lunes, 25 de noviembre de 2024

1 DE DICIEMBRE: PRIMER DOMINGO DE ADVIENTGO (C)

 

“…Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza;

 se acerca vuestra liberación…”

1 DE DICIEMBRE

DOMINGO PRIMERO DE ADVIENTO

1ª Lectura: Jeremías 33,14-16

Yo Haré nacer del tronco de David un vástago santo.

Salmo 24: “A ti, Señor, levanto mi alma”

2ª Lectura: 1ª Tesalonicenses 3,12-4,2

Que el Señor los fortalezca hasta que Jesús vuelva.

LECTURA DEL DÍA

Lucas 21,25-28

 “En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo, ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros del cielo temblarán. Entonces verán al Hijo del Hombre venir en una nube, con gran poder y gloria. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación. Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y la preocupación del dinero, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir, y manteneos en pie ante el Hijo del Hombre”.

Versión para Latinoamérica extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo por lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación. Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra. Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre” .                            

REFLEXIÓN

PESIMISMO Y ESPERANZA. Todos vivimos con la mirada puesta en el futuro. Desde nuestro presente, marcado por los problemas de la crisis, la desesperanza, el desengaño y el pesimismo, siempre pensamos en lo que nos espera. No solo eso. En el fondo, casi todos andamos buscando algo mejor, una seguridad, un bienestar mayor. Queremos que todo nos salga bien y, si es posible, que nos vaya mejor. Es  esa confianza básica la que nos sostiene en el trabajo y los esfuerzos de cada día.

Por eso, cuando la esperanza se apaga, se apaga también la vida. La persona ya no crece, no busca, no lucha. Al contrario, se empequeñece, se hunde, se deja llevar por los acontecimientos. Si se pierde la esperanza, se pierde todo. Por eso, lo primero que hay que cuidar es el corazón de la persona, en el seno de la sociedad o en la relación con Dios es la esperanza.

La esperanza es la única manera de enfocar el futuro de forma positiva, por eso, lo primero es mirar hacia adelante. No quedarnos en lo que ya pasó. No vivir de recuerdos o nostalgias. No quedarnos añorando un pasado tal vez más dichoso, más seguro o menos problemático. Es ahora cuando hemos de vivir afrontando el futuro de manera positiva.

La esperanza no es una actitud pasiva, es un estímulo que impulsa a la acción. Quien vive animado por la esperanza no cae en la inercia. Al contrario, se esfuerza por cambiar la realidad y hacerla mejor. Quien vive con esperanza es realista, asume los problemas y las dificultades, pero lo hace de manera creativa, dando pasos, buscando soluciones y contagiando confianza.

NO MATEMOS LA ESPERANZA. Jesús fue un creador incansable de esperanza. Toda su existencia consistió en contagiar a los demás la esperanza que él mismo vivía desde lo más hondo de su ser. Hoy escuchamos su grito de alerta: “Levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación. Pero tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y la preocupación por el dinero”.

Que tentador resulta siempre adaptarnos a la situación, instalarnos confortablemente en nuestro pequeño mundo y vivir tranquilos, sin mayores aspiraciones. Casi inconscientemente anida en nosotros la ilusión de poder conseguir la propia felicidad sin cambiar para nada el mundo. Pero no lo olvidemos: “Solamente aquellos que cierran sus ojos y sus oídos, solamente aquellos que se han insensibilizado, pueden sentirse a gusto en un mundo como este”

Quien ama de verdad la vida y se siente solidario de todos los seres humanos sufre al ver que todavía una inmensa mayoría no puede vivir y somos conscientes de que algo va mal, muy mal. Hemos de seguir buscando el reino de Dios y su justicia.

ENTRA EN TU INTERIOR

INDIGNACIÓN Y ESPERANZA

Una convicción indestructible sostiene desde sus inicios la fe de los seguidores de Jesús: alentada por Dios, la historia humana se encamina hacia su liberación definitiva. Las contradicciones insoportables del ser humano y los horrores que se cometen en todas las épocas no han de destruir nuestra esperanza.

Este mundo que nos sostiene no es definitivo. Un día la creación entera dará "signos" de que ha llegado a su final para dar paso a una vida nueva y liberada que ninguno de nosotros puede imaginar ni comprender.

Los evangelios recogen el recuerdo de una reflexión de Jesús sobre este final de los tiempos. Paradójicamente, su atención no se concentra en los "acontecimientos cósmicos" que se puedan producir en aquel momento. Su principal objetivo es proponer a sus seguidores un estilo de vivir con lucidez ante ese horizonte.

El final de la historia no es el caos, la destrucción de la vida, la muerte total. Lentamente, en medio de luces y tinieblas, escuchando las llamadas de nuestro corazón o desoyendo lo mejor que hay en nosotros, vamos caminando hacia el misterio último de la realidad que los creyentes llamamos "Dios".

No hemos de vivir atrapados por el miedo o la ansiedad. El "último día" no es un día de ira y de venganza, sino de liberación. Lucas resume el pensamiento de Jesús con estas palabras admirables: "Levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación”. Solo entonces conoceremos de verdad cómo ama Dios al mundo.

Hemos de reavivar nuestra confianza, levantar el ánimo y despertar la esperanza. Un día los poderes financieros se hundirán. La insensatez de los poderosos se acabará. Las víctimas de tantas guerras, crímenes y genocidios conocerán la vida. Nuestros esfuerzos por un mundo más humano no se perderán para siempre.

Jesús se esfuerza por sacudir las conciencias de sus seguidores. "Tened cuidado: que no se os embote la mente" . No viváis como imbéciles. No os dejéis arrastrar por la frivolidad y los excesos. Mantened viva la indignación. "Estad siempre despiertos" . No os relajéis. Vivid con lucidez y responsabilidad. No os canséis. Mantened siempre la tensión.

¿Cómo estamos viviendo estos tiempos difíciles para casi todos, angustiosos para muchos, y crueles para quienes se hunden en la impotencia? ¿Estamos despiertos? ¿Vivimos dormidos? Desde las comunidades cristianas hemos de alentar la indignación y la esperanza. Y solo hay un camino: estar junto a los que se  están quedando sin nada, hundidos en la desesperanza, la rabia y la huillación.

José Antonio Pagola      

ORA EN TU INTERIOR

Señor Jesús, ven a nuestro mundo dividido e insolidario y alienta en todos el espíritu de justicia y de amor.

Señor Jesús, ven a nuestra Iglesia que te necesita y te quiere, y haz de ella un signo de esperanza y de misericordia.

Señor Jesús, ven a nuestras comunidades y nuestras familias y alienta en ellas tu espíritu de vida y amor.

Señor Jesús, ven y visita a cuantos sufren, a cuantos están desanimados y desesperanzados, a cuantos están desesperados y alienta en ellos la fuerza de tu Espíritu.

Señor Jesús, ven a todos nosotros, para que sepamos prepararnos a tu venida y demos testimonio de ti.

ORACIÓN

Mantengámonos de pie y alertas porque en este mundo concreto y real que nos toca vivir, en este aquí y ahora de nuestra historia, se estás produciendo un gran acontecimiento: llega el Hijo del Hombre para que toda la tierra rebose de justicia.

Caminemos con esperanza porque este es nuestro tiempo…

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Patxi Velasco FANO


domingo, 17 de noviembre de 2024

24 DE NOVIEMBRE: XXXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (B): SOLEMNIDAD DE CRISTO REY

 “Todo el que es de la verdad escucha mi voz”

24 DE NOVIEMBRE

XXXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (B)

SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO

ÚLTIMO DOMINGO DEL AÑO LITÚRGICO

1ª Lectura: Daniel 7,13-14

Su dominio es eterno y no pasa.

Salmo 92: “El Señor reina, vestido de majestad”

2ª Lectura: Apocalipsis 1,5-8

El príncipe de los reyes de la tierra nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios.

EVANGELIO DEL DÍA

Juan 18,33-37

“En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús: -¿Eres tú el rey de los judíos? Jesús le contestó: -¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí? Pilato le contestó: -¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho? Jesús le contestó: -Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí. Pilato le dijo: -Con que, ¿tú eres rey? Jesús le contestó: -Tú lo dices: soy rey. Yo para eso he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz”.

Versión para América Latina extraída de la biblia del Pueblo de Dios

“Pilato volvió a entrar en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: "¿Eres tú el rey de los judíos?".

Jesús le respondió: "¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?".

Pilato replicó: "¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?".

Jesús respondió: "Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí".

Pilato le dijo: "¿Entonces tú eres rey?". Jesús respondió: "Tú lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz".

REFLEXIÓN

Hoy es el último domingo del año litúrgico. El próximo domingo empezaremos un nuevo año con el tiempo de Adviento. Y para terminar el presente año, hoy, hacemos una conmemoración especial con la “Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo”.

De hecho, la fiesta de hoy es como una especie de resumen: con una afirmación y un deseo. La afirmación consiste en decirnos que nos hemos reunido en comunidad cada domingo a lo largo del año, y que Jesús ha sido el centro de todas nuestras celebraciones, y es el centro de la vida de nuestra comunidad. Y el deseo es para decirnos hoy que debemos darle a Jesús más terreno en nuestra vida y en nuestro corazón, para que cada día pueda iluminar más y mejor todos los rincones de nuestra persona y de nuestra comunidad. Decirle a Jesús que le debemos dar más terreno en nuestra vida quiere decir sencillamente que queremos que él mande, que él gobierne más nuestra vida. Y decirle que tiene que gobernar, utilizando una metáfora de nuestro mundo, quiere decir que debería ser nuestro único rey.

Lo que nos pasa, a veces, es que tenemos la tentación de creer que Jesús nos gobernaría mejor si, en vez de tenerlo en nosotros, nos mandase desde fuera. Es como pensar que, si la sociedad en la que vivimos fuese mucho más cristiana, lo tendríamos más fácil. ¿Cuántas veces hemos pensado que nuestra fe depende de nuestro contexto social o político? Esta tentación nuestra, también la tuvo Jesús. Recordad que esta tentación de poder y dominio del mundo, externamente, es la que mejor resume las tres tentaciones que tuvo Jesús en el desierto, al inicio de su vida pública, antes del bautismo de Juan en el Jordán. Y, de hecho, es una tentación que acompaña a Jesús durante toda su vida pública, cada vez que la multitud le sigue sólo por lo que consigue de él, desde la multiplicación de los panes hasta los innumerables milagros, y siempre es para hacerle rey o para creer en él como rey.

 Ni al final de su vida, se escapa Jesús de esta pretensión. De hecho, el pueblo de Israel, en tiempo de Jesús, vivía bajo la ocupación romana y esperaba que alguien, en nombre de Dios, como Mesías, le salvase de esta dominación y lo librase, lo condujese hacia una etapa de soberanía y así volviesen a la época de máximo esplendor de Israel, la del gobierno del rey David. La esperanza mesiánica del pueblo de Israel pasaba, pues, por la restauración de la monarquía, y no sólo esperaban al Mesías, sino que esperaban también al Rey de Israel. Por eso la pregunta de Pilato a Jesús no es, ni mucho menos, inocente, sino que tiene una gran carga política. ¡Pilato es la última tentación de Cristo! Pero esta tentación aun persiste entre nosotros.

Confundir a Jesús con los poderes y los reinos de este mundo ha sido algo habitual en nuestra historia, tanto la eclesial como la historia de la humanidad. Y aun lo es, por culpa de nuestra eterna tentación de poder. Por eso Jesús nos ha dicho hoy en el evangelio que su reinado “no es de este mundo”. Por lo tanto, dicho esto, no podemos organizar la comunidad de Jesús como si se tratase de un reino terrenal. Así como tampoco podemos usar el mensaje de Jesús como si se tratara de un programa más al organizar los reinos de este mundo. Se nos reclama equilibrio. Mucho equilibrio. El mismo que tuvo Jesús. No podemos hacer de Jesús un rey como los reyes terrenales. Ni tampoco podemos hacerle rey sin relación con el mundo. Jesús no debe reinar en la tierra, como hacen nuestros reyes y gobernantes, sino que debe reinar claramente en nosotros, que es donde se cuecen las verdades.

Jesús no quiere gobernar por la fuerza, por eso no tiene ejército alguno, quiere gobernar desde el servicio y desde el trono de la cruz, por eso se presenta “como el testigo de la verdad”, para que le obedezcamos, no por la fuerza, sino por el convencimiento, por la “verdad” o porque “escuchamos su voz”. Es así como Jesús quiere entrar en nuestras vidas.

ENTRA EN TU INTERIOR

EXAMEN ANTE EL TESTIGO DE LA VERDAD

Dentro del proceso en el que se va a decidir la ejecución de Jesús, el evangelio de Juan ofrece un sorprendente diálogo privado entre Pilato, representante del imperio más poderoso de la tierra y Jesús, un reo maniatado que se presenta como testigo de la verdad.

Precisamente, Pilato quiere, al parecer, saber la verdad que se encierra en aquel extraño personaje que tiene ante su trono: “¿Eres tú el rey de los judíos?” Jesús va a responder exponiendo su verdad en dos afirmaciones fundamentales, muy queridas al evangelista Juan. “Mi reino no es de este mundo”. Jesús no es rey al estilo que Pilato puede imaginar. No pretende ocupar el trono de Israel ni disputar a Tiberio su poder imperial. Jesús no pertenece a ese sistema en el que se mueve el prefecto de Roma, sostenido por la injusticia y la mentira. No se apoya en la fuerza de las armas. Tiene un fundamento completamente diferente. Su realeza proviene del amor de Dios al mundo. Pero añade a continuación algo muy importante: “Soy rey… y he venido al mundo para ser testigo de la verdad”.

Es en este mundo donde quiere ejercer su realeza, pero de una forma sorprendente. No viene a gobernar como tiberio sino a ser “testigo de la verdad” introduciendo el amor y la justicia de Dios en la historia humana.

Esta verdad que Jesús trae consigo no es una doctrina teórica. Es una llamada que puede transformar la vida de las personas. Lo había dicho Jesús: “Si os mantenéis fieles a mi Palabra… conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”. Ser fieles al Evangelio de Jesús es una experiencia única pues lleva a conocer una verdad liberadora, capaz de hacer nuestra vida más humana.

Jesucristo es la única verdad de la que nos está permitido vivir a los cristianos. ¿No necesitamos en la Iglesia de Jesús hacer un examen de conciencia colectivo ante el “testigo de la Verdad”? ¿Atrevernos a discernir con humildad qué hay de verdad y qué hay de mentira en nuestro seguimiento a Jesús? ¿Dónde hay verdad liberadora y dónde mentira que nos esclaviza? ¿No necesitamos dar pasos hacia mayores niveles de verdad humana y evangélica en nuestras vidas, nuestras comunidades y nuestras instituciones?

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

¡Qué diferente ha de verse la realidad desde un trono y desde una cruz! El trono de Jesús fue la cruz. Vivió tan adentro de la historia, tan en el fondo de ella, que terminó donde terminaban los esclavos y los malditos. En una cruz. Y, desde entonces, será desde ese trono-cruz desde donde gobernará e impartirá justicia. Será su gobierno el de la paz, y su justicia será la del amor sin medida. ¿cabe un reino más universal.

Es, desde entonces, cuando todos los “crucificados” de la historia podrán mirarlo y reconocerse en Él y, en su mirada, encontrar el aliento y la esperanza. Podrán saber que la desgracia no durará mil años, que el llanto y la tristeza serán un día recuerdos del pasado y que en su lugar habrá cantos y alegría. El rey que murió en la cruz cambió el curso de la historia para siempre. La maldición dejó su sitio a la bendición porque Él es “el alfa y la omega”, “el que es y era y ha de venir” (Ap 1,8).

ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado, Rey del Universo, haz que toda la creación, liberada de la esclavitud del pecado, sirva a tu majestad y te glorifique sin fin. Amén.

Expliquemos el Evangelio a los niños

Imágenes de Patxi Velasco FANO


domingo, 10 de noviembre de 2024

17 DE NOVIEMBRE: XXXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (B)

"...cuándo veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta”

17 DE NOVIEMBRE

"...cuándo veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta”

DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO (B)

1ª Lectura: Daniel 12,1-3

Por aquel tiempo se salvará tu pueblo.

Salmo 15: “Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti”.

2ª Lectura: Hebreos 10,11-14.18

Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados.

PALABRA DEL DÍA

Marcos 13,24-32

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la `puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre”.

Versión para Latino América extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“En ese tiempo, después de esta tribulación, el sol se oscurecerá, la luna dejará de brillar, las estrellas caerán del cielo y los austros se conmoverán. Y se verá al Hijo del hombre venir sobre las nubes, lleno de poder y de gloria. Y él enviará a los ángeles para que congreguen a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro extremo del horizonte. Aprendan esta comparación, tomada de la higuera: cuando sus ramas se hacen flexibles y brotan las hojas, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano. Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el fin está cerca, a la puerta. Les aseguro que no pasará esta generación, sin que suceda todo esto. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto a ese día y a la hora, nadie los conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, nadie sino el Padre”.

REFLEXIÓN

Se acerca el Adviento, un buen tiempo para la reflexión. ¿Estamos preparados para la última venida del Señor? ¿Son éstos los signos que la preceden? Sé que muchos dirán que ya esto se ha vivido y se vive de una u otra forma: hambre, guerras, condiciones climáticas extremas que dejan miles de familias sin nada, terremotos y esta crisis tremenda que sufrimos con la secuela de paro, los desahucios, la desesperanza e impotencia en muchos hermanos y hermanas nuestros, en muchas familias y en muchos jóvenes…, solo Dios sabe si vendrá en la siguiente pascua y entonces ya, nada de esto nos preocupará, pero ¿cómo vivimos nuestra vida de fe? ¿Deseamos que el sol se haga tinieblas definitivamente, que la luna deje de resplandecer, y venga el Hijo del hombre y de fin a esta angustia? Tengamos en cuenta que en ese momento le precederán los ángeles reuniendo a “los elegidos”, entonces ¿qué es lo importante? ¿qué venga de nuevo el Señor o que estemos entre sus elegidos?, lo primero no sabemos cuándo, lo segundo sí  ¿cuándo? Todos los días, estar entre sus elegidos, y ahí nuestra tranquilidad, fuera estrés, sentirse diariamente entre los elegidos, es la salvación, es la salud, es el ánimo, disfrutar el momento.

“Gran angustia”, estos días escuchamos muchas voces que pretenden convencernos de que saldremos de la crisis o de que no saldremos nunca, pero ante tanto vocerío, solo nos falta dos cosas, cambiar la palabra “desgracia” por “angustia” y la expresión “tus fuerzas” por “Dios”. “Salir de la angustia, del sufrimiento, con la ayuda de Dios”, no es lo mismo que “considerar este u otro acontecimiento contrario como una desgracia de la que tenemos que salir por nuestras propias fuerzas”. Miremos los “brotes verdes”, ¿brotes verdes? Ya me dirán por dónde. ¿Cuál es la higuera… Qué venga de nuevo los tiempos felices de la bonanza económica que fueron los que nos han traído al momento en el que estamos? por ahora el único brote verde es la esperanza de que esto pasará, seguro que pasará, de eso no hay duda. O para no volver nunca más, última generación, última crisis o para iniciar otro periodo más de vida en la tierra, otra oportunidad de trabajar por estar entre los elegidos, y ¿por qué no? Desarrollando todos los talentos que Dios nos concede, en los que serán nuevos tiempos, con la experiencia de haber sufrido profundamente, en beneficio de nuestra madurez intelectual, espiritual, humana, afectiva, habiendo desarrollado una serie de habilidades que teníamos dormidas.

Sólo el Padre sabe el día y la hora, no escuchemos a los falsos profetas dirá la escritura, solo la Palabra de Dios proclamada en la Iglesia  tiene el poder de quitarle el sello y derramarla entre quienes la escuchen.

Que el Evangelio de este Domingo, sea una luz optimista, y nos conceda el espíritu que nos haga ver a Jesús, precedido de todos sus ángeles, a la puerta de un nuevo día.

ENTRA EN TU INTERIOR

CONVICCIONES CRISTIANAS

Poco a poco iban muriendo los discípulos que habían conocido a Jesús. Los que quedaban, creían en él sin haberlo visto. Celebraban su presencia invisible en las eucaristías, pero ¿cuándo verían su rostro lleno de vida? ¿Cuándo se cumpliría su deseo de encontrarse con él para siempre?

Seguían recordando con amor y con fe las palabras de Jesús. Eran su alimento en aquellos tiempos difíciles de persecución. Pero, ¿cuándo podrían comprobar la verdad que encerraban? ¿No se irían olvidando poco a poco? Pasaban los años y no llegaba el Día Final tan esperado, ¿qué podían pensar?

El discurso apocalíptico que encontramos en Marcos quiere ofrecer algunas convicciones que han de alimentar su esperanza. No lo hemos de entender en sentido literal, sino tratando de descubrir la fe contenida en esas imágenes y símbolos que hoy nos resultan tan extraños.

Primera convicción.   La historia apasionante de la Humanidad llegará un día a su fin. El «sol» que señala la sucesión de los años se apagará. La «luna» que marca el ritmo de los meses ya no brillará. No habrá días y noches, no habrá tiempo. Además, «las estrellas caerán del cielo», la distancia entre el cielo y la tierra se borrará, ya no habrá espacio. Esta vida no es para siempre. Un día llegará la Vida definitiva, sin espacio ni tiempo. Viviremos en el Misterio de Dios.

Segunda convicción. Jesús volverá y sus seguidores podrán ver por fin su rostro deseado: «verán venir al Hijo del Hombre». El sol, la luna y los astros se apagarán, pero el mundo no se quedará sin luz. Será Jesús quien lo iluminará para siempre poniendo verdad, justicia y paz en la historia humana tan esclava hoy de abusos, injusticias y mentiras.       

Tercera convicción. Jesús traerá consigo la salvación de Dios. Llega con el poder grande y salvador del Padre. No se presenta con aspecto amenazador. El evangelista evita hablar aquí de juicios y condenas. Jesús viene a «reunir a sus elegidos», los que esperan con fe su salvación.

Cuarta convicción.   Las palabras de Jesús «no pasarán». No perderán su fuerza salvadora. Han de de seguir alimentando la esperanza de sus seguidores y el aliento de los pobres. No caminamos hacia la nada y el vacío. Nos espera el abrazo con  Dios.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

Por tu amor y tu bautismo,

soy hijo tuyo, Señor,

y puedo llamarte “Padre”.

Por tu amor y mi bautismo,

soy miembro vivo, Señor,

de la Iglesia de tu Hijo,

y puedo llamarle hermano.

Por tu amor y tu bautismo,

comparto Espíritu y dones,

con todos los bautizados.

Para adelantar tu reino

y anunciar el evangelio

a todos los hombres, a todos los pueblos.

Por tu amor y mi bautismo,

¡gracias te canto, Señor!

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Patxi Velasco FANO.


jueves, 7 de noviembre de 2024

10 DE NOVIEMBRE: XXXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO/B)

 “Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas 

más que nadie…”

10 DE NOVIEMBRE

DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO (B)

1ª Lectura: Libro de los Reyes 17,10-16

La viuda hizo un panecillo y lo llevó a Elías.

Salmo 145: Alaba, alma mía, al Señor.

2ª Lectura: Hebreos 9,24-28

Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos.

PALABRA DEL DÍA

Marcos 12,38-44

“En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: -¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencia en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Estos recibirán una sentencia más rigurosa. Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos, les dijo: -Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobraba, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir”.

Versión para América Latina extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“Y él les enseñaba: "Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes; que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos serán juzgados con más severidad". Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia.

Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre.

Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: "Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir".

REFLEXIÓN

Un maestro de la Ley, era alguien que buscaba, pero como sabemos también muy bien nosotros, no siempre lo que se busca es la búsqueda de la verdad, sino que -a veces- se puede caer en la búsqueda cerrada de uno mismo, o del beneficio propio, o del aplauso de los demás. Y Jesús aún es más duro y dice que incluso se corre el peligro de abusar de los demás. Con personas de esta especie, dice, hay que ser muy exigente y muy riguroso en el juicio.

Todos estos, que tan bien retrata Jesús, son los que hacen exteriormente muy buenas acciones, pero esconden muy mala intención en su interior. Porque si, por un lado, aparentan una cosa, también es cierto que, por otro lado, en el fondo, buscan otra muy diferente. Aunque, aparentemente, ellos se presentan –dignamente- como representantes de Dios, de hecho, se consideran más importantes que el Dios al que representan, y sus propios criterios son antepuestos a Dios.

La ostentación de los maestros de la Ley, a la que se refiere Jesús, contrasta mucho hoy con la austeridad y la generosidad de la viuda que, ciertamente, en una sociedad en la que las mujeres eran valoradas en función de la categoría de sus maridos, como viuda era, por lo tanto, absolutamente pobre. Jesús nos hace notar hoy, con toda claridad, que lo más importante no es el valor cuantitativo de su ofrenda o de nuestros esfuerzos y trabajos, sino que el gran valor es su intención, y, por tanto, nuestros propósitos. De hecho, la viuda, que, aparentemente da tan poca cosa, pone a Dios antes que sus propias necesidades más básicas y que su comida, necesarias para vivir.

Son las intenciones que hacen diferentes a los maestros de la Ley y a la viuda. Y también son las intenciones las que pueden convertir nuestras acciones en las cosas más banales o en las más determinantes y fundamentales. Nuestras acciones, externamente, son muy difíciles de ser valoradas o juzgadas, pero internamente sí que son importantes para dejar claro si las hacemos como una cosa por Dios o en beneficio propio.

ENTRA EN TU INTERIOR

NEUROSIS DE POSESIÓN

Una de las aportaciones más valiosas de la fe cristiana al hombre contemporáneo es, quizás, la de ayudarle a vivir con un sentido más humano en medio de una sociedad enferma de “neurosis de posesión”.      

El modelo de sociedad y de convivencia que configura nuestro vivir diario está basado no en lo que cada hombre es, sino en lo que cada hombre tiene. Lo importante es «tener» dinero, prestigio, poder, autoridad... El que posee esto, sale adelante y triunfa en la vida. El que no logra algo de esto, queda descalificado.

Desde los primeros años, al niño se le «educa» más para tener que para ser. Lo que interesa es que se capacite para que el día de mañana «tenga» una posición, unos ingresos, un nombre, una seguridad.      

Así, casi inconscientemente, preparamos a las nuevas generaciones para la competencia y la rivalidad.

Vivimos en un modelo de sociedad que fácilmente empobrece a las personas. La demanda de afecto, ternura y amistad que late en todo hombre es atendida con objetos. La comunicación humana queda sustituida por la posesión de cosas.

Los hombres se acostumbran a valorarse a sí mismos por lo que poseen o lo que son capaces de llegar a poseer. Y, de esta manera, corren el riesgo de irse incapacitando para el amor, la ternura, el servicio generoso, la ayuda amistosa, el sentido gratuito de la vida. Esta sociedad no ayuda a crecer en amistad, solidaridad y preocupación por los derechos del otro.

Por eso, cobra especial relieve en nuestros días la invitación del evangelio a valorar al hombre desde su capacidad de servicio y solidaridad.

La grandeza de una vida se mide en último término no por los conocimientos que uno posee, ni por los bienes que ha conseguido acumular, ni por el éxito social que ha podido alcanzar, sino por la capacidad de servir y ayudar a los otros a ser más humanos.

El hombre más poderoso, más sabio y más rico, queda descalificado como hombre si no es capaz de hacer algo gratis por los demás.

Cuántas gentes humildes, como la viuda del evangelio, aportan más a la humanización de nuestra sociedad con su vida sencilla de solidaridad y ayuda generosa a los necesitados, que tantos protagonistas de nuestra vida social, económica y política, hábiles defensores de sus intereses, su protagonismo y su posición.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

Si seguimos la lección de Jesús en el evangelio de hoy, tendríamos que procurar que el hecho de dar, como hizo la viuda del templo, se nos convierta ya en un gesto tan necesario para poder vivir, como lo es también el alimento que tomamos cada día. En nuestra vida no se trata de que vayamos dando pequeñas limosnas de vez en cuando, o que nos desprendamos dignamente de aquello que nos sobre, sino que, sin reservas, Jesús nos invita a dar todo lo que tenemos. Es dar la vida y es darse uno mismo.

La pregunta interior, que muy a menudo nos hacemos, es: Pero si yo lo doy todo, ¿qué me quedará? Está claro, es aquí donde se juega nuestra confianza en Dios. De hecho, nosotros podríamos dar todo lo que ganamos, podríamos dar todo el pan que ganamos con nuestro propio esfuerzo, si creemos, como después diremos en el Padrenuestro, que Dios, como contrapartida a nuestra confianza, nos dará el pan de cada día.

Como esta viuda del evangelio, Señor, nosotros estamos llamados a dar testimonio discretamente de nuestra fe más profunda. Que tengamos que hacerlo no quiere decir que tenga que ser de un modo ostentoso, como los maestros de la Ley. Como tampoco, el hecho de que lo tengamos que hacer discretamente, quiere decir que no lo tengamos que hacer. La eucaristía que celebramos simplemente nos recuerda que nuestra fe se juega en nuestro interior.

ORACIÓN

Señor, sé que hay cosas pequeñas, pero tan grandes como los dos reales, que la pobre viuda del Evangelio,  echó en el cepillo del templo: Ofrecer una sonrisa, acompañar a un enfermo o a un anciano solo, jugar con un niño, dar una palmada en el hombro y ofrecer una palabra de consuelo, escuchar, escuchar mucho. 

Sé que a veces no valoro, lo suficiente, estos pequeños gestos, pero hoy me enseñas que son los importantes.

Hazme sencillo, con la sencillez de la viuda, humilde como ella, dándolo todo, como ella, no de lo que me sobra, sino aún de lo que me hace falta. Sólo así, tendré una medida, generosa, remecida, rebosante.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

imágenes de Patxi Velasco FANO


lunes, 28 de octubre de 2024

3 DE NOVIEMBRE: XXXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (B)

 


“El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”

3 DE NOVIEMBRE

XXXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO ©

1ª Lectura: Sabiduría 11,22-12,2

“Te compadeces, Señor, de todos, porque amas a todos”

Salmo 144

Bendeciré tu nombre por siempre jamás. Dios mío, mi rey.

2ª Lectura: 2 Tesalonicenses 1,11-2,2

“El nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros,

y vosotros en él”

EVANGELIO DEL DÍA

Lucas 19,1-10

“En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: -Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa. Él bajó en seguida, y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban diciendo: -Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador. Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: -Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguien me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más. Jesús le contestó: -Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.

Versión para Latinoamérica, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad.

Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos.

El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura.

Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.

Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa".

Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.

Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Se ha ido a alojar en casa de un pecador".

Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: "Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más".

Y Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido".

REFLEXIÓN

El amor de Dios impregna cada página de las Sagradas Escrituras y de la liturgia cristiana. Y en los textos de este domingo resalta de una manera especial el amor de Dios a todas las criaturas, porque todas encuentran en el amor de Dios su razón de ser.

Y es que desde que Dios empezó su obra creadora dio lugar a la aventura misma del amor. La aventura maravillosa de ser correspondido, con plena libertad, en el amor. Y así, también al riesgo del amor, al rechazo y a la incomprensión, el rostro doloroso del amor: “Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has creado; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado”, hemos escuchado en la primera lectura, del libro de la Sabiduría.  “Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán”, dice Jesús en el evangelio. Pero, en las casas de otros publicanos, ¿aceptarán su amor? Y otras casas de ricos, ¿se convertirán como Zaqueo al amor de Dios?

Dios nos ha llamado a la vocación cristiana para ser glorificado en nuestras vidas; pero, ¿realmente nuestra vida es un testimonio transparente de su amor? De todas maneras, el amor de Dios es una aventura que enmarca toda la historia humana, desde que el hombre es hombre, el amor de Dios se encuentra sometido a la gran ley, creada por Dios, y que él mismo respeta, de la libertad humana. Y será así hasta el fin del mundo. Así pues, debemos velar, pero al mismo tiempo podemos estar llegando a su plenitud. El amor será, entonces, entronizado en los cielos y la humanidad adorará eternamente el rostro de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Así es el amor de Dios. Un amor sin fronteras. No tiene fronteras de tiempo, porque él ama ya ahora en el presente, antes del tiempo y más allá del tiempo. No tiene fronteras de espacio ni de lugar, porque él ha creado el espacio y lo ha llenado con obras surgidas de su mismo amor: el cielo, la tierra, el mar y todo lo que habita en ellos. No está limitado por fronteras de la edad, de la condición social o económica, del estado de vida de cada persona. Porque lo que más cuenta para Dios es que todos somos imagen suya, y a todos nos ama como hijos.

Dios no ama al ciego de Jericó porque sea pobre, ni a Zaqueo porque sea rico, sino porque ambos son hijos suyos. Zaqueo era un pecador público, un publicano. Era un recaudador de impuestos al que Roma encargaba cobrar las tasas que la autoridad romana imponía.  Un trabajo que se prestaba a cometer injusticias y que los judíos odiaban porque eran compatriotas suyos los que la realizaban. Eran unos traidores.

Pero esto a Dios no le importa, el pecado no es una derrota de Dios, sino una ocasión para mostrar su amor con un nuevo resplandor. Dios pasa por encima de todos los límites que podemos poner a su amor. Realmente, para Dios la frontera del amor es el amor sin fronteras. Jesús, como a Zaqueo, nos eleva la mirada y se quiere hacer invitar en nuestras casas, en lo más íntimo de nuestro corazón. Jesús hoy también nos quiere encontrar, nos viene a buscar para alojarse en nuestra casa. Y Zaqueo da el primer paso, desea encontrarse con Jesús. Nosotros también tenemos necesidad de encontrarnos con Jesús, de dar este primer paso, de invitarlo a nuestras vidas, con alegría, con el servicio, para poder escuchar así sus palabras: “Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.



ENTRA EN TU INTERIOR

¿PUEDO CAMBIAR?

Lucas narra el episodio de Zaqueo para que sus lectores descubran mejor lo que pueden esperar de Jesús: el Señor al que invocan y siguen en las comunidades cristianas «ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido». No lo han de olvidar.

Al mismo tiempo, su relato de la actuación de Zaqueo ayuda a responder a la pregunta que no pocos llevan en su interior: ¿Todavía puedo cambiar? ¿No es ya demasiado tarde para rehacer una vida que, en buena parte, la he echado a perder? ¿Qué pasos puedo dar?

Zaqueo viene descrito con dos rasgos que definen con precisión su vida. Es «jefe de publicanos» y es «rico». En Jericó todos saben que es un pecador. Un hombre que no sirve a Dios sino al dinero. Su vida, como tantas otras, es poco humana.

Sin embargo, Zaqueo «busca ver a Jesús». No es mera curiosidad. Quiere saber quién es, qué se encierra en este Profeta que tanto atrae a la gente. No es tarea fácil para un hombre instalado en su mundo. Pero éste deseo de Jesús va a cambiar su vida.

El hombre tendrá que superar diferentes obstáculos. Es «bajo de estatura», sobre todo porque su vida no está motivada por ideales muy nobles. La gente es otro impedimento: tendrá que superar prejuicios sociales que le hacen difícil el encuentro personal y responsable con Jesús.

Pero Zaqueo prosigue su búsqueda con sencillez y sinceridad. Corre para adelantarse a la muchedumbre, y se sube a un árbol como un niño. No piensa en su dignidad de hombre importante. Sólo quiere encontrar el momento y el lugar adecuado para entrar en contacto con Jesús. Lo quiere ver.

Es entonces cuando descubre que también Jesús le está buscando a él pues llega hasta aquel lugar, lo busca con la mirada y le dice: "El encuentro será hoy mismo en tu casa de pecador". Zaqueo se baja y lo recibe en su casa lleno de alegría. Hay momentos decisivos en los que Jesús pasa por nuestra vida porque quiere salvar lo que nosotros estamos echando a perder. No los hemos de dejar escapar.

Lucas no describe el encuentro. Sólo habla de la transformación de Zaqueo. Cambia su manera de mirar la vida: ya no piensa sólo en su dinero sino en el sufrimiento de los demás. Cambia su estilo de vida: hará justicia a los que ha explotado y compartirá sus bienes con los pobres. 

Tarde o temprano, todos corremos el riesgo de "instalarnos" en la vida renunciando a cualquier aspiración de vivir con más calidad humana. Los creyentes hemos de saber que un encuentro más auténtico con Jesús puede hacer nuestra vida más humana y, sobre todo, más solidaria.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

“El hijo de Hombre ha venido a salvar lo que estaba perdido”.

Solo lo que está perdido, necesita ser buscado.

Solo el que se siente enfermo irá a buscar al médico.

Solo si te sientes extraviado te dejarás encontrar por él.

 ..................

 No se trata de fomentar los sentimientos de culpabilidad.

 Tampoco de sentirse “indigno pecador”.

Se trata de tomar conciencia de la dificultad del camino

 y sentir la necesidad de ayuda para alcanzar la meta.

 ..................

 Se trata de sentir la ayuda de Dios desde lo hondo de mi ser.

 Pero también de buscar y aceptar la ayuda de los demás,

 que van un poco por delante y saben por dónde debo caminar.

 Si me empeño en caminar en solitario, me perderé en el camino.

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ORACIÓN

Gracias, Señor, porque tu Evangelio es tan noticia nueva para los pobres como para los ricos, para los explotados como para los explotadores. Es buena noticia para el hombre, cualquiera que sea la forma de su opresión. Paradójicamente, también el rico es un oprimido, quizá con una opresión mucho más inconsciente y sutil; por eso mismo se hace tan difícil, como repite el mismo Jesús, la conversión en el rico opresor.

Sé que el encuentro contigo siempre cambia, siempre transforma el corazón del hombre, necesito, Señor, que como en casa de Zaqueo, tu Salvación llegue a mi casa, llegue a mi corazón y fecunde toda mi vida

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Patxi Velasco FANO.



Imagen para colorear.





 


domingo, 20 de octubre de 2024

27 DE OCTUBR: XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (B)

 


“Maestro, que pueda ver”

27 DE OCTUBRE

DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO (B)

1ª Lectura: Jeremías 31,7-9

Guiaré entre consuelos a los ciegos y cojos.

Salmo 125: “El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

2ª Lectura: Hebreos 5,1-6

Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.

PALABRA DEL DÍA

Marcos 10,46-52

“En aquel tiempo, al salir de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: -Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí. Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: -Hijo de David, ten compasión de mí. Jesús se detuvo y dijo: -Llamadlo. Llamaron al ciego, diciéndole: -Ánimo, levántate, que te llama. Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: -¿qué quieres que haga por ti? El ciego le contestó: -Maestro, que pueda ver. Jesús le dijo: -anda, tu fe te ha curado. Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino”.

Versión parta América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“Después llegaron a Jericó. Cuando Jesús salía de allí, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo -Bartimeo, un mendigo ciego- estaba sentado junto al camino.

Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: “¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí”.

Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: “¡Hijo de David, ten piedad de mí!”.

Jesús se detuvo y dijo: “Llámenlo”. Entonces llamaron al ciego y le dijeron: “¡Ánimo, levántate! Él te llama”.

Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él.

Jesús le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?”. Él respondió: “Maestro, que yo pueda ver”.

Jesús le dijo: “Vete, tu fe te ha salvado”. En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino”.

REFLEXIÓN

Como dice el refranero popular: no hay peor ciego que aquel que no quiere ver. En este caso la gente que seguía a Jesús le seguía a él, pero no habían entendido su mensaje, y antes que convertirse en intercesores del pobre ciego ante Jesús, se convierten –creyendo que así son más fieles a Jesús- en auténticos distanciadores del ciego. Tanto es así que el ciego tiene ahora dos problemas; ni puede ver a Jesús, ni se le puede acercar. La imagen es tan gráfica que, si fuera un acontecimiento real en la vida de Jesús, parecería más bien una auténtica parábola.

Este ejemplo nos debería hacer pensar en cuántas veces nosotros como comunidad cristiana y como Iglesia, ejercemos también esta pastoral disuasoria. Sabemos perfectamente aquellos que no se pueden acercar a Jesús: los niños, los ciegos, los leprosos, los pecadores públicos, los que son causa de escándalo. Jesús nos sorprende y no sólo se acerca él mismo, personalmente, a ellos, sino que incluso algunas veces, para enseñarnos a nosotros lo que tenemos que hacer, hace que seamos nosotros mismos los que los llevemos a él. Ésta es la gran lección del evangelio de hoy. Más que marginar y distanciar, lo que tenemos que hacer es vencer nuestra ceguera y acercar a los demás, especialmente a los que tienen más dificultades hasta Jesús.

Si el ciego gritaba elogios a Jesús, como es llamarlo “Hijo de David”, rogándole al mismo tiempo que se compadeciera de él mientras la gente le regañaba, parece que Jesús también tiene que hacer oír su voz y hace que la multitud también se vea obligada a llamar al ciego. Es entonces, en este intercambio de gritos y de palabras, cuando la gente descubre el auténtico mensaje de Jesús: “Ánimo, levántate, que te llama”.

Marcos presenta al ciego como prototipo del verdadero discípulo. Quienes acompañaban a Jesús –ha repetido el evangelista en capítulos anteriores- oyen su palabra, pero no entienden; creen ver, pero en realidad están ciegos. Por eso, en la práctica, toman un camino diferente al del propio maestro.

El ciego Bartimeo, por el contrario, es consciente de que no ve y, a diferencia de los discípulos que reclamaban "los primeros puestos", pide únicamente "ver". Y en el momento mismo en que ve, sigue a Jesús por el camino: un camino que no es topográfico, sino teológico, el que propone el propio Jesús.

Empezamos a vivir cuando, decididamente, queremos ver. A falta de esta determinación, sobrevivimos en la ignorancia de quienes somos, en la creencia de estar separados de los otros y del mundo y en la búsqueda, más o menos compulsiva, de "distracciones" y compensaciones.

Tendemos a oír solo la voz de nuestra mente, en la creencia ilusoria de que ella nos mostrará el camino de la vida. Pero la mente tiene una visión corta y estrecha.

Nos hace girar en torno al yo, como si se tratase de nuestra verdadera identidad. Y, dando eso por supuesto, nos hace deudores de lo que le ocurra a ese yo.

Soledad, miedo, ansiedad y, en definitiva, existencia centrada en el “yo”: esas son las características que acompañan a tal identificación. Al vivir con la creencia de que somos el yo, no podemos hacer sino preocuparnos por él. Ahora bien, preocuparnos por algo que no tiene consistencia propia conduce directamente a la ansiedad.

Ese es el motivo por el que la identificación con la mente nos encierra en una prisión, hecha de ignorancia y de sufrimiento, en la que nos reducimos a circunstancias no permanentes, viviendo desconectados de nuestra verdadera identidad. Estamos ciegos, con el agravante de que creemos ver.



ENTRA EN TU INTERIOR

CON OJOS NUEVOS

La curación del ciego Bartimeo está narrada por Marcos para urgir a las comunidades cristianas a salir de su ceguera y mediocridad. Solo así seguirán a Jesús por el camino del evangelio. El relato es de sorprendente actualidad para la Iglesia de nuestros días.

Bartimeo es “un mendigo ciego sentado al borde del camino”. En su vida siempre es de noche. Ha oído hablar de Jesús, pero no conoce su rostro. No puede seguirle. Está junto al camino por el que marcha él, pero está fuera. ¿No es esta nuestra situación? ¿Cristianos ciegos, sentados junto al camino, incapaces de seguir a Jesús?

Entre nosotros es de noche. Desconocemos a Jesús. Nos falta luz para seguir su camino. Ignoramos hacia dónde se encamina la Iglesia. No sabemos siquiera qué futuro queremos para ella, instalados en una religión que no logra convertirnos en seguidores de Jesús, vivimos junto al evangelio, pero fuera. ¿Qué podemos hacer?

A pesar de su ceguera, Bartimeo capta que Jesús está pasando cerca de él. No duda un instante. Algo le dice que en Jesús está su salvación: “Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí”. Este grito repetido con fe va a desencadenar su curación.

Hoy se oye en la Iglesia quejas y lamentos, críticas, protestas y mutuas descalificaciones. No se escucha la oración humilde y confiada del ciego. Se nos ha olvidado que solo Jesús puede salvar a esta Iglesia. No percibimos su presencia cercana. Solo creemos en nosotros.

El ciego no ve, pero sabe escuchar la voz de Jesús que le llega a través de sus enviados: “Ánimo, levántate, que te llama”. Este es el clima que necesitamos crear en la Iglesia. Animarnos mutuamente a reaccionar. No seguir instalados en una religión convencional. Volver a Jesús que nos está llamando. Este es el primer objetivo pastoral.

El ciego reacciona de forma admirable: suelta el manto que le impide levantarse, da un salto en medio de su oscuridad y se acerca a Jesús. De su corazón solo brota una petición: “Maestro, que pueda ver”. Si sus ojos se abren, todo cambiará. El relato concluye diciendo que el ciego recobró la vista y “le seguía por el camino”.

Esta es la curación que necesitamos hoy los cristianos. El salto cualitativo que puede cambiar a la Iglesia. Si cambia nuestro modo de mirar a Jesús, si leemos su evangelio con ojos nuevos, si captamos la originalidad de su mensaje y nos apasionamos con su proyecto de un modo más humano, la fuerza de Jesús nos arrastrará. Nuestras comunidades conocerán la alegría de vivir siguiéndole de cerca.

José Antonio Pagola.

ORA EN TU INTERIOR

Éste es el mensaje que nosotros, como fieles seguidores de Jesús en el siglo XXI, tenemos que decir y repetir. Nosotros también estamos llamados y tenemos la misión de hacer levantar a la humanidad y acompañarla hasta Jesús. Ésta es la tarea de los seguidores y de los discípulos de Jesús. Y ésta es también ahora la misión de la Iglesia en el mundo. Nuestro discurso (con las palabras) y nuestras acciones (con la vida y el ejemplo) tienen que invitar a los que viven alejados de nuestra sociedad o distanciados de Jesús a poder levantarse de sus marginaciones sociales y poder acercarse a él. Frecuentemente parece como si los gritos de nuestro mundo, como los del ciego del evangelio de hoy, nos estorbasen. Demasiado a menudo parece que nosotros, como Iglesia y como comunidad, hacemos callar los gritos del mundo pero no los sabemos incorporar ni tampoco los sabemos conducir hacia Jesús.

Por eso, en el fondo, la curación del ciego Bartimeo es un anuncio de la curación que Jesús nos propone a todos, porque de hecho nos propone una nueva mirada sobre el mundo, sobre el camino de la vida y sobre aquellos que quedan al margen, responsabilizándonos de todos ellos. Pidámosle también al Señor, que tenga piedad de nosotros y que haga que cada vez veamos más. ¡Maestro, que pueda ver!

ORACIÓN

Aquí estoy, Señor, como el ciego al borde del camino…

Cansado, sudoroso, polvoriento, mendigo por necesidad y por oficio.

Pasas a mi lado y no te veo.

Tengo los ojos cerrados a la luz.

Costumbre, dolor, desaliento…

Sobre ellos han crecido duras escamas que me impiden verte.

¡Que vea, Señor, tus sendas!

¡Que vea, Señor, los caminos de la vida!

¡Que vea, Señor, ante todo, tu rostro, tus ojos, tu corazón!

Florentino Uribarri en (Hoja Dominical Eucaristía)

Expliquemos el evangelio a los niños

Imágenes de Patxi Velasco FANO



 


domingo, 13 de octubre de 2024

20 DE OCTUBRE: XXIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (B)

 


“…Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos”.

20 DE OCTUBRE

DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO (B)

JORNADA MUNDIAL Y COLECTA POR LA EVANGELIZACIÓN DE LOS PUEBLOS

Primera Lectura: Isaías 53,10-1

Cuando entregue su vida como expiación, verá su descendencia, prolongará sus años.

Salmo 32

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros como lo esperamos de ti.

2ª Lectura: Hebreos 4,14-16

Acerquémonos con seguridad al trono de la gracia.

PALABRA DEL DÍA

Marcos 10,35-45

“En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: -Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir. Les preguntó: -¿Qué queréis que haga por vosotros? Contestaron: -Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda. Jesús replicó: -No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar? Contestaron: -Lo somos. Jesús les dijo: -El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado. Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: -Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos”.

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

 “Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: "Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir".

 El les respondió: "¿Qué quieren que haga por ustedes?".

 Ellos le dijeron: "Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria".

 Jesús les dijo: "No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?".

 "Podemos", le respondieron. Entonces Jesús agregó: "Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bautismo que yo.

 En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados".

 Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos.

 Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad.

 Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes;

 y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos.            

 Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".

REFLEXIÓN

Jesús deja muy claro que él quiere un cambio total de estructuras y de relaciones. Por tanto, no se trata de figurar, ni de estar bien situado, sino de servir. Jesús quiere eliminar de entre nosotros totalmente las relaciones de fuerza o de superioridad y nos quiere hacer entrar en la plenitud de unas relaciones de reciprocidad que son las relaciones de servicio. Por esto nos invita a ser ambiciosos, sí, pero a ambicionar el último lugar, el que no quiere nadie, el lugar para el que nunca hay peleas. ¡Esta es la respuesta de Jesús! Y lo que nos ha resultado más difícil a lo largo de la historia, y ahora y siempre, es conseguir sustituir las estructuras de autoridad y de poder por valores de igualdad y de servicio. Tanto a nivel personal, como a nivel de comunidad, como a nivel de Iglesia, no lo conseguimos del todo. Nos cuesta crear estructuras de servicio, y más bien, en nuestras organizaciones, hemos tendido a ir copiando con demasiada facilidad las demás organizaciones políticas y sociales; y, por este motivo, demasiado a menudo, hemos caído y caemos en formas de poder y de abuso que son un escándalo para el mismo Jesús.

Los seguidores de Jesús no podemos organizarnos con modelos de convivencia que no sean los del servicio, porque Dios nos quiere iguales y hermanos los unos de los otros, eliminando todo resquicio de dominio o de poder, de jefes o de súbditos. Como muy bien nos lo recuerda san Pablo, en la Iglesia (¡y también en el mundo!) aunque los carismas sean diferentes todos los miembros tienen que ser iguales.

Somos cristianos en la medida que nos damos a los demás. Dejamos de serlo en la medida que nos aprovechamos de los demás de cualquier forma.

Este principio básico del cristianismo, no ha llegado a nosotros a través de ningún extraterrestre, no ha venido de ningún mundo galáctico. Ha llegado hasta nosotros gracias a un ser humano en todo semejante a nosotros. Lo descubrió, no gracias a ningún hilo directo con una Divinidad exterior, sino en lo hondo de su ser, profundizando en el conocimiento de lo que realmente era él.

Al comprender lo que Dios era en él, al percibirlo como don total, Jesús hizo el más profundo descubrimiento de su vida. Entendió que la grandeza del ser humano consiste en esa posibilidad que tiene de darse como Dios se da. Jesús descubrió que ese era el fin supremo del hombre, darse, entregarse totalmente, definitivamente. En ese don total, encuentra el hombre su plena realización.

Cuando descubre que la base de su ser es el mismo Dios, descubre la necesidad de superar el apego al falso yo. Liberado del “ego”, se encuentra con la verdadera realidad que es. En ese momento, su ser se expande y se identifica con el Ser absoluto. El ser humano se hace uno con Él. Esa es la meta, no hay más. Ni Dios puede añadir nada a ese ser, porque es ya una misma cosa en él.

Mientras no haga este descubrimiento, estaré en la dinámica del joven rico, de los dos hermanos y de los demás apóstoles: buscaré más riquezas, el puesto mejor y el dominio de los demás para que estén a mi servicio. El objetivo de mi vida será la potenciación del “ego” que creo ser.

Aquí no valen programaciones. Si acepto darme a los demás por programación, será a regañadientes y porque espero una recompensa, aunque sea espiritual. Ya estoy buscando potenciar mi “ego”. No puede funcionar. Tampoco se trata de sufrir, de humillarse, de rebajarse ante Dios o ante los demás, esperando que después Dios me lo pague con creces con alguna clase de gloria externa. La clave está en superar esta trampa y descubrir la máxima gloria en el mismo don de sí mismo.



ENTRA EN TU INTERIOR

NADA DE ESO ENTRE VOSOTROS

Camino de Jerusalén, Jesús va advirtiendo a sus discípulos del destino doloroso que le espera a él y a los que sigan sus pasos. La inconsciencia de quienes lo acompañan es increíble. Todavía hoy se sigue repitiendo.

Santiago y Juan, los hijos del Zebedeo, se separan del grupo y se acercan ellos solos a Jesús. No necesitan de los demás. Quieren hacerse con los puestos más privilegiados y ser los primeros en el proyecto de Jesús, tal como ellos lo imaginan. Su petición no es una súplica sino una ridícula ambición: «Queremos que hagas lo que te vamos a pedir». Quieren que Jesús los ponga por encima de los demás.

 La ambición los divide y enfrenta. La búsqueda de honores y protagonismos interesados rompen siempre la comunión de la comunidad cristiana. También hoy. ¿Qué puede haber más contrario a Jesús y a su proyecto de servir a la liberación de las gentes?

El hecho es tan grave que Jesús «los reúne» para dejar claro cuál es la actitud que ha de caracterizar siempre a sus seguidores. Conocen sobradamente cómo actúan los romanos, «jefes de los pueblos» y «grandes » de la tierra: tiranizan a las gentes, las someten y hacen sentir a todos el peso de su poder. Pues bien, «vosotros nada de eso».

Entre sus seguidores, todo ha de ser diferente: «El que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos». La grandeza no se mide por el poder que se tiene, el rango que se ocupa o los títulos que se ostentan. Quien ambiciona estas cosas, en la Iglesia de Jesús, no se hace más grande sino más insignificante y ridículo. En realidad, es un estorbo para promover el estilo de vida querido por el Crucificado. Le falta un rasgo básico para ser seguidor de Jesús.

En la Iglesia todos hemos de ser servidores. Nos hemos de colocar en la comunidad cristiana, no desde arriba, desde la superioridad, el poder o el protagonismo interesado, sino desde abajo, desde la disponibilidad, el servicio y la ayuda a los demás. Nuestro ejemplo es Jesús. No vivió nunca «para ser servido, sino para servir». Éste es el mejor y más admirable resumen de lo que fue él: SERVIR.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

Por eso debe resultarnos extraño lo que les plantea Jesús a los “Santiagos y Juanes” ante su petición; no se trata de ser primero o segundo sino responder a la pregunta: “¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?

Los discípulos no entienden que el proyecto de Jesús no es para alcanzar el poder de este mundo, de esta manera nuestra de organizar la sociedad, sino que es elegir un camino en el que sea posible encontrarse con todas las personas porque todas lo pueden entender y seguir, ya que cada cual puede poner al servicio de los demás todo lo que es, todo lo que tiene y todo lo que hace.

Jesús nos hace una clara referencia a los dos sacramentos fundamentales en nuestra vida, el bautismo y la eucaristía, que son los que nos deberían transformar en lo más profundo de nuestras personas y tendrían que transformar también todas nuestras relaciones. Porque los que hemos sido bautizados y tomamos parte de la Eucaristía, aquí, nos dejamos servir por el mismo Jesús y no podemos después –con él por excusa- participar en ninguna relación que sea de fuerza o de poder.

ORACIÓN

Donde haya un árbol que plantar

plántalo tú.

Donde haya un error que enmendar

enmiéndalo tú.

Donde haya un esfuerzo que todos esquivan

acéptalo tú.

Sé el que apartó del camino la piedra,

el odio de los corazones

y las dificultades del problema.

Hay la alegría de ser sano y justo,

pero hay, sobre todo, la inmensa alegría de servir.

Gloria Fuerte.

Expliquemos el evangelio a los niños.

Imágenes de Patxi Velasco FANO

 


domingo, 6 de octubre de 2024

13 DE OCTUBRE: XXVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (B)

 


“Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes dale el dinero a los pobres,

así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme…”

13 DE OCTUBRE

DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO (B)

1ª Lectura: Sabiduría 7,7-11

En comparación de la sabiduría, tuve en nada la riqueza.

Salmo 89

“Sácianos de tu misericordia, Señor, y toda nuestra vida será alegría”

2ª Lectura: Hebreos 4,12-13

La palabra de Dios juzga los deseos e intenciones del corazón.

PALABRA DEL DÍA

Marcos 10,17-30

“En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le pregunto: -Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le contestó: -¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre. Él replicó: -Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño. Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: -Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme. A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: -¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios! Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: -Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios. Ellos se espantaron y comentaban: -Entonces, ¿quién puede salvarse? Jesús se les quedó mirando y les dijo: -Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo. Pedro se puso a decirle: -Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. Jesús dijo: -Os aseguro que quién deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más –casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones- y en la edad futura, vida eterna”.

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

Cuando Jesús se puso en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?".

Jesús le dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno.

Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre".

El hombre le respondió: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud".

Jesús lo miró con amor y le dijo: "Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme".

El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes.

Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: "¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!".

Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: "Hijos míos, ¡Qué difícil es entrar en el Reino de Dios!.

Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios".

Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?".

Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: "Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible".

Pedro le dijo: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido".

Jesús respondió: "Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia,

desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y, campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna.

REFLEXIÓN

Es muy interesante la pregunta que, en el evangelio, le hace este joven a Jesús. Su interés es también el nuestro. ¿Qué tenemos que hacer para conseguir la vida eterna? ¿Qué podemos hacer para prolongar los días de nuestra vida más allá de este mundo que se acaba? O, como muy bien han dicho los poetas, ¿qué podemos hacer para que los mejores instantes de nuestra vida puedan ser eternos? ¿Qué podemos hacer para que las vivencias que han sido sólidas puedan ser definitivas? Las aspiraciones de este joven y las nuestras son muy dignas e incluso quizá son las aspiraciones humanas más profundas. Porque, de entrada, tener aspiraciones-buenas- no es nada malo sino, al contrario, es incluso lo que nos puede incentivar para seguir adelante.

Una primera solución a estas aspiraciones es la que le da Jesús a este joven: el cumplimiento de los mandamientos. Es decir, conviene que en esta vida tengamos todo un comportamiento ético y moral, que seamos rectos, exigentes y coherentes.

Jesús le recuerda a este joven, y también nos lo recuerda a nosotros: es bueno que seamos exigentes con nosotros mismos y cumplidores con los demás. Es por esto que no es nada raro que, cuando el joven le contesta a Jesús que “todo eso lo he cumplido desde pequeño”. El evangelista Marcos nos diga que “Jesús se le quedó mirando con cariño”. Jesús nos mira con afecto absoluto y nos aprecia profundamente por nuestro cumplimiento. Sin embargo, con esto, ya sabemos, no basta, porque el seguimiento de Jesús, el hecho de ser creyente y de ser cristiano, no se puede reducir simplemente a un comportamiento ético y moral. Ser creyente y ser cristiano es mucho más que esto. Y ésta es la corrección que Jesús le hace a este joven y a todos nosotros.

Ahora bien, ¿cómo sabe Jesús que este joven es rico? Pues, muy fácilmente lo podría saber por la manera como le expresa esta pregunta. Fijaos que le pregunta por poseer, por heredar, por adquirir, casi por comprar la vida eterna. Las palabras del joven son comerciales y no son las palabras que Jesús utilizará después cuando dirá a sus discípulos que es difícil “entrar” en el Reino de Dios. Éste es el cambio: tenemos que pasar del poseer, del querer conseguir, al entrar. Porque no se trata de poseer ni de heredar, ni tan sólo de esperar, sino que Jesús nos habla más de recibir o de vivir –ya ahora- como hijos de Dios.

En este caso las aspiraciones de vida del joven rico, que son buenas y justas, y que corresponden incluso a una buena persona, cumplidora de sus deberes, choca de lleno con las aspiraciones humanas más posesivas como pueden ser las riquezas o las propiedades, que nos atan más a este mundo que a la vida eterna.

De hecho, lo que Jesús hace con este joven es también lo que quiere hacer con nosotros: procurar que le clarifiquemos nuestras aspiraciones, porque a menudo parece que lo queremos todo al mismo tiempo y que somos capaces de hacer grandes montajes para poder tenerlo todo y conseguirlo todo. Si aspiramos a una vida definitiva, sería necesario que fuéramos también más definitivos con nuestra vida y que no dejáramos para mañana cosas que ya podríamos vivir hoy, que mostráramos en nuestra vida que no estamos apegados a cosas que no serán de ninguna manera definitivas, como pueden ser el dinero o las propiedades. No podemos aspirar a ser los más ricos del cementerio.

Y si a nosotros nos cuesta dejarlo todo y seguir a Jesús, porque no nos vemos capacitados, tenemos miedo y nos sentiríamos abocados al fracaso en este mundo, tenemos que saber –como dice Jesús hoy- que junto a nuestras imposibilidades está el Dios que “lo puede todo”. Porque si bien nosotros con nuestro esfuerzo no podemos conseguir ni llegar a la realidad del reino, también es verdad que él nos lo da gratuitamente, sin pagar nada a cambio. Porque el Reino de Dios no es una propiedad que se compra o se vende, sino que es un don, un regalo, al que se puede entrar a vivir ahora. No depende de otra vida, sino de ésta.

A la pregunta de Pedro, sobre qué les pasará a los que ya lo han dejado todo, Jesús contesta paradójicamente y nos invita a recibir, ya aquí, el ciento por uno, pero con dificultades. Y nos invita a empezar a vivir una nueva familia formada por los discípulos. Esto de ser ya una nueva familia y de recibir ya aquí y ahora el ciento por uno es ciertamente lo que hacemos en la eucaristía alrededor de la mesa de Jesús; recibir el ciento por uno.



ENTRA EN TU INTERIOR

CON JESÚS EN MEDIO DE LA CRISIS

Antes de que se ponga en camino, un desconocido se acerca a Jesús corriendo. Al parecer, tiene prisa para resolver su problema: «¿Qué haré para heredar la vida eterna?». No le preocupan los problemas de esta vida. Es rico. Todo lo tiene resuelto (Mc 10, 17-30).

Jesús lo pone ante la Ley de Moisés. Curiosamente, no le recuerda los diez mandamientos, sino solo los que prohíben actuar contra el prójimo. El joven es un hombre bueno, observante fiel de la religión judía: «Todo eso lo he cumplido desde pequeño».

 

Jesús se le queda mirando con cariño. Es admirable la vida de una persona que no ha hecho daño a nadie. Jesús lo quiere atraer ahora para que colabore con él en su proyecto de hacer un mundo más humano, y le hace una propuesta sorprendente: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres… y luego sígueme».

El rico posee muchas cosas, pero le falta lo único que permite seguir a Jesús de verdad. Es bueno, pero vive apegado a su dinero. Jesús le pide que renuncie a su riqueza y la ponga al servicio de los pobres. Solo compartiendo lo suyo con los necesitados, podrá seguir a Jesús colaborando en su proyecto.

El joven se siente incapaz. Necesita bienestar. No tiene fuerzas para vivir sin su riqueza. Su dinero está por encima de todo. Renuncia a seguir a Jesús. Había venido corriendo entusiasmado hacia él. Ahora se aleja triste. No conocerá nunca la alegría de colaborar con Jesús.

La crisis económica nos está invitando a los seguidores de Jesús a dar pasos hacia una vida más sobria, para compartir con los necesitados lo que tenemos y sencillamente no necesitamos para vivir con dignidad. Hemos de hacernos preguntas muy concretas si queremos seguir a Jesús en estos momentos.

Lo primero es revisar nuestra relación con el dinero: ¿Qué hacer con nuestro dinero? ¿Para qué ahorrar? ¿En qué invertir? ¿Con quiénes compartir lo que no necesitamos? Luego revisar nuestro consumo para hacerlo más responsable y menos compulsivo y superfluo: ¿Qué compramos? ¿Dónde compramos? ¿Para qué compramos? ¿A quiénes podemos ayudar a comprar lo que necesitan?

Son preguntas que nos hemos de hacer en el fondo de nuestra conciencia y también en nuestras familias, comunidades cristianas e instituciones de Iglesia. No haremos gestos heroicos, pero si damos pequeños pasos en esta dirección, conoceremos la alegría de seguir a Jesús contribuyendo a hacer la crisis de algunos un poco más humana y llevadera. Si no es así, nos sentiremos buenos cristianos, pero a nuestra religión le faltará alegría.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

La vida es el lugar de nuestro encuentro con Dios en Cristo. Un camino que, muy señaladamente en Marcos, llega a su término en la cruz. El discípulo es invitado a seguir al Maestro, y en ese caminar juntos se va desvelando el misterio de aquel que desde el principio del evangelio es presentado como la “buena noticia”: Jesucristo, el Hijo de Dios.

Ese hombre eres tú y soy yo. A lo largo del camino y del seguimiento se suceden encuentros, palabras, gestos. El discípulo de todos los tiempos está invitado a reconocer en ellos a sí mismo, así como las circunstancias de su tiempo histórico. Hoy el relato evangélico nos presenta a “uno” que se le “acercó corriendo, se arrodilló y le preguntó”. Marcos no dice que ese “uno” sea “un joven”. Esta concreción solo está en Mateo. Ignoramos el nombre del personaje. Ese “uno” somos todos, jóvenes y viejos, tú y yo. No podemos detenernos en cada uno de los detalles del texto, pero la oración personal y reposada, sí. Y así: ¿salgo yo corriendo al encuentro con Jesús? ¿Me arrodillo ante la persona de Jesús? ¿Le pregunto? ¿Sobre qué asuntos?

Entre Jesús y el que sale a su encuentro se entabla un diálogo cordial, cargado de buenos deseos, y que culmina con una oferta de plenitud: “Vente conmigo” Lo cual exige previamente “vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres”. El que se atreva a hacer lo que Jesús dice, no pierde lo entregado a los pobres: lo transforma en “un tesoro en el cielo”. La inversión no parece mala, pero exige una radical opción de fe. El seguimiento de Jesús es exigente. Pero tampoco conviene confundirla con una opción por la “vida religiosa”, cura o monja. ¡No! Es una oferta hecha a todos y en todos los estados de la vida. Antes de la invitación al seguimiento, hay en el texto bíblico un detalle que nos muestra a un Jesús muy humano y cercano: “Jesús se le quedó mirando con cariño” el texto griego original dice: “Jesús le miró y le amó”. Es casi lo mismo, pero separa y marca dos momentos de Jesús: mira y ama.

ORACIÓN

Te pedimos, Señor, que tu gracia continuamente nos preceda y acompañe, de manera que estemos dispuestos a obrar siempre el bien. AMEN.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imagen de Patxi Velasco FANO