“El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que
estaba perdido”
3 DE NOVIEMBRE
XXXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO ©
1ª Lectura: Sabiduría 11,22-12,2
“Te compadeces, Señor, de todos, porque amas a todos”
Salmo 144
Bendeciré tu nombre por siempre jamás. Dios mío, mi rey.
2ª Lectura: 2 Tesalonicenses 1,11-2,2
“El nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en
vosotros,
y vosotros en él”
EVANGELIO DEL DÍA
Lucas 19,1-10
“En aquel tiempo, entró
Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de
publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo
impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera,
para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio,
levantó los ojos y dijo: -Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que
alojarme en tu casa. Él bajó en seguida, y lo recibió muy contento. Al ver
esto, todos murmuraban diciendo: -Ha entrado a hospedarse en casa de un
pecador. Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: -Mira, la mitad de mis
bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguien me he aprovechado, le
restituiré cuatro veces más. Jesús le contestó: -Hoy ha sido la salvación de
esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido
a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.
Versión para Latinoamérica, extraída de la Biblia del
Pueblo de Dios
“Jesús entró en Jericó y
atravesaba la ciudad.
Allí vivía un hombre muy
rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos.
El quería ver quién era
Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura.
Entonces se adelantó y
subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.
Al llegar a ese lugar,
Jesús miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo
que alojarme en tu casa".
Zaqueo bajó rápidamente y
lo recibió con alegría.
Al ver esto, todos
murmuraban, diciendo: "Se ha ido a alojar en casa de un pecador".
Pero Zaqueo dijo
resueltamente al Señor: "Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los
pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más".
Y Jesús le dijo: "Hoy
ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de
Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba
perdido".
REFLEXIÓN
El amor de Dios impregna cada
página de las Sagradas Escrituras y de la liturgia cristiana. Y en los textos
de este domingo resalta de una manera especial el amor de Dios a todas las
criaturas, porque todas encuentran en el amor de Dios su razón de ser.
Y es que desde que Dios empezó
su obra creadora dio lugar a la aventura misma del amor. La aventura
maravillosa de ser correspondido, con plena libertad, en el amor. Y así,
también al riesgo del amor, al rechazo y a la incomprensión, el rostro doloroso
del amor: “Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has creado; si
hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado”, hemos escuchado en la
primera lectura, del libro de la Sabiduría.
“Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán”,
dice Jesús en el evangelio. Pero, en las casas de otros publicanos, ¿aceptarán
su amor? Y otras casas de ricos, ¿se convertirán como Zaqueo al amor de Dios?
Dios nos ha llamado a la
vocación cristiana para ser glorificado en nuestras vidas; pero, ¿realmente
nuestra vida es un testimonio transparente de su amor? De todas maneras, el
amor de Dios es una aventura que enmarca toda la historia humana, desde que el
hombre es hombre, el amor de Dios se encuentra sometido a la gran ley, creada
por Dios, y que él mismo respeta, de la libertad humana. Y será así hasta el
fin del mundo. Así pues, debemos velar, pero al mismo tiempo podemos estar
llegando a su plenitud. El amor será, entonces, entronizado en los cielos y la
humanidad adorará eternamente el rostro de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Así es el amor de Dios. Un
amor sin fronteras. No tiene fronteras de tiempo, porque él ama ya ahora en el
presente, antes del tiempo y más allá del tiempo. No tiene fronteras de espacio
ni de lugar, porque él ha creado el espacio y lo ha llenado con obras surgidas
de su mismo amor: el cielo, la tierra, el mar y todo lo que habita en ellos. No
está limitado por fronteras de la edad, de la condición social o económica, del
estado de vida de cada persona. Porque lo que más cuenta para Dios es que todos
somos imagen suya, y a todos nos ama como hijos.
Dios no ama al ciego de Jericó
porque sea pobre, ni a Zaqueo porque sea rico, sino porque ambos son hijos
suyos. Zaqueo era un pecador público, un publicano. Era un recaudador de
impuestos al que Roma encargaba cobrar las tasas que la autoridad romana imponía. Un trabajo que se prestaba a cometer
injusticias y que los judíos odiaban porque eran compatriotas suyos los que la
realizaban. Eran unos traidores.
Pero esto a Dios no le
importa, el pecado no es una derrota de Dios, sino una ocasión para mostrar su
amor con un nuevo resplandor. Dios pasa por encima de todos los límites que
podemos poner a su amor. Realmente, para Dios la frontera del amor es el amor
sin fronteras. Jesús, como a Zaqueo, nos eleva la mirada y se quiere hacer
invitar en nuestras casas, en lo más íntimo de nuestro corazón. Jesús hoy
también nos quiere encontrar, nos viene a buscar para alojarse en nuestra casa.
Y Zaqueo da el primer paso, desea encontrarse con Jesús. Nosotros también
tenemos necesidad de encontrarnos con Jesús, de dar este primer paso, de
invitarlo a nuestras vidas, con alegría, con el servicio, para poder escuchar
así sus palabras: “Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo
de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que
estaba perdido”.
ENTRA
EN TU INTERIOR
¿PUEDO
CAMBIAR?
Lucas narra el episodio de
Zaqueo para que sus lectores descubran mejor lo que pueden esperar de Jesús: el
Señor al que invocan y siguen en las comunidades cristianas «ha venido a buscar
y salvar lo que estaba perdido». No lo han de olvidar.
Al mismo tiempo, su relato de
la actuación de Zaqueo ayuda a responder a la pregunta que no pocos llevan en
su interior: ¿Todavía puedo cambiar? ¿No es ya demasiado tarde para rehacer una
vida que, en buena parte, la he echado a perder? ¿Qué pasos puedo dar?
Zaqueo viene descrito con dos
rasgos que definen con precisión su vida. Es «jefe de publicanos» y es «rico».
En Jericó todos saben que es un pecador. Un hombre que no sirve a Dios sino al
dinero. Su vida, como tantas otras, es poco humana.
Sin embargo, Zaqueo «busca ver
a Jesús». No es mera curiosidad. Quiere saber quién es, qué se encierra en este
Profeta que tanto atrae a la gente. No es tarea fácil para un hombre instalado
en su mundo. Pero éste deseo de Jesús va a cambiar su vida.
El hombre tendrá que superar
diferentes obstáculos. Es «bajo de estatura», sobre todo porque su vida no está
motivada por ideales muy nobles. La gente es otro impedimento: tendrá que
superar prejuicios sociales que le hacen difícil el encuentro personal y
responsable con Jesús.
Pero Zaqueo prosigue su
búsqueda con sencillez y sinceridad. Corre para adelantarse a la muchedumbre, y
se sube a un árbol como un niño. No piensa en su dignidad de hombre importante.
Sólo quiere encontrar el momento y el lugar adecuado para entrar en contacto
con Jesús. Lo quiere ver.
Es entonces cuando descubre
que también Jesús le está buscando a él pues llega hasta aquel lugar, lo busca
con la mirada y le dice: "El encuentro será hoy mismo en tu casa de
pecador". Zaqueo se baja y lo recibe en su casa lleno de alegría. Hay
momentos decisivos en los que Jesús pasa por nuestra vida porque quiere salvar
lo que nosotros estamos echando a perder. No los hemos de dejar escapar.
Lucas no describe el
encuentro. Sólo habla de la transformación de Zaqueo. Cambia su manera de mirar
la vida: ya no piensa sólo en su dinero sino en el sufrimiento de los demás.
Cambia su estilo de vida: hará justicia a los que ha explotado y compartirá sus
bienes con los pobres.
Tarde o temprano, todos
corremos el riesgo de "instalarnos" en la vida renunciando a
cualquier aspiración de vivir con más calidad humana. Los creyentes hemos de
saber que un encuentro más auténtico con Jesús puede hacer nuestra vida más
humana y, sobre todo, más solidaria.
José Antonio Pagola
ORA
EN TU INTERIOR
“El hijo de Hombre ha venido a
salvar lo que estaba perdido”.
Solo lo que está perdido,
necesita ser buscado.
Solo el que se siente enfermo
irá a buscar al médico.
Solo si te sientes extraviado
te dejarás encontrar por él.
..................
No se trata de fomentar los sentimientos de
culpabilidad.
Tampoco de sentirse “indigno pecador”.
Se trata de tomar conciencia
de la dificultad del camino
y sentir la necesidad de ayuda para alcanzar
la meta.
..................
Se trata de sentir la ayuda de Dios desde lo
hondo de mi ser.
Pero también de buscar y aceptar la ayuda de
los demás,
que van un poco por delante y saben por dónde
debo caminar.
Si me empeño en caminar en solitario, me
perderé en el camino.
.................
ORACIÓN
Gracias, Señor, porque tu
Evangelio es tan noticia nueva para los pobres como para los ricos, para los
explotados como para los explotadores. Es buena noticia para el hombre,
cualquiera que sea la forma de su opresión. Paradójicamente, también el rico es
un oprimido, quizá con una opresión mucho más inconsciente y sutil; por eso
mismo se hace tan difícil, como repite el mismo Jesús, la conversión en el rico
opresor.
Sé que el encuentro contigo
siempre cambia, siempre transforma el corazón del hombre, necesito, Señor, que
como en casa de Zaqueo, tu Salvación llegue a mi casa, llegue a mi corazón y
fecunde toda mi vida
Expliquemos el Evangelio a los niños.
Imágenes de Patxi Velasco FANO.
Imagen para colorear.