“…Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea
vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos”.
20 DE OCTUBRE
DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO (B)
JORNADA MUNDIAL Y COLECTA POR LA EVANGELIZACIÓN DE LOS
PUEBLOS
Primera Lectura: Isaías 53,10-1
Cuando entregue su vida como expiación, verá su
descendencia, prolongará sus años.
Salmo 32
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros como lo
esperamos de ti.
2ª Lectura: Hebreos 4,14-16
Acerquémonos con seguridad al trono de la gracia.
PALABRA DEL DÍA
Marcos 10,35-45
“En aquel tiempo, se
acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron:
-Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir. Les preguntó: -¿Qué
queréis que haga por vosotros? Contestaron: -Concédenos sentarnos en tu gloria
uno a tu derecha y otro a tu izquierda. Jesús replicó: -No sabéis lo que pedís,
¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el
bautismo con que yo me voy a bautizar? Contestaron: -Lo somos. Jesús les dijo:
-El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con
que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me
toca a mí concederlo; está ya reservado. Los otros diez, al oír aquello, se
indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: -Sabéis que
los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los
grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea
vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el
Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida
en rescate por todos”.
Versión para América Latina, extraída de la Biblia del
Pueblo de Dios
“Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se
acercaron a Jesús y le dijeron: "Maestro, queremos que nos concedas lo que
te vamos a pedir".
El les respondió: "¿Qué quieren que haga
por ustedes?".
Ellos le dijeron: "Concédenos sentarnos
uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria".
Jesús les dijo: "No saben lo que piden.
¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo
recibiré?".
"Podemos", le respondieron. Entonces
Jesús agregó: "Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo
bautismo que yo.
En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi
izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes
han sido destinados".
Los otros diez, que habían oído a Santiago y a
Juan, se indignaron contra ellos.
Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes
saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones
como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad.
Entre ustedes no debe suceder así. Al
contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes;
y el que quiera ser el primero, que se haga
servidor de todos.
Porque el mismo Hijo del hombre no vino para
ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".
REFLEXIÓN
Jesús deja muy claro que él quiere
un cambio total de estructuras y de relaciones. Por tanto, no se trata de
figurar, ni de estar bien situado, sino de servir. Jesús quiere eliminar de
entre nosotros totalmente las relaciones de fuerza o de superioridad y nos
quiere hacer entrar en la plenitud de unas relaciones de reciprocidad que son
las relaciones de servicio. Por esto nos invita a ser ambiciosos, sí, pero a
ambicionar el último lugar, el que no quiere nadie, el lugar para el que nunca
hay peleas. ¡Esta es la respuesta de Jesús! Y lo que nos ha resultado más
difícil a lo largo de la historia, y ahora y siempre, es conseguir sustituir
las estructuras de autoridad y de poder por valores de igualdad y de servicio.
Tanto a nivel personal, como a nivel de comunidad, como a nivel de Iglesia, no
lo conseguimos del todo. Nos cuesta crear estructuras de servicio, y más bien,
en nuestras organizaciones, hemos tendido a ir copiando con demasiada facilidad
las demás organizaciones políticas y sociales; y, por este motivo, demasiado a
menudo, hemos caído y caemos en formas de poder y de abuso que son un escándalo
para el mismo Jesús.
Los seguidores de Jesús no podemos organizarnos con modelos de convivencia que no sean los del servicio, porque Dios nos quiere iguales y hermanos los unos de los otros, eliminando todo resquicio de dominio o de poder, de jefes o de súbditos. Como muy bien nos lo recuerda san Pablo, en la Iglesia (¡y también en el mundo!) aunque los carismas sean diferentes todos los miembros tienen que ser iguales.
Somos cristianos en la medida
que nos damos a los demás. Dejamos de serlo en la medida que nos aprovechamos
de los demás de cualquier forma.
Este principio básico del
cristianismo, no ha llegado a nosotros a través de ningún extraterrestre, no ha
venido de ningún mundo galáctico. Ha llegado hasta nosotros gracias a un ser
humano en todo semejante a nosotros. Lo descubrió, no gracias a ningún hilo
directo con una Divinidad exterior, sino en lo hondo de su ser, profundizando
en el conocimiento de lo que realmente era él.
Al comprender lo que Dios era
en él, al percibirlo como don total, Jesús hizo el más profundo descubrimiento
de su vida. Entendió que la grandeza del ser humano consiste en esa posibilidad
que tiene de darse como Dios se da. Jesús descubrió que ese era el fin supremo
del hombre, darse, entregarse totalmente, definitivamente. En ese don total,
encuentra el hombre su plena realización.
Cuando descubre que la base de
su ser es el mismo Dios, descubre la necesidad de superar el apego al falso yo.
Liberado del “ego”, se encuentra con la verdadera realidad que es. En ese
momento, su ser se expande y se identifica con el Ser absoluto. El ser humano
se hace uno con Él. Esa es la meta, no hay más. Ni Dios puede añadir nada a ese
ser, porque es ya una misma cosa en él.
Mientras no haga este
descubrimiento, estaré en la dinámica del joven rico, de los dos hermanos y de
los demás apóstoles: buscaré más riquezas, el puesto mejor y el dominio de los
demás para que estén a mi servicio. El objetivo de mi vida será la potenciación
del “ego” que creo ser.
Aquí no valen programaciones.
Si acepto darme a los demás por programación, será a regañadientes y porque
espero una recompensa, aunque sea espiritual. Ya estoy buscando potenciar mi
“ego”. No puede funcionar. Tampoco se trata de sufrir, de humillarse, de
rebajarse ante Dios o ante los demás, esperando que después Dios me lo pague
con creces con alguna clase de gloria externa. La clave está en superar esta
trampa y descubrir la máxima gloria en el mismo don de sí mismo.
ENTRA
EN TU INTERIOR
NADA
DE ESO ENTRE VOSOTROS
Camino de Jerusalén, Jesús va
advirtiendo a sus discípulos del destino doloroso que le espera a él y a los
que sigan sus pasos. La inconsciencia de quienes lo acompañan es increíble.
Todavía hoy se sigue repitiendo.
Santiago y Juan, los hijos del
Zebedeo, se separan del grupo y se acercan ellos solos a Jesús. No necesitan de
los demás. Quieren hacerse con los puestos más privilegiados y ser los primeros
en el proyecto de Jesús, tal como ellos lo imaginan. Su petición no es una
súplica sino una ridícula ambición: «Queremos que hagas lo que te vamos a
pedir». Quieren que Jesús los ponga por encima de los demás.
La ambición los divide y enfrenta. La búsqueda
de honores y protagonismos interesados rompen siempre la comunión de la
comunidad cristiana. También hoy. ¿Qué puede haber más contrario a Jesús y a su
proyecto de servir a la liberación de las gentes?
El hecho es tan grave que
Jesús «los reúne» para dejar claro cuál es la actitud que ha de caracterizar
siempre a sus seguidores. Conocen sobradamente cómo actúan los romanos, «jefes
de los pueblos» y «grandes » de la tierra: tiranizan a las gentes, las someten
y hacen sentir a todos el peso de su poder. Pues bien, «vosotros nada de eso».
Entre sus seguidores, todo ha
de ser diferente: «El que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que
quiera ser primero, sea esclavo de todos». La grandeza no se mide por el poder
que se tiene, el rango que se ocupa o los títulos que se ostentan. Quien
ambiciona estas cosas, en la Iglesia de Jesús, no se hace más grande sino más
insignificante y ridículo. En realidad, es un estorbo para promover el estilo
de vida querido por el Crucificado. Le falta un rasgo básico para ser seguidor
de Jesús.
En la Iglesia todos hemos de
ser servidores. Nos hemos de colocar en la comunidad cristiana, no desde
arriba, desde la superioridad, el poder o el protagonismo interesado, sino
desde abajo, desde la disponibilidad, el servicio y la ayuda a los demás. Nuestro
ejemplo es Jesús. No vivió nunca «para ser servido, sino para servir». Éste es
el mejor y más admirable resumen de lo que fue él: SERVIR.
José Antonio Pagola
ORA
EN TU INTERIOR
Por eso debe resultarnos
extraño lo que les plantea Jesús a los “Santiagos y Juanes” ante su petición;
no se trata de ser primero o segundo sino responder a la pregunta: “¿sois
capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo
con que yo me voy a bautizar?
Los discípulos no entienden
que el proyecto de Jesús no es para alcanzar el poder de este mundo, de esta
manera nuestra de organizar la sociedad, sino que es elegir un camino en el que
sea posible encontrarse con todas las personas porque todas lo pueden entender
y seguir, ya que cada cual puede poner al servicio de los demás todo lo que es,
todo lo que tiene y todo lo que hace.
Jesús nos hace una clara
referencia a los dos sacramentos fundamentales en nuestra vida, el bautismo y
la eucaristía, que son los que nos deberían transformar en lo más profundo de
nuestras personas y tendrían que transformar también todas nuestras relaciones.
Porque los que hemos sido bautizados y tomamos parte de la Eucaristía, aquí,
nos dejamos servir por el mismo Jesús y no podemos después –con él por excusa-
participar en ninguna relación que sea de fuerza o de poder.
ORACIÓN
Donde haya un árbol que
plantar
plántalo tú.
Donde haya un error que
enmendar
enmiéndalo tú.
Donde haya un esfuerzo que
todos esquivan
acéptalo tú.
Sé el que apartó del camino la
piedra,
el odio de los corazones
y las dificultades del problema.
Hay la alegría de ser sano y
justo,
pero hay, sobre todo, la
inmensa alegría de servir.
Gloria Fuerte.
Expliquemos el evangelio a los niños.
Imágenes de Patxi Velasco FANO
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