“El que acepta mis
mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me
ama lo amará mi Padre,
y yo también lo amaré y me revelaré a él. “
14 DE MAYO
VI DOMINGO DE PASCUA
1ª Lectura: Hechos de
los Apóstoles 8,5-8,14-17
Les impusieron las
manos y recibieron el Espíritu Santo
Salmo 65
Las obras del Señor son
admirables.
2ª Lectura: 1 Pedro
3,15-18
Murió en su cuerpo y
resucitó glorificado
EVANGELIO DEL DÍA
Juan 14,15-21
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le
pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el
Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo
conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con
vosotros.
No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el
mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo.
Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con
vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me
ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él. “
Versión para América
Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos.
Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito
para que esté siempre con ustedes:
el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede
recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Ustedes, en cambio, lo conocen, porque
él permanece con ustedes y estará en ustedes.
No los dejaré huérfanos, volveré a ustedes.
Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero ustedes sí
me verán, porque yo vivo y también ustedes vivirán.
Aquel día comprenderán que yo estoy en mi Padre, y que
ustedes están en mí y yo en ustedes.
El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el
que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me
manifestaré a él".
REFLEXIÓN
“Si me amáis, cumpliréis los mandamientos míos”. Quien no ama
a los demás no puede amar a Jesús, ni a Dios.
Los mandamientos pierden su carácter de imposición; son
exigencia interna del amor. No se trata de una obediencia a normas externas,
sino manifestación de un impulso interior. Si conserva el nombre de
“mandamientos” es para oponerlos a la “Ley”.
En el capítulo anterior había hablado de “el mandamiento
nuevo”, uno solo. Las “exigencias” no son obligaciones impuestas desde fuera,
sino respuesta del amor a las necesidades del hombre en cada caso.
Para Juan, “el pecado del mundo” era uno: la opresión, que
después se manifiesta en toda clase de
injusticias. El “amor” es también único, que se despliega en toda clase
de solidaridad y entrega a los demás.
Cuando Jesús dice que el Padre mandará otro defensor, no está
hablando de una realidad distinta de lo que él es o de lo que es Dios. Está
hablando de una nueva manera de relacionarse con los que le aman, que será
mucho más cercana y efectiva que su presencia física durante su vida terrena.
Primero dice que mandará al Espíritu de la verdad, después
que él volverá para estar con ellos, y por fin que el Padre y él vendrán y se
quedarán. Esto significa que se trata de una realidad múltiple y a la vez una,
Dios.
“El Espíritu de la verdad”. Verdad y lealtad, pone la verdad
en conexión con la fidelidad, es decir con el amor.
El Espíritu que es la verdad. Jesús acaba de decir que él era
la verdad. Sobre Dios porque manifiesta su amor. Sobre el hombre porque le
descubre la posibilidad máxima de ser.
“El mundo” es aquí el orden injusto que profesa la mentira,
la falsedad. El mundo propone como valor lo que merma o suprime la vida del
hombre. Lo contrario de Dios.
Los discípulos tienen ya experiencia del Espíritu, pero será
mucho mayor cuando esté en ellos como principio dinámico interno.
El mundo dejará de verme; vosotros, en cambio, me veréis,
porque yo tengo vida y también vosotros la tendréis. La profundidad del mensaje
puede dejarnos en lo superficial de la letra. “Dejará de verme” y “me veréis”,
no hace referencia a la visión física. No se trata de verlo resucitado, sino de
descubrir que sigue dándoles vida.
Esta idea es clave para entender bien la resurrección. El
mundo dejará de verlo, porque hasta ahora sólo lo ha visto corporalmente. Ellos
que lo verán de una manera nueva, lo seguirán viendo y aún con mayor claridad.
Se describe en términos de visión la comunión de vida con él.
Los discípulos participarán de su vida, porque participan de su Espíritu.
“Aquel día experimentaréis que yo estoy identificado con mi
Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros”. Esa vida que Jesús les comunica es
la misma Vida de Dios; o mejor, Dios que es Vida. Es una experiencia de unidad
e integración. Es una comunión de ser entre Dios y el hombre. Por eso, al amar
ellos, es el mismo Dios quien ama.
“Uno que me ama cumplirá mi mensaje y mi Padre le demostrará
su amor: vendremos a él y nos quedaremos a vivir con él”. Repite lo ya dicho:
Su mensaje es el del amor al hombre y no el del sometimiento. La presencia de
Jesús y Dios se experimenta como una cercanía interior, no externa.
No será sólo una experiencia interior; el amor manifestado
hará visible esa presencia. La “presencia” sería una característica de los
tiempos mesiánicos (Ez 37,26) (Zac 2,14).
“Os dejo dichas estas cosas mientras vivo con vosotros”. Una
vez más se hace referencia a la partida. Les acaba de exponer el plan de Dios
para el hombre, lo irán comprendiendo poco a poco. Estos textos están escritos
a finales del siglo I.
“El Espíritu Santo, que enviará el Padre por causa mía, él os
lo irá enseñando todo, recordándoos todo lo que yo os he expuesto.” La total
comprensión de lo que les ha dicho, llegará por la ayuda del Espíritu. Esta era
la experiencia de las primeras comunidades.
Mientras el Espíritu no nos separe del mundo, no podemos
comprender el mensaje de Jesús. De ahí tantas conclusiones equivocadas de los
discípulos cuando vivían con Jesús, por esa falta de Experiencia. Será un
valedor interior, a diferencia de Jesús que lo era externo.
Cuando Jesús afirma: “vendremos a él y haremos morada en él”,
no quiere decir que será huésped nuestro, es una realidad mucho más profunda e
íntima. Se trata de la misma realidad que él vivió con relación a Dios.
Jesús vivió una identificación con Dios que no podemos
expresar con palabras. "Yo y el Padre somos uno." A esa misma
identificación estamos llamados nosotros.
Hacernos una cosa con Dios, que es espíritu y que no está en
nosotros como parte alícuota de un todo que soy yo, sino como fundamento de mi
ser, sin el cual nada puede haber de mí.
Esa presencia de Dios en mí no altera para nada mi
individualidad. Yo soy totalmente yo, y totalmente (de) Dios. El vivir esta
realidad es lo que constituye la plenitud del hombre. En esto consiste todo el
mensaje de Jesús. Descubrir y vivir esa presencia es nuestra tarea como
cristianos, es decir, como seguidores de Cristo. Es también el objetivo del
hombre, porque todos estamos llamados a alcanzar esa misma meta.
ENTRA EN TU INTERIOR
EL ESPÍRITU DE LA VERDAD
Jesús se está despidiendo de sus discípulos. Los ve tristes y
abatidos. Pronto no lo tendrán con él. ¿Quién podrá llenar su vacío? Hasta
ahora ha sido él quien ha cuidado de ellos, los ha defendido de los escribas y
fariseos, ha sostenido su fe débil y vacilante, les ha ido descubriendo la
verdad de Dios y los ha iniciado en su proyecto humanizador.
Jesús les habla apasionadamente del Espíritu. No los quiere
dejar huérfanos. Él mismo pedirá al Padre que no los abandone, que les dé “otro
defensor” para que “esté siempre con ellos”. Jesús lo llama “el Espíritu de la
verdad”. ¿Qué se esconde en estas palabras de Jesús?
Este “Espíritu de la verdad” no hay que confundirlo con una
doctrina. Esta verdad no hay que buscarla en los libros de los teólogos ni en
los documentos de la jerarquía. Es algo mucho más profundo. Jesús dice que
“vive con nosotros y está en nosotros”. Es aliento, fuerza, luz, amor... que
nos llega del misterio último de Dios. Lo hemos de acoger con corazón sencillo
y confiado.
Este “Espíritu de la verdad” no nos convierte en
“propietarios” de la verdad. No viene para que impongamos a otros nuestra fe ni
para que controlemos su ortodoxia. Viene para no dejarnos huérfanos de Jesús, y
nos invita a abrirnos a su verdad, escuchando, acogiendo y viviendo su
Evangelio.
Este “Espíritu de la verdad” no nos hace tampoco “guardianes”
de la verdad, sino testigos. Nuestro quehacer no es disputar, combatir ni
derrotar adversarios, sino vivir la verdad del Evangelio y “amar a Jesús
guardando sus mandatos”.
Este “Espíritu de la verdad” está en el interior de cada uno
de nosotros defendiéndonos de todo lo que nos puede apartar de Jesús. Nos
invita abrirnos con sencillez al misterio de un Dios, Amigo de la vida. Quien
busca a este Dios con honradez y verdad no está lejos de él. Jesús dijo en
cierta ocasión: “Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”. Es cierto.
Este “Espíritu de la verdad” nos invita a vivir en la verdad
de Jesús en medio de una sociedad donde con frecuencia a la mentira se le llama
estrategia; a la explotación, negocio; a la irresponsabilidad, tolerancia; a la
injusticia, orden establecido; a la arbitrariedad, libertad; a la falta de
respeto, sinceridad...
¿Qué sentido puede tener la Iglesia de Jesús si dejamos que
se pierda en nuestras comunidades el “Espíritu de la verdad”? ¿Quién podrá
salvarla del autoengaño, las desviaciones y la mediocridad generalizada? ¿Quién
anunciará la Buena Noticia de Jesús en una sociedad tan necesitada de aliento y
esperanza?
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
PETICIONES DESOÍDAS
Yo había pedido a Dios poder para ser amado. Y ME HE
ENCONTRADO CON EL AMOR PARA NO NECESITAR SER PODEROSO.
Yo le había pedido la salud para hacer grandes cosas. Y ME HE
ENCONTRADO CON LA ENFERMEDAD PARA HACERME GRANDE.
Yo le había pedido la riqueza para ser feliz. Y ME HE
ENCONTRADO CON LA FELICIDAD PARA PODER VIVIR EN LA POBREZA.
Yo le había pedido leyes para dominar a otros. Y ME HE
ENCONTRADO LIBERTAD PARA LIBERARLOS.
Yo le había pedido admiradores para estar rodeado de gente. Y
ME HE ENCONTRADO AMIGOS PARA NO ESTAR SOLO.
Yo le había pedido dinero para comprar cosas. Y ME HE
ENCONTRADO PERSONAS PARA COMPARTIR MI DINERO.
Yo le había pedido milagros para creer. EL ME HA DADO FE PARA
HACER MILAGROS.
Yo le había pedido una religión para ganarme el cielo. ÉL
SOLO ME HA DADO SU HIJO PARA ACOMPAÑARME POR LA TIERRA.
Yo le había pedido de todo para gozar de la vida. ÉL ME HA
DADO LA VIDA PARA QUE GOCE DE TODO.
Yo le había pedido ser un dios. EL SOLO PUDO HACERME HOMBRE.
José Antonio García-Monge
ORACIÓN
Dios todopoderoso, concédenos continuar celebrando con incansable
amor estos días de tanta alegría en honor del Señor resucitado, y que los
misterios que hemos venido celebrando se manifiesten siempre en nuestras obras.
Expliquemos el
Evangelio a los niños.
Imágenes de Patxi
Velasco FANO
Imagen para colorear.
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