguir a Jesucristo, ser su
discípulo, es lo más grande y lo más gratificante que nos puede pasar. Pero no
es fácil, ni es cómodo. Jesús explica con claridad sus exigencias, incluso
parece a veces exagerado, o que pone el acento en la dificultad. No se nos pide
mucho, se nos pide todo. Quiere que lo dejemos todo, que nos vaciemos todo, que
nos sacrifiquemos del todo. Claro que es para ganarlo todo, para llenarnos del
todo.
En la página evangélica de hoy, nos
explica Jesús algunos de los contenidos de su ley. Está en línea con la ley
antigua, pero renovada, mejorada. Puede que la letra suene igual, pero la
música, el contenido de fondo, el espíritu es nuevo.
Los fariseos se consideraban unos
santos. Cumplían la ley a la perfección. Y no era fácil. Sabemos el yugo
insoportable que significaba esa ley. Tenían que tener en cuenta nada menos que
613 preceptos, con sus meticulosas interpretaciones. Era para ponerse enfermo.
Jesús nos pide una perfección
mayor, pero en línea liberadora. “Mi yugo es ligero”, diría. No tantas leyes:
que si el sábado, que si el ayuno, que si las purificaciones, que si diezmo…
Menos leyes, pero importantes, como la justicia, la tolerancia, la solidaridad,
la misericordia. Y si queréis una sola, la ley del amor.
Tampoco hay que cumplir porque esté
mandado, por miedo al castigo, por aparecer perfecto. ¡Cuánta hipocresía! Se
cumple con la boca, con las manos, pero no con el corazón. Hay que cumplir
porque sale del alma, porque lo necesita el hermano, porque nos lo pide Dios.
La santidad no depende de la
cantidad, sino del espíritu, del Espíritu. No cuántas cosas hacemos, sino cómo
y por qué las hacemos, qué amor ponemos en lo que hacemos. Aunque sean menos
cosas, aunque sean más pequeñas, aunque sean como dos reales, como la ofrenda
de la viuda en el templo, pero hechas con mucha generosidad, con entera
gratuidad. La santidad no está en el rigor, sino en el amor.
Los mandamientos antiguos eran
leyes de mínimos, exigencias negativas que no se deben traspasar. No jurar, no
robar, no matar, no desear… Bastaba con no hacer mal. El mandamiento de Jesús
apunta hacia el máximo, hacia el mayor amor. No es cuestión de no matar, sino
de dar la vida. No es cuestión de no vengarse, sino de perdonar. No es cuestión
de no odiar, sino de amar al enemigo. No es cuestión de no cometer adulterio,
sino de ser fiel en el matrimonio, con amor creciente, hasta el fin.
Vivir la ley de Dios en su espíritu
es preguntarse por cuál es toda la voluntad de Dios sobre la existencia humana,
interpretando cada parte o elemento de esa ley desde la perspectiva global y
total de la Palabra divina.
Desde esta perspectiva, bien podemos
afirmar que si los cristianos no somos hoy todo el fermento y la sal que
debemos ser en el mundo, no es por llevar a la práctica toda la Palabra de Dios
según lo dicta el Espíritu, sino precisamente todo lo contrario: por haberla
cercenado y por haberla violentado hasta reducirla a una simple fórmula que
deja intacto nuestro corazón y nuestras íntimas intenciones. ¿Acaso no nos
quedamos tranquilos en nuestra conciencia porque venimos a la misa, cuando el
espíritu de la eucaristía va mucho más allá de venir o no venir a escuchar una
misa? Pero no sólo el espíritu, sino la misma letra referida a la eucaristía es
violentada cuando esta celebración no es un encuentro de hermanos que comen
juntos como signo de su servicio a toda la comunidad.
Muchas son las enseñanzas del
evangelio de hoy. Pero no podemos desperdigarnos en todas ellas, sino
centrarnos en algunos puntos fundamentales, como los referentes al 5º
Mandamiento.
No matar. Es un mandamiento
antiguo. En nuestros tiempos tan modernos ya no haría falta ni nombrarlo. Ya se
tiene conciencia de la dignidad de la persona humana. La vida es algo sagrado.
¿Quién se atrevería hoy a atentar contra ella?
Y, por desgracia, parece que nunca
como hoy ha valido tan poco la vida humana. Vidas que se arrebatan por dinero,
o niños de la calle que desaparecen sin más. O en nuestros países tan ticos y
tan desarrollados, ¿cuánto vale la vida de un anciano?
¡No matar! ¡Dios mío!, ¿quién podrá
contar las víctimas de las guerras, ¿se pueden contar las que esa guerra
genocida sin sentido, se está llevando en Siria?
Hay también maneras indirectas de
matar, o dejar morir responsablemente. Cuando, por ejemplo, se proporcionan
medios para matar, como el tráfico de armas, la droga, la eutanasia, el aborto.
Cuando no se ofrecen los medios para vivir, no se comparten los alimentos, las
medicinas, la cultura.
La enseñanza de Jesús va más allá.
No sólo no matar, no se puede odiar, porque “el que odia en un asesino” (1 Jn
3,15). No sólo no odiar, sino perdonar, reconciliarse y amar al enemigo. No
puedes comulgar si no comulgas primero con el hermano que te ha ofendido. No
sólo perdonar, sino estar dispuesto a dar la vida por el hermano. Lo dice
claramente S. Juan: “En esto hemos conocido lo que es amor, en que él dio su
vida por nosotros. También nosotros debemos dar la vida por los hermanos” (1 Jn
3,16). Sobra ya cualquier otro comentario.
ENTRA EN
TU INTERIOR
ENTENDER
LAS LEYES COMO JESÚS
Los judíos hablaban con orgullo de la Ley de Moisés. Era el mejor regalo
que habían recibido de Dios. En todas las sinagogas la guardaban con veneración
dentro de un cofre depositado en un lugar especial. En esa Ley podían encontrar
cuanto necesitaban para ser fieles a Dios.
Jesús, sin embargo, no vive centrado en la Ley. No se dedica a estudiarla
ni a explicarla a sus discípulos. No se le ve nunca preocupado por observarla
de manera escrupulosa. Ciertamente, no pone en marcha una campaña contra la Ley,
pero ésta no ocupa ya un lugar central en su corazón.
Jesús busca la voluntad del Dios desde otra experiencia diferente. Le
siente a Dios tratando de abrirse camino entre los hombres para construir con
ellos un mundo más justo y fraterno. Esto lo cambia todo. La ley no es ya lo
decisivo para saber qué espera Dios de nosotros. Lo primero es "buscar el
reino de Dios y su justicia".
Los fariseos y letrados se preocupan de observar rigurosamente las leyes,
pero descuidan el amor y la justicia. Jesús se esfuerza por introducir en sus
seguidores otro talante y otro espíritu: «si vuestra justicia no es mejor que
la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de Dios». Hay que
superar el legalismo que se contenta con el cumplimiento literal de leyes y normas.
Cuando se busca la voluntad del Padre con la pasión con que la busca
Jesús, se va siempre más allá de lo que dicen las leyes. Para caminar hacia ese
mundo más humano que Dios quiere para todos, lo importante no es contar con
personas observantes de leyes, sino con hombres y mujeres que se parezcan a él.
Aquel que no mata, cumple la Ley, pero si no arranca de su corazón la
agresividad hacia su hermano, no se parece a Dios. Aquel que no comete
adulterio, cumple la Ley, pero si desea egoístamente la esposa de su hermano,
no se asemeja a Dios. En estas personas reina la Ley, pero no Dios; son
observantes, pero no saben amar; viven correctamente, pero no construirán un
mundo más humano.
Hemos de escuchar bien las palabras de Jesús: «No he venido a abolir la
Ley y los profetas, sino a dar plenitud». No ha venido a echar por tierra el
patrimonio legal y religioso del antiguo testamento. Ha venido a «dar
plenitud», a ensanchar el horizonte del comportamiento humano, a liberar la
vida de los peligros del legalismo.
Nuestro cristianismo será más humano y evangélico cuando aprendamos a
vivir las leyes, normas, preceptos y tradiciones como los vivía Jesús: buscando
ese mundo más justo y fraterno que quiere el Padre.
José Antonio Pagola
ORA EN TU
INTERIOR
Seguimos escuchando el sermón de la
Montaña. No es ley nueva, porque se mantiene en la fundamental de la antigua,
pero es ley nueva, porque cambia de espíritu, las exigencias y la motivación.
No más exigencias que vienen de arriba, del Sinaí, bajo amenazas de muerte, el
temor, sino exigencias que nacen de dentro, del Espíritu, con promesas de dicha
y plenitud. Porque ya, Dios, el Padre de la misericordia, nos ha dirigido su
última y definitiva palabra, ya no habrá otra que su Hijo amado Jesucristo, Palabra
hecha carne de tu carne y de la mía.
ORACIÓN
Te bendigo, Padre, porque el
espíritu de las bienaventuranzas de tu Hijo Jesús, nos ha convocado una vez más
para ahondar en el sentido de su mensaje, camino verdadero de la vida. Como
toda tu palabra, como la Ley y los Profetas, también el evangelio de Jesús es
una invitación constante a vivir cada día con más plenitud esta gran aventura
de la existencia humana, una aventura cargada de tensiones y de momentos
críticos, pero también rebosante de felicidad cada vez que nuestro corazón se
abre con sinceridad a una palabra que da sabor a nuestra vida
Expliquemos
el Evangelio a los niños.
Imágenes
de Fano.
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