-“No temáis, os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.”
DOMINGO 24 DE DICIEMBRE
NATIVIDAD DEL SEÑOR
MISA DE LA NOCHE
1ª Lectura: Isaías
9,1-3.5-6
Un Hijo nos ha nacido
Salmo 95
“Hoy nos ha nacido un
Salvador: El Mesías, el Señor”
2ª Lectura: De la Carta
de san Pablo a Tito 2,11-14
La gracia de Dios se ha
manifestado a todos los hombres
PALABRA DEL DÍA
Lucas 2,1-14
“En aquel tiempo, salió un decreto del emperador
Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero.
Éste fue el primer censo que se hizo siendo Cirino
gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad.
También José, que era de la casa y familia de David,
subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se
llama Belén, en Judea, para inscribirse con su esposa María, que estaba
encinta. Y mientras estaba allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su
hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no
tenían sitio en la posada.
En aquella región había unos pastores que pasaban la
noche al aire libre, velando por turnos su rebaño.
Y un ángel del Señor se les presentó; la gloria del
Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor.
El ángel les dijo:
-“No temáis, os traigo una buena noticia, una gran
alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un
Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño
envuelto en pañales y acostado en un pesebre.”
De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del
ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: -“Gloria a Dios en el cielo, y
en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.”
Versión para
Latinoamérica extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“En aquella época apareció un decreto del emperador
Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo.
Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba
la Siria.
Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.
José, que pertenecía a la familia de David, salió de
Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David,
para inscribirse con María, su esposa, que estaba
embarazada.
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo
de ser madre;
y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió
en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el
albergue.
En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban
por turno sus rebaños durante la noche.
De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la
gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor,
pero el Ángel les dijo: "No teman, porque les
traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo:
Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador,
que es el Mesías, el Señor.
Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño
recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre".
Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud
del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
"¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra,
paz a los hombres amados por él!".
REFLEXIÓN
El ciclo de Navidad-Epifanía, está escrito a imagen y
semejanza del ciclo de Pascua y, por tanto, depende de él. Los dos empiezan de
noche. Porque dos veces a lo largo del año –sólo dos veces- la Iglesia nos
convoca de noche al templo para velar; son dos noches que tienen una luz
especial, un resplandor que viene de Dios. La Nochebuena, la Vigilia Pascual. Y
no podemos entender la una sin la otra: son dos noches que nos hablan de un
único misterio.
Hoy tenemos el inicio de la salvación; en la Pascua, tenemos
el cumplimiento, la plenitud. En la Navidad es Dios quien se hace hijo de los
hombres; en la Pascua es el hombre quien se convierte en hijo de Dios. El
protagonista es siempre el mismo: Jesús, en la Navidad con su nacimiento; en la
Pascua con su muerte y resurrección; y desde su vida nos muestra que la vida
humana se puede vivir de un modo nuevo y diferente, que tiene un nombre
concreto: el Reino de Dios, que es el Reino del hombre.
Hoy ha descendido la paz y la alegría sobre nosotros: “No
temáis, os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo…Os ha
nacido un Salvador”
ENTRA EN TU INTERIOR
EN UN PESEBRE
Según el relato de Lucas, es el mensaje del Ángel a los
pastores el que nos ofrece las claves para leer desde la fe el misterio que se
encierra en un niño nacido en extrañas circunstancias en las afueras de Belén.
Es de noche. Una claridad desconocida ilumina las tinieblas que cubren Belén.
La luz no desciende sobre el lugar donde se encuentra el niño, sino que
envuelve a los pastores que escuchan el mensaje. El niño queda oculto en la
oscuridad, en un lugar desconocido. Es necesario hacer un esfuerzo para descubrirlo.
Estas son las primeras palabras que hemos de escuchar: «No
tengáis miedo. Os traigo la Buena Noticia: la alegría grande para todo el
pueblo». Es algo muy grande lo que ha sucedido. Todos tenemos motivo para
alegrarnos. Ese niño no es de María y José. Nos ha nacido a todos. No es solo
de unos privilegiados. Es para toda la gente.
Los cristianos no hemos de acaparar estas fiestas. Jesús es
de quienes lo siguen con fe y de quienes lo han olvidado, de quienes confían en
Dios y de los que dudan de todo. Nadie está solo frente a sus miedos. Nadie
está solo en su soledad. Hay Alguien que piensa en nosotros.
Así lo proclama el mensajero: «Hoy os ha nacido un Salvador:
el Mesías, el Señor». No es el hijo del emperador Augusto, dominador del mundo,
celebrado como salvador y portador de la paz gracias al poder de sus legiones.
El nacimiento de un poderoso no es buena noticia en un mundo donde los débiles
son víctima de toda clase de abusos.
Este niño nace en un pueblo sometido al Imperio. No tiene
ciudadanía romana. Nadie espera en Roma su nacimiento. Pero es el Salvador que
necesitamos. No estará al servicio de ningún César. No trabajará para ningún
imperio. Solo buscará el reino de Dios y su justicia. Vivirá para hacer la vida
más humana. En él encontrará este mundo injusto la salvación de Dios.
¿Dónde está este niño? ¿Cómo lo podemos reconocer? Así dice
el mensajero: «Aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y
acostado en un pesebre». El niño ha nacido como un excluido. Sus padres no le
han podido encontrar un lugar acogedor. Su madre lo ha dado a luz sin ayuda de
nadie. Ella misma se ha valido, como ha podido, para envolverlo en pañales y
acostarlo en un pesebre.
En este pesebre comienza Dios su aventura entre los hombres.
No lo encontraremos en los poderosos sino en los débiles. No está en lo grande
y espectacular sino en lo pobre y pequeño. Hemos de escuchar el mensaje:
vayamos a Belén; volvamos a las raíces de nuestra fe. Busquemos a Dios donde se ha encarnado.
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
Hemos contemplado la Buena Noticia, la mejor noticia que
anunciaron los ángeles a los pastores y que la Iglesia sigue anunciando a todos
los hombres del mundo. Es una noticia buena para todos, pero especialmente para
aquellos que buscan intensamente a Dios y para los que angustiosamente lo
necesitan; es decir, para los que creen, para los que sufren, para los pobres y
excluidos de la sociedad.
Celebramos el nacimiento de dios, y el nacimiento de dios
envuelto en la mayor humildad y pobreza. Lo primero es que vino Dios a
nosotros, lo segundo, los parámetros y las circunstancias de esta venida.
ORACIÓN
Hoy, en esta eucaristía de media noche, vienes a mí, señor, y
mañana, en la misa del día, contemplaré tu gloria. Vienes a mí para que, libre
de temor, arrancado de la mano de mis enemigos, te sirva con santidad y
justicia todos los días de mi vida. ¡Qué maravillosa visión de la vida
cristiana, que cada día me recuerda la antífona “benedictus” ¡. Te pido que en
esta Navidad ninguna ocupación o preocupación aparte de mi mente, mi corazón y
mi vida de lo único importante que eres tú, que vienes y me pides alojarte en
mi corazón.
Expliquemos el
Evangelio a los niños.
Imágenes de Patxi
Velasco FANO
En la Palabra había
vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la
tiniebla no la recibió.
LUNES 25 DE DICIEMBRE
NATIVIDAD DEL SEÑOR
MISA DEL DÍA
1ª Lectura: Isaías
52,7-10
La tierra entera verá
la salvación que viene de nuestro Dios
Salmo 97
“Los confines de la
tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios”
2ª Lectura: Hebreos
1,1-6
Dios nos ha hablado por
medio de su Hijo
PALABRA DEL DÍA
Juan 1,1-18
“En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra
estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba
junto a Dios.
Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se
hizo nada de lo que se ha hecho.
En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los
hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba
Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él
todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo
hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de
ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser
hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor
carnal, ni de amor humano, sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y
hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre lleno de
gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo: -“Este es
de quien dije: “El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía
antes que yo.”-
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracias tras
gracia.
Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y
la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto Jamás: el Hijo único, que
está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer”
Versión para
Latinoamérica extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a
Dios, y la Palabra era Dios.
Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin
ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la
percibieron.
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que
todos creyeran por medio de él.
El no era la luz, sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo,
ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de
ella, y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su
Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni
de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y
nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único,
lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él, al declarar: "Este es aquel
del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía
antes que yo".
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos
recibido gracia sobre gracia:
porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y
la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo
único, que está en el seno del Padre”.
REFLEXIÓN
La Palabra de Dios, la que existía desde el principio, la que
estaba en Dios y era Dios, se ha hecho carne de nuestra carne en Jesús. Dios se
ha encarnado. Nuestro Dios se ha hecho muy cercano. Se ha vestido con nuestra
naturaleza, ¡Qué maravilla! El Niño del pesebre es Dios, Dios con nosotros,
Dios entre nosotros. El Verbo se ha hecho hombre y ha entrado en nuestra
historia. ¿Y cómo ha venido a nosotros? Ha venido como un marginado. Sus padres
no han encontrado un lugar digno y han ido a parar a un establo, al corral de
los animales. Jesús ha encontrado como cuna un pesebre.
¿Por qué tenía que nacer en este lugar? Éste es el misterio
de Dios. Él se ha encarnado en nuestro mundo, en el que están muy presentes la
miseria, la marginación y la injusticia. Los hombres y las mujeres más pobres,
los pequeños, las personas maltratadas y abandonadas pueden darse cuenta de que
este Dios es su Dios, un Dios cercano, muy cercano. Él ha venido vestido de
pobreza para que en él los más pobres encuentren la luz. Éste es su Dios, éste
es nuestro Dios. Este nacimiento es un escándalo, como son escándalo la miseria
y las diferencias de nuestro mundo: “Vino a los suyos, y los suyos no lo
recibieron…”
Los hombres prefirieron las tinieblas a la luz.
“Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder para ser hijos
de Dios, si creen en su nombre".
ENTRA EN TU INTERIOR
Los creyentes tenemos múltiples y muy diversas imágenes de
Dios. Desde niños nos vamos haciendo nuestra propia idea de él, condicionados,
sobre todo, por lo que vamos escuchando a catequistas y predicadores, lo que se
nos transmite en casa y en el colegio o lo que vivimos en las celebraciones y
actos religiosos. Todas estas imágenes que nos hacemos de Dios son imperfectas
y deficientes, y hemos de purificarlas una y otra vez a lo largo de la vida. No
lo hemos de olvidar nunca. El evangelio de Juan nos recuerda de manera rotunda
una convicción que atraviesa toda la tradición bíblica: «A Dios no lo ha visto
nadie jamás».
Los teólogos hablamos mucho de Dios, casi siempre demasiado;
parece que lo sabemos todo de él: en realidad, ningún teólogo ha visto a Dios.
Lo mismo sucede con los predicadores y dirigentes religiosos; hablan con
seguridad casi absoluta; parece que en su interior no hay dudas de ningún
género: en realidad, ninguno de ellos ha visto a Dios.
Entonces, ¿cómo purificar nuestras imágenes para no
desfigurar de manera grave su misterio santo? El mismo evangelio de Juan nos
recuerda la convicción que sustenta toda la fe cristiana en Dios. Solo Jesús,
el Hijo único de Dios, es «quien lo ha dado a conocer». En ninguna parte nos
descubre Dios su corazón y nos muestra su rostro como en Jesús.
Dios nos ha dicho cómo es encarnándose en Jesús. No se ha
revelado en doctrinas y fórmulas teológicas sublimes sino en la vida entrañable
de Jesús, en su comportamiento y su mensaje, en su entrega hasta la muerte y en
su resurrección. Para aproximarnos a Dios hemos de acercarnos al hombre en el
que él sale a nuestro encuentro.
Siempre que el cristianismo ignora a Jesús o lo olvida, corre
el riesgo de alejarse del Dios verdadero y de sustituirlo por imágenes
distorsionadas que desfiguran su rostro y nos impiden colaborar en su proyecto
de construir un mundo nuevo más liberado, justo y fraterno. Por eso es tan
urgente recuperar la humanidad de Jesús.
No basta con confesar a Jesucristo de manera teórica o
doctrinal. Todos necesitamos conocer a Jesús desde un acercamiento más concreto
y vital a los evangelios, sintonizar con su proyecto, dejarnos animar por su
espíritu, entrar en su relación con el Padre, seguirlo de cerca día a día. Ésta
es la tarea apasionante de una comunidad que vive hoy purificando su fe. Quien
conoce y sigue a Jesús va disfrutando cada vez más de la bondad insondable de
Dios.
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
Señor, tu nacimiento está marcado por la marginación y la
pobreza. La gloria del cielo se oscurece en la tierra. El que es Señor del
mundo no encuentra sitio en el mundo para nacer. El que es dueño de todas las
cosas necesita de los regalos de pobres pastores, que al raso cuidaban sus
rebaños. Pero tú vienes con muchos regalos del cielo, y el primero de todos es
la paz. Paz para todos los hombres sin excepción, para los buenos y para los
malos, para los libres y los esclavos, paz envuelta en pañales de amor.
¡Oh, Señor! Contigo nació la gracia de Dios. En ti Dios se
manifestó a los humildes y misericordiosos. Por ti fui rescatado de mi
mediocridad. Y tú me enseñaste a vivir santamente y a esperar con las lámparas
encendidas tu vuelta gloriosa.
ORACIÓN
Seguro que tengo que cambiar mis esquemas. Jesús me dice con
su presencia, sencillez, pobreza y amor cuáles son las semillas que debo
plantar en mi corazón. He de fijarme en las personas a las que se ha
manifestado. Qué cualidades tenían. Los pastores eran gentes muy sencillas.
Ellos tenían el corazón preparado para recibir al Niño, para creer en el Niño.
Y yo, ¿tengo mi corazón preparado? Aún estoy a tiempo para unirme a los
pastores. Aún ahora puedo transformarme y sentir el calor del aliento del Niño
Jesús. Quiero que sea la luz verdadera que me alumbre, esa luz que vino al
mundo y la desaprovecharon, quiero aprovecharla, dejarme iluminar por ella para
poder iluminar a los otros.
Expliquemos el
Evangelio a los niños.
Imágenes de Patxi
Velasco FANO
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