domingo, 29 de diciembre de 2024

1 DE ENERO: SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA MADRE DE DIOS (C)

 


En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.

1 DE ENERO

FIESTA DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS

JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LA PAZ

1ª Lectura: Números 6,22-27

Invocarán mi nombre y yo los bendeciré.

Salmo 66: “El Señor tenga piedad y nos bendiga”

2ª Lectura: Gálatas 4,4-7

Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer.

PALABRA DEL DÍA

Lucas 2,16-21

“En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño.

Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas esas cosas, meditándolas en su corazón.

Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.

Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como le había llamado el ángel antes de su concepción”.

Versión para América Latina extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“Fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre.

Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño,

y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores.

Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón.

Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido.

Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción”.

REFLEXIÓN

Jesús fue el nombre escogido por el cielo para designar al Mesías. Sabemos toda la fuerza que tiene este nombre bendito. Decir Jesús puede ser para nosotros la mejor bendición. Con el nombre de Jesús nos protegemos. Con el nombre de Jesús confesamos nuestra fe, porque estamos confesando  que en Jesús, Yahvé nos salva. Con el nombre de Jesús rezamos, pero siempre que se haga desde el espíritu: “Porque nadie puede decir: ¡Jesús es Señor! Sino por influjo del Espíritu Santo” (1 Cor 12,3). Con el nombre de Jesús evangelizamos, porque “no hay otro nombre por el cual el hombre pueda ser salvado” (Hch 4,12).

Sólo una mirada agradecida y suplicante a María. Toda la gracia y la bendición de Dios pasó por ella. Ella colaboró activamente con su docilidad y su entrega, con su acogida y disponibilidad, con la fuerza de su fe y de su amor. Fue siempre: “La mujer dócil a la voz del Espíritu… la que supo acoger como Abrahán la voluntad de Dios” “Esperando contra toda esperanza”.  La bendecida por el Señor.

“El Señor te bendiga y te proteja,

Ilumine su rostro sobre ti

Y te conceda su favor;

El Señor se fije en ti

Y te conceda la paz” (Núm 6,22ss)

Cada año, cada día, cada instante necesitamos la bendición de Dios: que ilumine su rostro sobre nosotros, que nos proteja y nos conceda su favor, que no parte sus ojos de nosotros, esos ojos grandes que envuelven en amor y que penetran hondo, pacificando.

Dios bendice desde el principio: “Y los bendijo Dios”. Bendice Dios para que vivamos y para que seamos felices en nuestra tarea. Bendición es el deseo de Dios expresado en palabras buenas. Pero la palabra que dios dice, se cumple. Cada palabra suya es como un beso de amor creativo. Dice, por ejemplo: ¡vive!, y el hombre empezó a ser. Dice: ¡no temas!, y se acabaron los miedos. Dice: ¡paz!, y la alegría nadie nos la puede quitar. Dice: ¡Espíritu!, y empezamos a renacer. ¡Bendícenos hoy, Señor!

ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR

Lucas concluye su relato del nacimiento de Jesús indicando a los lectores que «María guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón». No conserva lo sucedido como un recuerdo del pasado, sino como una experiencia que actualizará y revivirá a lo largo de su vida.

No es una observación gratuita. María es modelo de fe. Según este evangelista, creer en Jesús Salvador no es recordar acontecimientos de otros tiempos, sino experimentar hoy su fuerza salvadora, capaz de hacer más humana nuestra vida.

Por eso, Lucas utiliza un recurso literario muy original. Jesús no pertenece al pasado. Intencionadamente va repitiendo que la salvación de Jesús resucitado se nos está ofreciendo “HOY”, ahora mismo, siempre que nos encontramos con él. Veamos algunos ejemplos.

Así se nos anuncia el nacimiento de Jesús: “Os ha nacido hoy en la ciudad de David un Salvador”. Hoy puede nacer Jesús para nosotros. Hoy puede entrar en nuestra vida y cambiarla para siempre. Con él podemos nacer a una existencia nueva.

En una aldea de Galilea traen ante Jesús a un paralítico. Jesús se conmueve al verlo bloqueado por su pecado y lo sana ofreciéndole el perdón: “Tus pecados quedan perdonados”. La gente reacciona alabando a Dios: “Hoy hemos visto cosas admirables”. También nosotros podemos experimentar hoy el perdón, la paz de Dios y la alegría interior si nos dejamos sanar por Jesús.

En la ciudad de Jericó, Jesús se aloja en casa de Zaqueo, rico y poderoso recaudador de impuestos. El encuentro con Jesús lo transforma: devolverá lo robado a tanta gente y compartirá sus bienes con los pobres. Jesús le dice: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa”. Si dejamos entrar a Jesús en nuestra vida, hoy mismo podemos empezar una vida más digna, fraterna y solidaria.

Jesús está agonizando en la cruz en medio de dos malhechores. Uno de ellos se confía a Jesús: “Jesús, acuérdate de mí cuando estés en tu reino”. Jesús reacciona inmediatamente: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. También el día de nuestra muerte será un día de salvación. Por fin escucharemos de Jesús esas palabras tan esperadas: descansa, confía en mí, hoy estarás conmigo para siempre.

Hoy comenzamos un año nuevo. Pero, ¿qué puede ser para nosotros algo realmente nuevo y bueno? ¿Quién hará nacer en nosotros una alegría nueva? ¿Qué psicólogo nos enseñará a ser más humanos? De poco sirven los buenos deseos. Lo decisivo es estar más atentos a lo mejor que se despierta en nosotros. La salvación se nos ofrece cada día. No hay que esperar a nada. Hoy mismo puede ser para mí un día de salvación.

José Antonio Pagola (En Eclesalia)

ORA EN TU INTERIOR CON EL PADRE NUESTRO DE LA PAZ

Y ahora, una vez que tú estás bendecido, dedícate a bendecir. Si Dios ha puesto su luz en ti, irradia. Si Dios te ha pacificado, siembra la paz. Así como Dios nos ama para que nos amemos, Dios nos bendice para que bendigamos, para que lleguemos a ser una bendición. Que cuando te acerques a otro, sienta que sale de ti una irradiación benéfica y pacificadora. Y cuando alguien se acerque a ti, que tú le acojas entrañablemente y le digas bien, le digas cosas buenas, bonitas, y pueda volver gozoso. Y si tú no te atreves a bendecir, dile eso: que Dios te bendiga, pero de verdad.

PADRE que miras por igual a todos tus hijos a quienes ves enfrentados.

NUESTRO: de todos, sea cual sea nuestra edad, color o lugar de nacimiento.    

QUE ESTÁS EN LOS CIELOS, y en la tierra, en cada hombre, en los humildes y en los que sufren.

SANTIFICADO SEA TU NOMBRE pero no con el estruendo de las armas, sino con el susurro del corazón.

VENGA A NOSOTROS TU REINO, el de la paz, el del amor. Y aleja de nosotros los reinos de la tiranía y de la explotación.

HÁGASE TU VOLUNTAD siempre y en todas partes. En el cielo y en la tierra. Que tus deseos no sean obstaculizados por los hijos del poder.

DANOS EL PAN DE CADA DÍA que está amasado con paz, con justicia, con amor. Aleja de nosotros el pan de cizaña que siembra envidia y división.

DÁNOSLE HOY porque mañana puede ser tarde, la guerra amenaza y algún loco puede incendiarla.

PERDÓNANOS no como nosotros perdonamos, sino como Tú perdonas.

NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN de almacenar lo que no nos diste, de acumular lo que otros necesitan, de mirar con recelo al otro.

Expliquemos el Evangelio a los niños

imagen de Patxi Velasco FANO

 

 


sábado, 28 de diciembre de 2024

29 DE DICIEMBRE: FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA.

 


¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa

de mi Padre?

DOMINGO 29 DE DICIEMBRE

FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA

1ª Lectura: Eclesiástico 3,2-6.12-14

Salmo 127

Señor, dichosos los que viven en tu casa.

2ª Lectura: Primera carta del apóstol san Pablo  a los Colosenses: 3,12-23

PALABRA DEL DÍA

Lucas 2,41-52

“Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre, y cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas: todos los que lo oían, quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: -Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados. El les contestó: -¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre? Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. El bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres”.

Versión para Latinoamérica extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“Sus padres iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua.

Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre,

y acabada la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta.

Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos.

Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de él.

Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas.

Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas.

Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: "Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados".

Jesús les respondió: "¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?"

Ellos no entendieron lo que les decía.El regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón.

Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres”.

REFLEXIÓN

Podemos, a pesar de la crisis y de las amenazas de todo tipo a que ha sido sometida la familia, afirmar que sigue siendo el valor más cotizado, porque la familia es un canto a la vida, porque es una razón segura de esperanza, porque es forja de personalidad y telar de convivencia, porque es el pilar más seguro de la sociedad.

Hay, por desgracia, culturas de muerte: desde la violencia asesina a la práctica del aborto, desde la venta de armas a la injusticia que origina miseria, paro y pobreza… En la familia se cree y se cultiva la vida. Se toca ese misterio, que viene de fuente muy lejana. Uno se da cuenta de que la vida es algo que nos trasciende; no somos señores de la vida, sino transmisores; no somos fuente, sino canal, y también un poquito de vaso. Uno se da cuenta de que ésta es la vocación fundamental, que nada gratifica tanto como crear vida, vehicular la vida, cuidar y cultivar la vida.

¿Qué es, qué significa para los padres un hijo? Sí, una vida nueva, algo que no existía y ahora es, una prolongación de sí mismos, pero es, sobre todo, un misterio, es una respuesta afirmativa al amor, es un reto y una tarea que la Vida encomienda, es un gran Sí a nuestra razón de ser.

La familia es fruto de una lejana atracción. Fue posible porque hubo una llamada que hizo a dos personas salir de sí mismas en busca de un proyecto común. Fue un camino apasionante, pero no fácil, porque había que vaciarse de sí, para dar cabida al otro. El matrimonio significa una pascua, se muere a sí mismo para que viva el otro, una pascua de amor.

Los esposos son arquitectos de su propia casa. La construyen sobre la roca del amor, para que pueda hacer frente a todos los vientos y tempestades que sobrevengan. No la construyen sobre la arena movediza de la pasión o la ilusión o el interés (Mt 7,24-27). La casa se va levantando sobre varias columnas.         

Fidelidad, que significa una renovación continuada del Sí y que origina confianza creciente y transparencia constante.

Generosidad, que se manifiesta en el regalo de cada día, en el servicio de cada día, en la entrega de cada día. No importa tanto las cosas grandes y costosas, sino el gesto sencillo, el detalle pequeño, pero hecho con mimo, con intensidad.

Paciencia, sin límites, porque ¿Quién no tiene su debilidad, su equivocación, su cansancio, su olvido? ¿Quién no tiene su rareza, su manía, su capricho y tontería? ¿Quién no se cansa de lo mismo, de la monotonía, de lo que se repite, aunque sea muy bueno?

Respeto, porque el amor nunca puede ser absorbente o dominante. La persona, por muy amada que sea, no es cosa, sino misterio. El amor será respetuoso y humilde, para favorecer el crecimiento del otro en su verdad, en sus valores y características propias.

Cada una de estas columnas debe tener su adorno, su gracia, y es precisamente la alegría, el sentido del humor, el saber relativizar los problemas. El amor, en verdad, tiene “gracia”, en el doble sentido del humor y de santidad.

Conviene advertir que la construcción es permanente, que la casa no se termina nunca de rematar. Y es necesario tener en cuenta lo del salmo 126: “Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles”.



ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR

JORNADA POR LA FAMILIA Y POR LA VIDA

Hoy nos interesa contemplar a la familia en sí misma, en su naturaleza, en sus raíces,  que llegan hasta Dios, en su misión, en su misterio.

Comunidad de vida y amor: Tres sustantivos esenciales, creadores, definitivos. Estas tres grandes dimensiones de la familia son las que realmente definen lo humano y las que más nos acercan a Dios. Con estas tres columnas se puede construir, un mundo nuevo.

Comunidad, el único lugar en el que el hombre se salva y se realiza. No puede llegar el hombre a ser libre y auténtico, a ser persona, si no es a través de la apertura y la integración con el otro. La comunidad es la que nos salva de la soledad, de la marginación, del individualismo, de la autosuficiencia y la autocomplacencia, actitudes todas que conducen a la tristeza y la esterilidad del corazón.

La comunidad a la vez nos poda y enriquece. Nos poda el instinto egoísta y narcisista, que se repliega en sí mismo. Nos enriquece, haciéndonos crecer en acogida, en comunión, en responsabilidad y compromiso, en fecundidad y creatividad.

Vida, el don más grande, el milagro permanente, el río que no cesa de fluir. En la familia la vida se recibe, se crea y se cultiva. La vida puede tener nombre de hijo, y es lo que más llena y gratifica. No hay nada comparable en la vida como la experiencia de dar nueva vida. Ya no morirás del todo. La vida puede tener también nombre de colaboración, de servicio, de superación, de comunión. La vida puede estar en la ayuda mutua, en el compromiso mutuo, en poner en común las penas y las alegrías cotidianas, los fracasos y los logros permanentes, las preocupaciones y esperanzas de cada día.

Amor, la energía más grande, la canción más hermosa, el hijo que une todo el tejido familiar. Lo más delicado y lo más fuerte, lo más sencillo y lo más importante, lo más exigente y lo más gratificante. El amor es el perfume invisible del hogar, su fuerza secreta.

El amor es lo que realmente une y da vida, el secreto de la libertad y de la dicha. El amor en la familia lleva a poner al otro por encima de sí, a dar con generosidad y darse en gratuidad, a vivir en colaboración y en comunión. En la familia es donde se ama sin buscar ser amado.

Es el lugar donde el amor se aprende por contagio, donde lo extraordinario resulta normal.

Una familia diferente

Entre los católicos se defiende casi instintivamente el valor de la familia, pero no siempre nos detenemos a reflexionar el contenido concreto de un proyecto familiar, entendido y vivido desde el Evangelio. ¿Cómo sería una familia inspirada en Jesús?

La familia, según él, tiene su origen en el misterio del Creador que atrae a la mujer y al varón a ser “una sola carne”, compartiendo su vida en una entrega mutua, animada por un amor libre y gratuito. Esto es lo primero y decisivo. Esta experiencia amorosa de los padres puede engendrar una familia sana.

Siguiendo la llamada profunda de su amor, los padres se convierten en fuente de vida nueva. Es su tarea más apasionante. La que puede dar una hondura y un horizonte nuevo a su amor. La que puede consolidar para siempre su obra creadora en el mundo.

Los hijos son un regalo y una responsabilidad. Un reto difícil y una satisfacción incomparable. La actuación de Jesús, defendiendo siempre a los pequeños y abrazando y bendiciendo a los niños, sugiere la actitud básica: cuidar la vida frágil de quienes comienzan su andadura por este mundo. Nadie les podrá ofrecer nada mejor.

Una familia cristiana trata de vivir una experiencia original en medio de la sociedad actual, indiferente y agnóstica: construir su hogar desde Jesús. “Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Es Jesús quien alienta, sostiene y orienta la vida sana de la familia.

El hogar se convierte entonces en un espacio privilegiado para vivir las experiencias más básicas de la fe cristiana: la confianza en un Dios Bueno, amigo del ser humano; la atracción por el estilo de vida de Jesús; el descubrimiento del proyecto de Dios, de construir un mundo más digno, justo y amable para todos. La lectura del Evangelio en familia es, para todo esto, una experiencia decisiva.

En un hogar donde se le vive a Jesús con fe sencilla, pero con pasión grande, crece una familia siempre acogedora, sensible al sufrimiento de los más necesitados, donde se aprende a compartir y a comprometerse por un mundo más humano. Una familia que no se encierra solo en sus intereses sino que vive abierta a la familia humana.

Muchos padres viven hoy desbordados por diferentes problemas, y demasiado solos para enfrentarse a su tarea. ¿No podrían recibir una ayuda más concreta y eficaz desde las comunidades cristianas? A muchos padres creyentes les haría mucho bien encontrarse, compartir sus inquietudes y apoyarse mutuamente. No es evangélico exigirles tareas heroicas y desentendernos luego de sus luchas y desvelos.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

Señor, sé, que la gracia le viene a la familia de su relación contigo y de su apertura a la redención de Cristo, tu Hijo. Esta fiesta de la familia, que se celebra dentro del misterio que es la encarnación de tu Hijo Jesucristo. Si hace unos días miraba a Belén como capital de la paz y fuente de salvación, hoy tengo que mirar a Nazaret como la patria de la familia. Nazaret es punto de referencia obligado para cuantos, como yo, quieren vivir en comunidad de vida y amor.

Hoy, Señor, recuerdo a la Sagrada Familia, pero tengo que decir que toda familia es sagrada. Hay en todas las familias algo de ti, algo de tu misterio. Toda familia humana hunde sus raíces en ti. De ti recibe la gracia. Tú, Señor, bendices constantemente a la familia, la fortaleces en las dificultades, la ayudas a estar más unida, le das crecimiento y fecundidad.

ORACIÓN

Quiero orar por la Iglesia, esposa de Cristo, santa e inmaculada, para que sea la gran familia de los hijos de Dios.

 

Quiero orar por todos los pueblos de la tierra para que, superando diferencias y rivalidades, se unan más con lazos de solidaridad y fraternidad.

Quiero orar por todas las familias, para que, creciendo en el amor, estén abiertas a la vida.

Quiero orar, Señor, especialmente, por las familias que sufren a causa de la pobreza, el paro, la enfermedad de algunos de sus miembros, para que encuentren la ayuda solidaria que necesitan.

Quiero orar por las familias que viven en crisis por falta de entendimiento, de diálogo y de amor, para que, guardándose fidelidad, prevalezca en ellos lo que les une.

Finalmente, Señor, quiero orar por todos los hombres y mujeres del mundo y por todas nuestras familias para que seamos testigos de tu amor en el mundo.

Expliquemos el Evangelio a los niños

Imagen de Patxi Velasco FANO

 

 


domingo, 22 de diciembre de 2024

24 y 25 DE DICIEMBRE: NATIVIDAD DEL SEÑOR. MISA DE LA NOCHE Y MISA DEL DÍA.

 


He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo,

a quien pondrá el nombre de Enmanuel,

que quiere decir Dios-con-nosotros.

24 DE DICIEMBRE

La Natividad del Señor.

Misa Vespertina de la vigilia.

Primera lectura. Isaías: 62,1-5

El Señor se ha complacido en ti.

Salmo 88

Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.

Segunda lectura. Hechos de los Apóstoles: 13,16-17.22-25

Testimonio de Pablo acerca de Cristo, hijo de David.

EVANGELIO DEL DÍA

Mateo: 1,1-25

“Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán.

Abrahán engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos. Judá engendró de Tamar a Farés y a Zará, Farés a Esrón, Esrón a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró, de Rahab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed a Jesé, Jesé engendró a David, el rey.

David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam a Abías, Abías a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a Joatán, Joatán a Acaz, Acaz a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés a Amós, Amós a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos cuando el destierro de Babilonia.

Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaquín, Eliaquín a Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquím, Aquím a Eliud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Mesías, catorce.

“Este fue el origen de Jesucristo:

María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.

Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo.

Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados".

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta:

La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: "Dios con nosotros".

Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa”

REFLEXIÓN

Antes de que nazca Jesús en Belén, Mateo declara que llevará el nombre de «Emmanuel», que significa «Dios-con-nosotros». Su indicación no deja de ser sorprendente, pues no es el nombre con que Jesús fue conocido, y el evangelista lo sabe muy bien.

En realidad, Mateo está ofreciendo a sus lectores la clave para acercarnos al relato que nos va a ofrecer de Jesús, viendo en su persona, en sus gestos, en su mensaje y en su vida entera el misterio de Dios compartiendo nuestra vida. Esta fe anima y sostiene a quienes seguimos a Jesús.

Dios está con nosotros. No pertenece a una religión u otra. No es propiedad de los cristianos. Tampoco de los buenos. Es de todos sus hijos e hijas. Está con los que lo invocan y con los que lo ignoran, pues habita en todo corazón humano, acompañando a cada uno en sus gozos y sus penas. Nadie vive sin su bendición.

Dios está con nosotros. No escuchamos su voz. No vemos su rostro. Su presencia humilde y discreta, cercana e íntima, nos puede pasar inadvertida. Si no ahondamos en nuestro corazón, nos parecerá que caminamos solos por la vida.

Dios está con nosotros. No grita. No fuerza a nadie. Respeta siempre. Es nuestro mejor amigo. Nos atrae hacia lo bueno, lo hermoso, lo justo. En él podemos encontrar luz humilde y fuerza vigorosa para enfrentarnos a la dureza de la vida y al misterio de la muerte.

Dios está con nosotros. Cuando nadie nos comprende, él nos acoge. En momentos de dolor y depresión, nos consuela. En la debilidad y la impotencia nos sostiene. Siempre nos está invitando a amar la vida, a cuidarla y hacerla siempre mejor.

Dios está con nosotros. Está en los oprimidos defendiendo su dignidad, y en los que luchan contra la opresión alentando su esfuerzo. Y en todos está llamándonos a construir una vida más justa y fraterna, más digna para todos, empezando por los últimos.

Dios está con nosotros. Despierta nuestra responsabilidad y pone en pie nuestra dignidad. Fortalece nuestro espíritu para no terminar esclavos de cualquier ídolo. Está con nosotros salvando lo que nosotros podemos echar a perder.

Dios está con nosotros. Está en la vida y estará en la muerte. Nos acompaña cada día y nos acogerá en la hora final. También entonces estará abrazando a cada hijo o hija, rescatándonos para la vida eterna.

Dios está con nosotros. Esto es lo que celebramos los cristianos en las fiestas de Navidad: creyentes, menos creyentes, malos creyentes y casi increyentes. Esta fe sostiene nuestra esperanza y pone alegría en nuestras vidas.

José Antonio Pagola

ENTRA EN TU INTERIOR

Hoy se nos dice que por medio de José entra Jesús en el linaje davídico, y se cumple en Cristo el oráculo mesiánico del profeta Jeremías: el vástago de David se llamará “Dios-es-nuestra-justicia”, es decir, nuestra salvación. Salvador es precisamente el nombre que José pondrá al niño que nacerá de María, su esposa, que ha concebido por obra del Espíritu Santo, como le explica “en sueños el ángel del Señor” a José. Es la expresión bíblica para designar una revelación de Dios a una persona.

La acción creadora del Espíritu es decisiva para dar paso al Emmanuel (Dios-con-nosotros), que encabeza un nuevo pueblo y una humanidad regenerada. Mas, para realizar este plan de salvación, Dios cuenta también con la colaboración humana de María como madre natural, y de José como padre legal del vástago legítimo que viene a tomar posesión del trono de David: Jesús el Mesías.

¿A qué podía obedecer el reparo de José? Conociendo a María, su mujer, ¿cómo dudar de ella? ¡Imposible! Además, sin duda que María, le había puesto al corriente de lo que sucedía. Su reparo, por tanto, no se refería a María, sino a sí mismo. No quiere interferir en los planes del señor, a los que él no da alcance. ¿Cuál era su papel como futuro marido de una mujer a quien Dios había tocado con su Espíritu?

La palabra del ángel del Señor vino a darle seguridad, luz sobre su misión y confianza en Dios. Sería el padre “legal” del hijo de María, venido del Espíritu Santo para salvar al pueblo de sus pecados. La duda fue vencida por la obediencia de la fe. Así es como san José conecta con la dinastía mesiánica: no sólo por razón de genealogía, sino, y sobre todo, por el dinamismo de la obediencia de su fe, que le impulsa a aceptar una misión oscura y sin brillo especial, pero muy importante en los planes de Dios sobre la salvación humana.

ORACIÓN

Concédeme, Señor, iniciar la celebración de esta solemnidad con una voluntad tan grande de servicio, como merece la manifestación del comienzo de mi redención y la del mundo entero.

“La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre.

Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella,

y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.”

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25 DE DICIEMBRE

NATIVIDAD DEL SEÑOR

MISA DEL DÍA

Primera Lectura: Isaías 52,7-10

La tierra entera verá la salvación

que viene de nuestro Dios.

Salmo 97

Toda la tierra ha visto al Salvador.

Segunda Lectura: Hebreos 1,1-6

Dios nos ha hablado por medio de su Hijo.

PALABRA DEL DÍA

Juan 1,1-18

 “En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios.

Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.

En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.

La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.

Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.

Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de él y grita diciendo: -“Este es de quien dije: “El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo.”-

Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracias tras gracia.

Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.

A Dios nadie lo ha visto Jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer”

Versión para América Latina extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.

Al principio estaba junto a Dios.

Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.

En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.

Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.

Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.

El no era la luz, sino el testigo de la luz.La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.

Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció.

Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.

Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.

Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.

Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de él, al declarar: "Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo".

De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia:

porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.

Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.”

REFLEXIÓN

La Palabra de Dios, la que existía desde el principio, la que estaba en Dios y era Dios, se ha hecho carne de nuestra carne en Jesús. Dios se ha encarnado. Nuestro Dios se ha hecho muy cercano. Se ha vestido con nuestra naturaleza, ¡Qué maravilla! El Niño del pesebre es Dios, Dios con nosotros, Dios entre nosotros. El Verbo se ha hecho hombre y ha entrado en nuestra historia. ¿Y cómo ha venido a nosotros? Ha venido como un marginado. Sus padres no han encontrado un lugar digno y han ido a parar a un establo, al corral de los animales. Jesús ha encontrado como cuna un pesebre.

¿Por qué tenía que nacer en este lugar? Éste es el misterio de Dios. Él se ha encarnado en nuestro mundo, en el que están muy presentes la miseria, la marginación y la injusticia. Los hombres y las mujeres más pobres, los pequeños, las personas maltratadas y abandonadas pueden darse cuenta de que este Dios es su Dios, un Dios cercano, muy cercano. Él ha venido vestido de pobreza para que en él los más pobres encuentren la luz. Éste es su Dios, éste es nuestro Dios. Este nacimiento es un escándalo, como son escándalo la miseria y las diferencias de nuestro mundo: “Vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron…”

Los hombres prefirieron las tinieblas a la luz.

“Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre…”

ENTRA EN TU INTERIOR

RECUPERAR A JESÚS

Los creyentes tenemos múltiples y muy diversas imágenes de Dios. Desde niños nos vamos haciendo nuestra propia idea de él, condicionados, sobre todo, por lo que vamos escuchando a catequistas y predicadores, lo que se nos transmite en casa y en el colegio o lo que vivimos en las celebraciones y actos religiosos.

Todas estas imágenes que nos hacemos de Dios son imperfectas y deficientes, y hemos de purificarlas una y otra vez a lo largo de la vida. No lo hemos de olvidar nunca. El evangelio de Juan nos recuerda de manera rotunda una convicción que atraviesa toda la tradición bíblica: «A Dios no le ha visto nadie jamás»

Los teólogos hablamos mucho de Dios, casi siempre demasiado; parece que lo sabemos todo de él: en realidad, ningún teólogo ha visto a Dios. Lo mismo sucede con los predicadores y dirigentes religiosos; hablan con seguridad casi absoluta; parece que en su interior no hay dudas de ningún género: en realidad, ninguno de ellos ha visto a Dios.

Entonces, ¿cómo purificar nuestras imágenes para no desfigurar de manera grave su misterio santo? El mismo evangelio de Juan nos recuerda la convicción que sustenta toda la fe cristiana en Dios. Solo Jesús, el Hijo único de Dios, es «quien lo ha dado a conocer». En ninguna parte nos descubre Dios su corazón y nos muestra su rostro como en Jesús.  Dios nos ha dicho cómo es encarnándose en Jesús. No se ha revelado en doctrinas y fórmulas teológicas sublimes sino en la vida entrañable de Jesús, en su comportamiento y su mensaje, en su entrega hasta la muerte y en su resurrección. Para aproximarnos a Dios hemos de acercarnos al hombre en el que él sale a nuestro encuentro.

Siempre que el cristianismo ignora a Jesús o lo olvida, corre el riesgo de alejarse del Dios verdadero y de sustituirlo por imágenes distorsionadas que desfiguran su rostro y nos impiden colaborar en su proyecto de construir un mundo nuevo más liberado, justo y fraterno. Por eso es tan urgente recuperar la humanidad de Jesús.

No basta con confesar a Jesucristo de manera teórica o doctrinal. Todos necesitamos conocer a Jesús desde un acercamiento más concreto y vital a los evangelios, sintonizar con su proyecto, dejarnos animar por su espíritu, entrar en su relación con el Padre, seguirlo de cerca día a día. Ésta es la tarea apasionante de una comunidad que vive hoy purificando su fe. Quien conoce y sigue a Jesús va disfrutando cada vez más de la bondad insondable de Dios.

 José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

Seguro que tengo que cambiar mis esquemas. Jesús me dice con su presencia, sencillez, pobreza y amor cuáles son las semillas que debo plantar en mi corazón. He de fijarme en las personas a las que se ha manifestado. Qué cualidades tenían. Los pastores eran gentes muy sencillas. Ellos tenían el corazón preparado para recibir al Niño, para creer en el Niño. Y yo, ¿tengo mi corazón preparado? Aún estoy a tiempo para unirme a los pastores. Aún ahora puedo transformarme y sentir el calor del aliento del Niño Jesús. Quiero que sea la luz verdadera que me alumbre, esa luz que vino al mundo y la desaprovecharon, quiero aprovecharla, dejarme iluminar por ella para poder iluminar a los otros.

Señor, tu nacimiento está marcado por la marginación y la pobreza. La gloria del cielo se oscurece en la tierra. El que es Señor del mundo no encuentra sitio en el mundo para nacer. El que es dueño de todas las cosas necesita de los regalos de pobres pastores, que al raso cuidaban sus rebaños. Pero tú vienes con muchos regalos del cielo, y el primero de todos es la paz. Paz para todos los hombres sin excepción, para los buenos y para los malos, para los libres y los esclavos, paz envuelta en pañales de amor.

¡Oh, Señor! Contigo nació la gracia de Dios. En ti Dios se manifestó a los humildes y misericordiosos. Por ti fui rescatado de mi mediocridad. Y tú me enseñaste a vivir santamente y a esperar con las lámparas encendidas tu vuelta gloriosa.

ORACIÓN

Que sea y viva, Señor, como verdadero hijo tuyo.

Que sea y viva como hermano de todos los hombres.

Que sea comprensivo y compasivo, acogedor y solidario, capaz de superar mi individualismo y mi clasismo.

Que sea pobre, que solo busque tu reino y su justicia.

Que sea manso, que me convenza de que sólo tú yugo es llevadero y tú carga ligera.

Que sea capaz de mirar siempre con ojos de misericordia.

Que sepa hacer mío los dolores y sufrimientos de mis hermanos.

Que sepa amar, Señor, que sepa amar. Amén


domingo, 15 de diciembre de 2024

22 DE DICIEMBRE: CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO (C)

 

 


“¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!

22 DE DICIEMBRE

DOMINGO CUARTO DE ADVIENTO

1ª Lectura: Miqueas 5,1-4

De ti saldrá el jefe de Israel.

Salmo 79

“Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve”

2ª Lectura: Hebreos 10,5-10

Aquí estoy, Dios mío, para hacer tu voluntad.

PALABRA DEL DÍA

Lucas 1,39-45

“Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.”

“Unos días después, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuando Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: -“¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.”

Versión para Latinoamérica, extraída de la biblia del Pueblo de Dios

“En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.

Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.

Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo,

exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!

¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?

Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.

Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor".

REFLEXIÓN

RASGOS DE MARÍA

La visita de María a Isabel le permite al evangelista Lucas poner en contacto al Bautista y a Jesús antes incluso de haber nacido. La escena está cargada de una atmósfera muy especial. Las dos van a ser madres. Las dos han sido llamadas a colaborar en el plan de Dios. No hay varones. Zacarías ha quedado mudo. José está sorprendentemente ausente. Las dos mujeres ocupan toda la escena.

María que ha llegado aprisa desde Nazaret se convierte en la figura central. Todo gira en torno a ella y a su Hijo. Su imagen brilla con unos rasgos más genuinos que muchos otros que le han sido añadidos posteriormente a partir de advocaciones y títulos más alejados del clima de los evangelios.

María, “la madre del mi Señor”. Así lo proclama Isabel a gritos y llena del Espíritu Santo. Es cierto: para los seguidores de Jesús, María es, antes que nada, la Madre de nuestro Señor. Éste es el punto de partida de toda su grandeza. Los primeros cristianos nunca separan a María de Jesús. Son inseparables. “Bendecida por Dios entre todas las mujeres”, ella nos ofrece a Jesús, “fruto bendito de su vientre”.

María, la creyente. Isabel la declara dichosa porque “ha creído”. María es grande no simplemente por su maternidad biológica, sino por haber acogido con fe la llamada de Dios a ser Madre del salvador. Ha sabido escuchar a Dios; ha guardado su Palabra dentro de su corazón; la ha meditado; la ha puesto en práctica cumpliendo fielmente su vocación. María es Madre creyente.

María, la evangelizadora. María ofrece a todos la salvación de Dios que ha acogido en su propio Hijo. Esa es su gran misión y su servicio. Según el relato, María evangeliza no sólo con sus gestos y palabras, sino porque allá a donde va lleva consigo la persona de Jesús y su Espíritu. Esto es lo esencial del acto evangelizador.

María, portadora de alegría. El saludo de María contagia la alegría que brota de su Hijo Jesús. Ella ha sido la primera en escuchar la invitación de Dios: “Alégrate…el Señor está contigo”. Ahora, desde una actitud de servicio y de ayuda a quienes la necesitan, María irradia la Buena Noticia de Jesús, el Cristo, al que siempre lleva consigo. Ella es para la Iglesia el mejor modelo de una evangelización gozosa.

José Antonio Pagola



ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR

Este Hijo de las entrañas de María es el Hijo de Dios, es nuestro Salvador. Y viene a nosotros con vestido de humildad y de ternura. Él es nuestra paz, como dice el profeta Miqueas: “éste será nuestra paz”.

Deseemos su venida. Esperémoslo con todo el alma. Esforcémonos en hacer la voluntad de Dios, preparemos nuestro corazón para poderle acoger mejor. Esto es el Adviento, esto es la Navidad. Esperémoslo con el deseo de María. Pidámosle a María que nos ayude a esperarlo.

La carta a los Hebreos pone en labios de Jesús estas palabras: “Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad”. Digámoslo también nosotros. Digámoslo con Jesús. Sepámoslo decir en cualquier circunstancia. Nuestra vocación cristiana es agradar al Padre del cielo con un canto de agradecimiento.

ORA EN TU INTERIOR

Ahora podemos acercarnos a María, la que lleva en su seno a Jesús, y descubrir por qué es proclamada feliz, la más feliz, por su prima Isabel, otra pobre de espíritu que supo abrir su seno estéril al proyecto del Señor.

 María, mujer pobre materialmente y pobre en su corazón humilde, no es solamente la “madre del Salvador”. Hoy la liturgia nos la presenta como el prototipo del hombre creyente que espera al salvador; un salvador que no viene de fuera, sino que nace en ese Belén interior que escucha el oráculo del profeta: Porque de ti, aunque pequeño y humilde, saldrá el salvador… cuando la madre dé a luz…

Belén y María se unen porque están bajo el mismo signo de la humildad y de la pobreza de corazón…, esa pobreza que es fuerza para hacer cosas grandes.

También nosotros, los atormentados hombres del siglo veintiuno, vivimos un momento de oscuridad y desazón, pero no podemos cruzarnos de brazos “para que Dios obre”. O Cristo nace dentro de la comunidad, comunidad que se hace Cristo, o no habremos entendido nada lo que significa celebrar Navidad después de más de dos mil años del nacimiento histórico de Jesús en algún lugar de Palestina.

ORACIÓN

Con el gozo de los sencillos, como Isabel y María, queremos alabarte, señor, cada día con júbilo nuevo. El ejemplo de fe de María nos impulsa a decirte con los apóstoles: Señor, auméntanos la fe. Necesitamos también compartir esa fe, como ella, pues todo gozo compartido es felicidad doblada.

 Despierta tu poder, Señor, y ven a salvarnos. Visítanos con tu salvación, “oh sol que naces de lo alto, resplandor de la luz eterna, sol de justicia, ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblas y sombra de muerte”.

Expliquemos el evangelio a los niños.

Imagen de Patxi Velasco FANO


martes, 10 de diciembre de 2024

 


“Yo os bautizo con agua… Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego”

15 DE DICIEMBRE

DOMINGO TERCERO DE ADVIENTO

DOMINGO GAUDETE

1ª Lectura: Sofonías 3,14-18

El Señor se alegrará en ti.

Responsorial: Isaías 12,2-6

Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.

2ª Lectura: Filipenses 4,4-7

El Señor está cerca.

PALABRA DEL DÍA

Lucas 3,10-18

“La gente preguntó a Juan: “¿Entonces, qué hacemos?”. Él contestó: “El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo”. Vinieron también a bautizarse unos publicanos, y le preguntaron: “Maestro, ¿qué hacemos nosotros?”. Él les contestó: “No exijáis más de lo establecido”. Unos militares le preguntaron: “¿Qué hacemos nosotros?”. Él les contestó: “No hagáis extorsión a nadie, ni os aprovechéis con denuncias, sino contestaos con la paga”. El pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y digo a todos: “Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo; y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego: tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga”. Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio”.

Versión para Latinoamérica extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“La gente le preguntaba: "¿Qué debemos hacer entonces?".

El les respondía: "El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga otro tanto".

Algunos publicanos vinieron también a hacerse bautizar y le preguntaron: "Maestro, ¿qué debemos hacer?".

El les respondió: "No exijan más de lo estipulado".

A su vez, unos soldados le preguntaron: "Y nosotros, ¿qué debemos hacer?". Juan les respondió: "No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo".

Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías,

él tomó la palabra y les dijo: "Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego.

Tiene en su mano la horquilla para limpiar su era y recoger el trigo en su granero. Pero consumirá la paja en el fuego inextinguible".

Y por medio de muchas otras exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Noticia”.

REFLEXIÓN

REPARTIR CON EL QUE NO TIENE

La Palabra del Bautista desde el desierto tocó el corazón de las gentes. Su llamada a la conversión y al inicio de una vida más fiel a Dios despertó en muchos de ellos una pregunta concreta: ¿Qué debemos hacer? Es la pregunta que brota siempre en nosotros cuando escuchamos una llamada radical y no sabemos cómo concretar nuestra respuesta.

El Bautista no les propone ritos religiosos ni tampoco normas ni preceptos. No se trata propiamente de hacer cosas ni de asumir deberes, sino de ser de otra manera, vivir de forma más humana, desplegar algo que está ya en nuestro corazón: el deseo de una vida más justa, digna y fraterna.

Lo más decisivo y realista es abrir nuestro corazón a Dios mirando atentamente a las necesidades de los que sufren. El bautista sabe resumirles su respuesta con una fórmula genial por su simplicidad y verdad: “El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga comida, haga lo mismo”. Así de simple y claro.

¿Qué podemos decir ante estas palabras quienes vivimos en un mundo donde más de un tercio de la humanidad vive en la miseria luchando cada día por sobrevivir, mientras nosotros seguimos llenando nuestros armarios con toda clase de túnicas y tenemos nuestros frigoríficos repletos de comida?

Y ¿Qué podemos decir los cristianos ante esta llamada tan sencilla y tan humana? ¿No hemos de empezar a abrir los ojos de nuestro corazón para tomar conciencia más viva de esa insensibilidad y esclavitud que nos mantiene sometidos a un bienestar que nos impide ser más humanos?

Mientras nosotros seguimos preocupados, y con razón, de muchos aspectos del momento actual del cristianismo, no nos damos cuenta de que vivimos “cautivos de una religión burguesa”.

El cristianismo, tal como nosotros lo vivimos, no parece tener fuerza para transformar la sociedad del bienestar. Al contrario, es ésta la que está desvirtuando lo mejor de la religión de Jesús, vaciando nuestro seguimiento a Cristo de valores tan genuinos como la solidaridad, la defensa de los pobres, la compasión y la justicia.

 

Por eso, hemos de valorar y agradecer mucho más el esfuerzo de tantas personas que se rebelan contra este “cautiverio”, comprometiéndose en gestos concretos de solidaridad y cultivando un estilo de vida más sencillo, austero y humano,

José Antonio Pagola

ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR

El Bautista no nos propone ritos sagrados, tampoco normas ni preceptos. Lo primero no es cumplir mejor los deberes religiosos, sino vivir de forma más humana, reavivar algo que está ya en nuestro corazón: el deseo de una vida más justa, digna y fraterna.

Lo más decisivos es abrir nuestro corazón a Dios mirando atentamente a las necesidades de los que sufren. El Bautista resume su respuesta con una fórmula genial por su sencillez y verdad: “el que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida haga lo mismo”.

¿Qué podemos decir ante estas palabras quienes habitamos en un mundo donde más de un tercio de la humanidad vive en la miseria, luchando cada día por sobrevivir, mientras muchos siguen llenando sus armarios con toda clase de túnicas y tienen sus frigoríficos repletos de alimentos?

¿Y qué podemos decir los seguidores de Jesús ante esta llamada tan sencilla y tan humana? ¿No hemos de empezar por abrir los ojos de nuestro corazón para tomar conciencia de que vivimos sometidos a un bienestar que nos impide ser más humanos?

ORA EN TU INTERIO

Juan Bautista proclamaba en voz alta lo que muchos sentían en aquel momento: hay que cambiar; no se puede seguir así; es necesario volver a Dios. Según el evangelista Lucas, algunos se sintieron cuestionados por su predicación y se acercaron al Bautista con una pregunta decisiva: ¿qué podemos hacer?

Por muchas llamadas de carácter político o religioso que se escuchen en una sociedad, las cosas solo empiezan a cambiar cuando hay personas que se atreven a enfrentarse a su propia verdad, dispuestas a transformar su vida: ¿qué podemos hacer?

El bautista tiene las ideas muy claras. No les invita a acudir al desierto a vivir una vida ascética de penitencia, como él. Tampoco les anima a peregrinar a Jerusalén para recibir al Mesías en el templo. La mejor manera de preparar el camino a Dios es, sencillamente, trabajar por una sociedad más solidaria y fraterna, menos injusta y violenta.

Juan no habla a las víctimas, sino a los responsables de aquel estado de cosas. Se dirige a los que tienen “dos túnicas” y pueden comer; a los que se enriquecen de manera injusta a costa de otros; a los que abusan de su poder y de su fuerza. 

Su mensaje es diáfano: no os aprovechéis de nadie, no abuséis de los débiles, no viváis a costa de otros, no penséis solo en vuestro bienestar: “el que tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene; y el que tenga comida haga lo mismo”. Así de simple. Así de claro.

Aquí termina nuestra palabrería. Aquí se desvela la verdad de nuestra vida. Aquí queda al descubierto la mentira de no pocas formas de vivir la religión. ¿Por dónde podemos empezar a cambiar la sociedad? ¿Qué podemos hacer para abrir caminos a Dios en el mundo? Muchas cosas, pero nada tan eficaz y realista como compartir lo que tenemos con los necesitados.

ORACIÓN

Señor, ten piedad de tu Iglesia que a menudo carece de la fuerza de una presencia comprometida en la historia.

Señor, ten piedad de nuestras comunidades, muchas veces reacias a dejarse llevar por la fuerza de tu Espíritu.

Señor, ten piedad de todos nosotros, por el desconocimiento que tenemos de Cristo y del Evangelio.

Señor, ten piedad, por la manera que tengo de encubrir mi pereza para interpretar tu Palabra aplicándola a mi vida diaria.

Señor, ten piedad, por la responsabilidad que me corresponde en fomentar la injusticia, la mentira y la división.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imagen de Patxi Velasco FANO