“Por tanto, manteneos
despiertos, que no sabéis el día ni la hora.”
12 DE NOVIEMBRE
XXXII DOMINGO DEL
TIEMPO ORDINARIO
Primera Lectura:
Sabiduría 6,12-16
Encuentran la sabiduría
aquellos que lo buscan.
Salmo 62
Señor, mi alma tiene
sed de ti.
Segunda Lectura: 1
Tesalonicenses 4,13-18
A los que mueren en
Jesús, Dios los llevará con él.
EVANGELIO DEL DÍA
Mateo 25,1-13
“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta
parábola: Entonces se parecerá el reino de Dios a diez muchachas que cogieron
sus candiles y salieron a recibir al novio. Cinco eran necias y cinco sensatas.
Las necias, al coger los candiles, se dejaron el
aceite; las sensatas, en cambio, llevaron alcuzas de aceite además de los
candiles.
Como el novio tardaba, les entró sueño a todas y se
durmieron.
A medianoche se oyó gritar:
- ¡Que llega el novio, salid a recibirlo!
Se despertaron todas y se pusieron a despabilar los
candiles. Las necias dijeron a las sensatas:
- Dadnos de vuestro aceite, que los candiles se nos apagan.
Pero las sensatas contestaron:
- Por si acaso no hay bastante para todas, mejor es
que vayáis a la tienda a comprarlo.
Mientras iban a comprarlo llegó el novio: las que
estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Cuando por fin llegaron las otras muchachas, se
pusieron a llamar:
- Señor, señor, ábrenos.
Pero él respondió:
- Os aseguro que no sé quiénes sois.
Por tanto, manteneos despiertos, que no sabéis el día
ni la hora.”
Versión para América
Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“Por eso, el Reino de los Cielos será semejante a diez
jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes.
Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de
aceite,
mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y
también llenaron de aceite sus frascos.
Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a
todas y se quedaron dormidas.
Pero a medianoche se oyó un grito: 'Ya viene el
esposo, salgan a su encuentro'.
Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus
lámparas.
Las necias dijeron a las prudentes: '¿Podrían darnos
un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?'.
Pero estas les respondieron: 'No va a alcanzar para
todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado'.
Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban
preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta.
Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: 'Señor,
señor, ábrenos',
pero él respondió: 'Les aseguro que no las conozco'.
Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.”
REFLEXIÓN
La tendencia de la primera comunidad a alegorizar la
parábola, nos ha privado de su sentido más profundo. El punto de inflexión de
la parábola está en la falta de aceite para que las lámparas puedan estar
encendidas. Comparar a Cristo con el esposo y a la Iglesia con la esposa, que
ni siquiera se menciona, no tiene apoyo ninguno exegético.
El relato está tomado de la vida cotidiana. Después de un año
o más de desposorios, se celebraba la boda, que consistía en conducir a la
novia a la casa del novio, donde se celebraba el banquete. Esta ceremonia no
tenía ningún carácter religioso. El novio, acompañado de sus amigos y parientes
iba a casa de la novia para conducirla a su propia casa. En la casa de la novia
le esperaban las amigas de la novia, que la acompañarían en el trayecto. Todos
estos rituales empezaban a la puesta del sol y tenían lugar de noche, de ahí la
necesidad de las lámparas para poder caminar.
La importancia del relato no la tiene el novio ni la novia,
ni siquiera los acompañantes. Lo que el relato destaca es la luz. La luz es más
importante que las mismas muchachas, porque lo que determina que entren o no
entren en el banquete es que tengan o no tengan el candil encendido. Una
acompañante sin luz no pintaba nada en el cortejo. Ahora bien, para que dé luz
una lámpara, tiene que tener aceite. Aquí está la madre del cordero. Lo
importante es la luz, pero lo que hay que procurar es el aceite.
Jesús había dicho: “Yo soy la luz del mundo”. Y también:
“vosotros sois la luz del mundo”. El ser humano es luz cuando ha desplegado su
verdadero ser; es decir, cuando trasciende y va más allá de lo que le pide su
simple animalidad. No es que nuestra condición de animales sea algo malo, al
contrario, es la base para alcanzar nuestra plenitud, pero si no vamos más
allá, cercenamos nuestras posibilidades de humanidad.
La primera lectura nos puede ayudar a encontrar el sentido de
la parábola.
Sab 6, 13-16: “Ven la sabiduría los que la aman, la
encuentran los que la buscan.
La verdadera Sabiduría es encontrar la manera de dar un
sentido a la vida. Dar sentido a la vida es más importante que la vida misma.
Ese sentido no viene dado, tenemos que buscarlo. Esa es la tarea más
específicamente humana. Nuestra vida puede quedar malograda como tal vida
humana.
Esa es la advertencia de la parábola. Hay que estar alerta,
porque el tiempo pasa. Si estamos dormidos, hay que despertar, porque de lo
contrario, perderemos la oportunidad de descubrir esa Sabiduría.
¿Cuál es el aceite que hace arder la lámpara? Si acertamos
con la respuesta a esta pregunta, tenemos resuelto el significado de la
parábola.
En Mt 7,24-27, se dice: “Todo aquel que escucha estas
palabras mías y las pone por obra, se parece al hombre sensato que edificó su
casa sobre roca. Y todo aquel que escucha estas palabras mías y no las pone por
obra, se parece al necio...”
La luz que tiene que arder es la práctica del mensaje de
Jesús. El aceite que tiene que alimentar esa llama, es el amor manifestado. El
ser necio o sensato no depende de un conocimiento mayor o menor, sino de una
práctica.
Así se entiende que las sensatas no compartan el aceite con
las necias. No se trata de egoísmo: es que resulta imposible amar en nombre de
otra persona o considerar propia la entrega que otro ha realizado. Nuestra
lámpara no puede arder con el aceite de otro. La llama a la que se refiere la
parábola no puede ser encendida con aceite comprado o prestado. El sentido de
toda una vida no se puede improvisar en un instante.
Sólo con lo que hay de Dios en nosotros, descubierto,
reconocido y desplegado, puede considerarse encendido nuestro ser.
Ese despliegue constituye la Sabiduría de la que nos hablaba
la primera lectura. Sin esa llama, seremos irreconocibles incluso para el mismo
Dios. Para entrar a formar parte de una orquesta, no basta con adquirir un buen
violín; hay que aprender a tocarlo y armonizar tu música con los demás.
Interpretar esta parábola en el sentido de que debemos estar
preparados para el día de la muerte, es tergiversar el evangelio. El esperar
una venida futura es una perspectiva inútil, porque Jesús ya dijo a sus
discípulos: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”
La parábola no hace especial hincapié en el fin, sino en la
inutilidad de una espera que no va acompañada de una actitud de amor y de
servicio. Las lámparas deben estar encendidas siempre; si esperamos a
prepararlas en el último momento perderemos la oportunidad de entrar con el
novio.
ENTRA EN TU INTERIOR
ENCENDER LAS LÁMPARAS
Entre los primeros cristianos había, sin duda, discípulos
«buenos» y discípulos «malos» Sin embargo, al escribir su evangelio, Mateo se
preocupa sobre todo de recordar que, dentro de la comunidad cristiana, hay
discípulos «sensatos» que están actuando de manera responsable e inteligente, y
hay discípulos «necios» que actúan de manera frívola y descuidada. ¿Qué quiere
decir esto?
Mateo lo explica al recoger dos parábolas de Jesús. La
primera es muy clara. Hay algunos que «escuchan las palabras de Jesús», y «las
ponen en práctica» Toman en serio el Evangelio y lo traducen en vida. Son como
el «hombre sensato» que construye su casa sobre roca. Es el sector más
responsable: los que van construyendo su vida y la de la Iglesia sobre la
autenticidad y la verdad de Jesús.
Pero hay también quienes escuchan las palabras de Jesús, y
«no las ponen en práctica». Son tan «necios» como el hombre que «edifica su
casa sobre arena» Su vida es un disparate. Construyen sobre el vacío. Si fuera
sólo por ellos, el cristianismo sería pura fachada, sin fundamento real en
Jesús.
Esta parábola nos ayuda a captar el mensaje fundamental de
otro relato en el que un grupo de jóvenes salen, llenas de alegría, a esperar
al esposo, para acompañarlo a la fiesta de su boda. Desde el comienzo se nos
advierte que unas son «sensatas» y otras «necias».
Las «sensatas» llevan consigo aceite para mantener encendidas
sus lámparas; las «necias» no piensan en nada de esto. El esposo tarda, pero
llega a medianoche. Las «sensatas» salen con sus lámparas a iluminar el camino,
acompañan al esposo y «entran con él» en la fiesta. Las «necias», por su parte,
no saben cómo resolver su problema: «se les apagan las lámparas». Así no pueden
acompañar al esposo. Cuando llegan es tarde. La puerta está cerrada.
El mensaje es claro y urgente Es una insensatez seguir
escuchando el Evangelio, sin hacer un esfuerzo mayor para convertirlo en vida:
es construir un cristianismo sobre arena. Y es una necedad confesar a
Jesucristo con una vida apagada, vacía de su espíritu y su verdad: es esperar a
Jesús con las «lámparas apagadas». Jesús puede tardar, pero no podemos retrasar
más nuestra conversión.
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
“Yo soy la luz del mundo”.
Esto no lo decía Jesús como Dios, sino como ser humano.
Su experiencia de Dios como “Abba”, fue su lámpara encendida.
Esa misma luz está también en cada uno de nosotros.
………………
Dentro de ti debes descubrir el aceite.
Si prende, dará luz que alumbrará tus pasos.
Esa llama, si es auténtica, no se puede ocultar,
sino que alumbrará también a todos los demás
………………
Tienes que descubrir tu propio aceite.
Nadie te lo puede prestar, porque es su propia vida.
Toda vida se mueve de dentro a fuera.
Si se mueve desde fuera, será sólo un mecanismo muerto.
Fray Marcos
ORACIÓN
Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos
los males, para que con el alma y el cuerpo bien dispuestos, podamos con
libertad de espíritu cumplir lo que es de tu agrado.
Expliquemos el
Evangelio a los niños
Imágenes de Patxi
Velasco (FANO)
Imagen para colorear.
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