domingo, 30 de abril de 2023

7 DE MAYO: V DOMINGO DE PASCUA.

 


“Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie se acerca al Padre sino por mí”

7 DE MAYO

V DOMINGO DE PASCUA

1ª Lectura: Hechos de los Apóstoles 6,1-7

Eligieron a siete hombres llenos del Espíritu Santo.

Salmo 32

El Señor cuida de aquellos que lo temen. Aleluya.

2ª Lectura: 1ª Pedro 2,4-9

Ustedes son estirpe elegida, sacerdocio real.

EVANGELIO DEL DÍA

Juan 14,1-12

“No estéis intranquilos; mantened vuestra adhesión a Dios manteniéndola a mí. En el hogar de mi Padre hay vivienda para muchos; si no, os lo habría dicho. Voy a prepararos sitio. Cuando vaya y os lo prepare, vendré de nuevo y os acogeré conmigo; así, donde estoy yo estaréis también vosotros. Y para ir adonde yo voy, ya sabéis el camino.

Tomás le dijo:

- Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?

Respondió Jesús:

- Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie se acerca al Padre sino por mí. Si llegáis a conocerme del todo, conoceréis también a mi Padre; aunque ya ahora lo conocéis y lo estáis viendo presente.

Felipe le dijo:

- Señor, haz que veamos al Padre, y nos basta.

Jesús le contestó:

- Tanto tiempo como llevo con vosotros y ¿no has llegado a conocerme, Felipe? Quien me ve a mí está viendo al Padre; ¿cómo dices tú: «Haz que veamos al Padre»? ¿No crees que yo estoy identificado con el Padre y el Padre conmigo?

Las exigencias que yo propongo no las propongo como cosa mía: es el Padre, quien, viviendo en mí, realiza sus obras.

Creedme: yo estoy identificado con el Padre y el Padre conmigo; y si no, creedlo por las obras mismas.

Sí, os lo aseguro: Quien me presta adhesión, hará obras como las mías y aún mayores; porque yo me voy con el Padre, y cualquier cosa que pidáis en unión conmigo, la haré; así la gloria del Padre se manifestará en el Hijo. Lo que pidáis unidos a mí, yo lo haré.”

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.

“Jesús dijo a sus discípulos:

"No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí.

En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar.

Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes.

Ya conocen el camino del lugar adonde voy".

Tomás le dijo: "Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?".

Jesús le respondió: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí."

Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto".

Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta".

Jesús le respondió: "Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo dices: 'Muéstranos al Padre'?

¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras.

Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras.

Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre."

REFLEXIÓN

La respuesta que da Jesús a Tomás es sumamente sugestiva. Juan Pablo II la comentaba espléndidamente a los jóvenes en la JMJ de Santiago de Compostela: “Digamos sólo una palabra sobre el camino. Cristo nos habla primero de la meta. Es nada más y nada menos que la tierra prometida, la ciudad perfecta, la verdad y la vida, la casa del Padre, o mejor, los brazos y el corazón del Padre. Allí hay sitio para todos, para todos.

No podemos soñar destino más hermoso. Pero ¿quién nos enseñará el camino para llegar hasta allá?

Los caminos que se ofrecen al hombre para conseguir la meta de su plenitud son incontables. Los políticos, los científicos, los filósofos, los teólogos de todos los tiempos, de todas las culturas, de todas las religiones, se esfuerzan por convencer de la bondad de sus caminos. ¿Quién no recuerda, por ejemplo, los hermosos caminos que enseñó Buda, el iluminado, para superar el dolor y conseguir la felicidad? Pero Jesús va más allá. No dice: éste es el camino, sino Yo soy el camino… Nadie va al Padre sino por mí”.

Descartamos, por lo tanto, otros caminos tortuosos que conducen a la muerte. No al camino del poder, que esclaviza. No al camino de la violencia, que destruye. No al camino del saber, que nos engríe. No al camino de los hombres, que no conducen a ninguna parte. El camino no está en la política ni en la economía ni en las armas ni en la ciencia ni en la diversión ni en los medios de comunicación. El camino está en un hombre, el Hijo del hombre. “No hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres, por el que nosotros debamos salvarnos” (Hch. 4,12).

Cristo camino, es decir, la no violencia, la humildad, el perdón, el compartir, el servir, el amor. Y todo esto encarnado en Jesús, el Hijo de Dios, que se hizo Hijo del hombre, encarnación de lo divino, puerta de acceso al Padre.

Cristo, camino, visible también en el pobre, en el enfermo, en el pequeño, en todo el que sufre. Cristo encarnado en todo hombre. Por eso podemos muy bien concluir que el camino para llegar a Dios pasa por el hombre. El camino está más cerca de ti y de mí, está en el hermano, y está incluso dentro de ti mismo. El camino es Cristo; el camino es el hombre; el camino es el pobre. Acércate al pobre y caminarás derecho hacia Dios.



ENTRA EN TU INTERIOR

NO OS QUEDÉIS SIN JESÚS

Al final de la última cena Jesús comienza a despedirse de los suyos: ya no estará mucho tiempo con ellos. Los discípulos quedan desconcertados y sobrecogidos. Aunque no les habla claramente, todos intuyen que pronto la muerte les arrebatará de su lado. ¿Qué será de ellos sin él?

Jesús los ve hundidos. Es el momento de reafirmarlos en la fe enseñándoles a creer en Dios de manera diferente: «Que no tiemble vuestro corazón. Creed en Dios y creed también en mí». Han de seguir confiando en Dios, pero en adelante han de creer también en él, pues es el mejor camino para creer en Dios. Jesús les descubre luego un horizonte nuevo. Su muerte no ha de hacer naufragar su fe. En realidad, los deja para encaminarse hacia el misterio del Padre. Pero no los olvidará. Seguirá pensando en ellos. Les preparará un lugar en la casa del Padre y un día volverá para llevárselos consigo. ¡Por fin estarán de nuevo juntos para siempre!

A los discípulos se les hace difícil creer algo tan grandioso. En su corazón se despiertan toda clase de dudas e interrogantes. También a nosotros nos sucede algo parecido: ¿No es todo esto un bello sueño? ¿No es una ilusión engañosa? ¿Quién nos puede garantizar semejante destino? Tomás, con su sentido realista de siempre, sólo le hace una pregunta: ¿Cómo podemos saber el camino que conduce al misterio de Dios?

La respuesta de Jesús es un desafío inesperado: «Yo soy el camino, la verdad y la vida». No se conoce en la historia de las religiones una afirmación tan audaz. Jesús se ofrece como el camino que podemos recorrer para entrar en el misterio de un Dios Padre. El nos puede descubrir el secreto último de la existencia. El nos puede comunicar la vida plena que anhela el corazón humano.

Son hoy muchos los hombres y mujeres que se han quedado sin caminos hacia Dios. No son ateos. Nunca han rechazado de su vida a Dios de manera consciente. Ni ellos mismos saben si creen o no. Sencillamente, han dejado la Iglesia porque no han encontrado en ella un camino atractivo para buscar con gozo el misterio último de la vida que los creyentes llamamos "Dios".

Al abandonar la Iglesia, algunos han abandonado al mismo tiempo a Jesús. Desde estas modestas líneas, yo os quiero decir algo que bastantes intuís. Jesús es más grande que la Iglesia. No confundáis a Cristo con los cristianos. No confundáis su Evangelio con nuestros sermones. Aunque lo dejéis todo, no os quedéis sin Jesús. En él encontraréis el camino, la verdad y la vida que nosotros no os hemos sabido mostrar. Jesús os puede sorprender.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

“Quién me ha visto a mí, ha visto al Padre”. El Hijo de Dios, con su encarnación, muerte y resurrección, nos libró de la esclavitud del pecado para darnos la libertad de los hijos de Dios, y nos dio a conocer el rostro de Dios, que es amor.

Para los cristianos, para cada uno de nosotros, el camino al Padre es dejarse guiar por Jesús, por su palabra de Verdad, y acoger el don de la vida.

ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, lleva a su plenitud en nosotros el sacramento pascual, para que, a quienes dignaste renovar por el santo bautismo, les hagas posible, con el auxilio de tu protección, abundar en frutos buenos, y alcanzar los gozos de la vida eterna.

Expliquemos el Evangelio a los niños,

Imágenes de Patxi Velasco FANO



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domingo, 23 de abril de 2023

30 DE ABRIL: IV DOMINGO DE PASCUA.

 


"Yo soy la puerta; el que entre por mí quedará a salvo,

podrá entrar y salir y encontrará pastos."

30 DE ABRIL: IV DOMINGO DE PASCUA.

DOMINGO DEL BUEN PASTOR

1ª Lectura: Hechos de los Apóstoles 2,14.36-41

Dios lo ha constituido Señor y Mesías

Salmo 22

El Señor es mi pastor, nada me faltará. Aleluya.

2ª Lectura: 1ª Pedro 2,20-25

Han vuelto ustedes al pastor y guardián de sus vidas.

EVANGELIO DEL DÍA

Juan 10,1-10

“Sí, os lo aseguro: Quien no entra por la puerta en el recinto de las ovejas, sino trepando por otro lado, ése es un ladrón y un bandido.

Quien entra por la puerta es pastor de las ovejas; a ése le abre el portero y las ovejas escuchan su voz. A las ovejas propias las llama por su nombre y las va sacando; cuando ha empujado fuera a todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque conocen su voz.

A un extraño, en cambio, no lo seguirán, huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.

Esta semejanza les puso Jesús, pero ellos no entendieron a qué se refería. Entonces añadió Jesús:

- Pues sí, os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos, pero las ovejas no les han hecho caso. Yo soy la puerta; el que entre por mí quedará a salvo, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón no viene más que para robar, sacrificar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y les rebose.”

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.

“Jesús dijo a los fariseos: "Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino por otro lado, es un ladrón y un asaltante.

El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas.

El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. Él llama a cada una por su nombre y las hace salir.

Cuando las ha sacado a todas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz.

Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz".

Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir.

Entonces Jesús prosiguió: "Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.

Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado.

Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento.

El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia."

REFLEXIÓN

Las ovejas son, en el evangelio de Juan, el pueblo oprimido por los dirigentes judíos. Estos son los ladrones y bandidos. Ladrones, porque se apoderan de lo que no es suyo. Bandidos, porque utilizan la violencia para someter a los más débiles.

El relato empieza precisamente por una referencia a esos dirigentes, que debían ser pastores, pero que en realidad son ladrones y bandidos. En el Antiguo Testamento hay referencias muy concretas, (sobre todo, Ez 34,2-5), a esos pastores que en vez de cuidar de las ovejas, se pastorean a sí mismos.

“Oyen su voz”. Una frase con profundas resonancias bíblicas. Oír la voz del Señor es conocer y obedecer.

Jesús es el único que tiene derecho a entrar y salir. El pastor entra para cuidar de las ovejas, no para explotarlas. Su voz es liberadora. Las llama por su nombre, porque para él no existe la masa; cada una tiene nombre propio. Cada ser humano único e irrepetible. Cada uno es necesario para Dios y para el mundo.

 Las que escuchan su voz, salen de la opresión de la institución y quedan en libertad. Jesús no viene a sustituir una institución por otra. No las saca de un corral para meterlas en otro.

No son los miembros de la comunidad los que deben estar al servicio de la institución ni de la autoridad. Es la institución y la autoridad la que debe estar al servicio de cada uno.

En un mismo aprisco había ovejas de muchos dueños, por eso dice que saca todas las suyas. Porque son suyas, conocen su voz y le siguen.

No podían salir por sí mismas del estado de opresión, porque para ellas no había alternativa. Es Jesús el que les ofrece libertad y capacidad para decidir por sí mismas.

Los dirigentes judíos son “extraños”, que no buscan la vida de las ovejas, sino sus intereses. Ellos las llevan a la muerte. Jesús les da vida.

No pueden ni quieren entender el simbolismo de la comparación, porque les obligaría a salir de la situación de opresores. Instalados en la institución, que aseguraba sus privilegios, no pueden aceptar la denuncia de Jesús. Les obligaría a cambiar a una actitud de servicio y liberación de la gente sometida.

Con el pretexto de un servicio a Dios, explotan a la gente y se aprovechan de ella en benéfico propio. Pasa en todas las épocas.

“Camina delante de ellas”. Él camina delante y las ovejas le siguen. Esto tiene más miga de lo que parece. Jesús recorrió de punta a cabo una trayectoria humana. Esa experiencia nos sirve a nosotros de guía para recorrer el mismo camino.

 “Yo soy la puerta”. No se refiere al elemento que gira para cerrar o abrir, sino al hueco por donde se accede a un recinto. En el aprisco, el pastor que las cuidaba era la única puerta. Por eso dice que es la puerta de las ovejas, no del redil.

Todos los que han venido antes, son ladrones y bandidos, porque no han dado libertad y vida a las ovejas. Son tres los productos interesantes de las ovejas: leche, lana y carne. Los pastores buscan ese interés. A ninguno le interesa las ovejas”. A las ovejas tampoco pueden interesarles esos pastores.

Entrar por la puerta que es Jesús, es lo mismo que "acercarse a él", "darle su adhesión"; Lo que incluye asemejarse a él, es decir, ir como él a la búsqueda del bien del hombre.

"Quedará a salvo", porque da la vida definitiva, y el que posee esa Vida, quedará a salvo de la explotación. Él es la alternativa al orden injusto. En Jesús, el hombre puede alcanzar la verdadera salvación.

"Podrá entrar y salir", es decir, tendrá libertad de movimiento.

"Encontrará pastos", dice lo mismo que la expresión ya conocida en Juan: “no pasará hambre, no pasará sed”. Así se identifica el pasto con el pan de vida que es él mismo.



La Ley sustituida por el amor.

ENTRA EN TU INTERIOR

ACERCARNOS Y CONOCERNOS

Cuando entre los primeros cristianos comenzaron los conflictos y disensiones entre grupos y líderes diferentes, alguien sintió la necesidad de recordar que, en la comunidad de Jesús, sólo él es el Pastor bueno. No un pastor más, sino el auténtico, el verdadero, el modelo a seguir por todos.

Esta bella imagen de Jesús, Pastor bueno, es una llamada a la conversión, dirigida a quienes pueden reivindicar el título de «pastores» en la comunidad cristiana. El pastor que se parece a Jesús, sólo piensa en sus ovejas, no «huye» ante los problemas, no las «abandona». Al contrario, está junto a ellas, las defiende, se desvive por ellas, «expone su vida» buscando su bien.

Al mismo tiempo, esta imagen es una llamada a la comunión fraterna entre todos. El Buen Pastor «conoce» a sus ovejas y las ovejas le «conocen» a él. Sólo desde esta cercanía estrecha, desde este conocimiento mutuo y esta comunión de corazón, el Buen Pastor comparte su vida con las ovejas. Hacia esta comunión y mutuo conocimiento hemos de caminar también hoy en la Iglesia.

En estos momentos no fáciles para la fe, necesitamos como nunca aunar fuerzas, buscar juntos criterios evangélicos y líneas maestras de actuación para saber en qué dirección hemos de caminar de manera creativa hacia el futuro.

Sin embargo, no es esto lo que está sucediendo. Se hacen algunas llamadas convencionales a vivir en comunión, pero no estamos dando pasos para crear un clima de escucha mutua y diálogo. Al contrario, crecen las descalificaciones y disensiones entre obispos y teólogos; entre teólogos de diferentes tendencias; entre movimientos y comunidades de diverso signo; entre grupos y «blogs» de todo género…

Pero, tal vez, lo más triste es ver cómo sigue creciendo el distanciamiento entre la jerarquía y el pueblo cristiano. Se diría que viven dos mundos diferentes. En muchos lugares los «pastores» y las «ovejas» apenas se conocen. A muchos obispos no les resulta fácil sintonizar con las necesidades reales de los creyentes, para ofrecerles la orientación y el aliento que necesitan. A muchos fieles les resulta difícil sentir afecto e interés hacia unos pastores a los que ven alejados de sus problemas.

Sólo creyentes, llenos del Espíritu del Buen Pastor, pueden ayudarnos a crear el clima de acercamiento, mutua escucha, respeto recíproco y diálogo humilde que tanto necesitamos.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

Buen pastor, vela con solicitud por tu rebaño y dígnate conducir a las ovejas que redimiste con la preciosa sangre de tu Hijo, a las verdes y eternas praderas de tu Reino.

Expliquemos el Evangelio a los niños. 

Imágenes de Patxi Velasco FANO



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domingo, 16 de abril de 2023

23 DE ABRIL: III DOMINGO DE PASCUA.

 


¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino

y nos explicaba las Escrituras?

23 DE ABRIL

III DOMINGO DE PASCUA

1ª Lectura: Hechos de los Apóstoles 2,14.22-23

No era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio.

Salmo 15

Enséñanos, Señor, el camino de la vida. Aleluya.

2ª Lectura: 1ª carta del Apóstol San Pedro 1,17-21

Ustedes han sido rescatados con la sangre preciosa de Cristo,

el cordero sin mancha.

EVANGELIO DEL DÍA

Lucas: 24,13-35

“Aquel mismo día, dos de ellos iban camino de una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén,  y conversaban de todo lo que había sucedido.

Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos, pero algo en sus ojos les impedía reconocerlo. Él les preguntó:

- ¿Qué conversación es esa que os traéis por el camino?

Se detuvieron preocupados, y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:

- ¿Eres tú el único de paso en Jerusalén que no se ha enterado de lo ocurrido estos días en la ciudad?

Él les preguntó:

- ¿De qué?

Contestaron:

- De lo de Jesús Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron, cuando nosotros esperábamos que él fuese el liberador de Israel. Pero, además de todo eso, con hoy son ya tres días que ocurrió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han dado un susto: fueron muy de mañana al sepulcro y, no encontrando su cuerpo, volvieron contando que incluso habían tenido una aparición de ángeles, que decían que está vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron también al sepulcro y lo encontraron tal y como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron.

Entonces Jesús les replicó:

- ¡Qué torpes sois y qué lentos para creer en todo lo que dijeron los profetas! ¿No tenía el Mesías que padecer todo eso para entrar en su gloria?

Y, tomando pie de Moisés y los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.

Cerca ya de la aldea adonde iban, hizo ademán de seguir adelante, pero ellos le apremiaron diciendo:

- Quédate con nosotros, que está atardeciendo y el día va ya de caída.

Él entró para quedarse con ellos. Estando recostado con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo ofreció. Se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él desapareció de su vista. Entonces se dijeron uno a otro:

- ¿No estábamos en ascuas mientras nos hablaba por el camino haciéndonos comprender la Escritura?

Y levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén; encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que decían:

- Realmente ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.

Ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.”

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.

“Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén.

En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido.

Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos.

Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran.

El les dijo: "¿Qué comentaban por el camino?". Ellos se detuvieron, con el semblante triste,

y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!".

"¿Qué cosa?", les preguntó. Ellos respondieron: "Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo,

y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron.

Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas.

Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro

y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo.

Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron".

Jesús les dijo: "¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas!

¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?"

Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él.

Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante.

Pero ellos le insistieron: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba". El entró y se quedó con ellos.

Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio.

Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista.

Y se decían: "¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?".

En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos,

y estos les dijeron: "Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!".

Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.”

REFLEXIÓN

Al atardecer del primer día de la semana, dos hombres van por el camino. Su vida se ha detenido el viernes precedente, mientras Jesús agonizaba en la cruz. Desde entonces, se han dicho el uno al otro la antigua maldición: “Maldito el que es colgado” (Dt 21,23). ¿Quién tiene razón: la autoridad legítima que decidió la muerte del agitador o ese Jesús que reivindicó el título de Mesías? Los dos hombres caminan con aire sombrío. Pero de golpe pasan del desánimo a la euforia, a una fe entusiasta en la resurrección.

La Escritura es la primera clave o vía que Jesús les abre para acceder a la fe en su persona. Los discípulos no lo han reconocido presente en el caminante que se les une en la marcha y que parece ignorar todo lo sucedido aquellos días en Jerusalén. Ellos están desanimados, en la tumba del crucificado quedaron enterradas sus esperanzas mesiánicas, que no son capaces de resurgir ni con las noticias que empiezan a correr en su grupo sobre el sepulcro vacío e incluso la resurrección de Jesús anunciada por los ángeles a las mujeres.

“Entonces Jesús les dijo: ¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera todo esto para entrar en su gloria? Y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas. Les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura”. Esta lectura cristológica de la Escritura es el camino que, iniciado por Jesús, seguirá la Iglesia primitiva, como vemos en los pregones apostólicos de los Hechos; por ejemplo, el que leeremos mañana jueves y que sigue a la curación del lisiado en la Puerta Hermosa del templo por Pedro y Juan.

La Eucaristía es la segunda clave cerca ya de la aldea de Emaús, el desconocido hizo ademán de seguir adelante. Quédate con nosotros, le dijeron ellos, porque atardece y el día va de caída. Y se dispusieron a cenar juntos. Entonces el Señor, “sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció”. Lucas transcribe aquí exactamente el rito con que Jesús inició la institución de la eucaristía en la última cena, según leemos en san Pablo y en los tres evangelios sinópticos.

La comunidad es la tercera clave. Así lo entendieron los peregrinos de Emaús, que levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los once con sus compañeros. Habían aprendido una lección fundamental, extensiva a todos los cristianos. Cristo resucitado sigue presente entre ellos, en medio de la comunidad, de una manera nueva y cierta, por la fe que nace de su palabra y de su pan.



ENTRA EN TU INTERIOR

RECORDAR MÁS A JESÚS

El relato de los discípulos de Emaús nos describe la experiencia vivida por dos seguidores de Jesús mientras caminan desde Jerusalén hacia la pequeña aldea de Emaús, a ocho kilómetros de distancia de la capital. El narrador lo hace con tal maestría que nos ayuda a reavivar también hoy nuestra fe en Cristo resucitado.

Dos discípulos de Jesús se alejan de Jerusalén abandonando el grupo de seguidores que se ha ido formando en torno a él. Muerto Jesús, el grupo se va deshaciendo. Sin él, no tiene sentido seguir reunidos. El sueño se ha desvanecido. Al morir Jesús, muere también la esperanza que había despertado en sus corazones. ¿No está sucediendo algo de esto en nuestras comunidades? ¿No estamos dejando morir la fe en Jesús?

Sin embargo, estos discípulos siguen hablando de Jesús. No lo pueden olvidar. Comentan lo sucedido. Tratan de buscarle algún sentido a lo que han vivido junto a él. «Mientras conversan, Jesús se acerca y se pone a caminar con ellos». Es el primer gesto del Resucitado. Los discípulos no son capaces de reconocerlo, pero Jesús ya está presente caminando junto a ellos, ¿No camina hoy Jesús veladamente junto a tantos creyentes que abandonan la Iglesia pero lo siguen recordando?

La intención del narrador es clara: Jesús se acerca cuando los discípulos lo recuerdan y hablan de él. Se hace presente allí donde se comenta su evangelio, donde hay interés por su mensaje, donde se conversa sobre su estilo de vida y su proyecto. ¿No está Jesús tan ausente entre nosotros porque hablamos poco de él?

Jesús está interesado en conversar con ellos: «¿Qué conversación es ésa que traéis mientras vais de camino?» No se impone revelándoles su identidad. Les pide que sigan contando su experiencia. Conversando con él, irán descubriendo su ceguera. Se les abrirán los ojos cuando, guiados por su palabra, hagan un recorrido interior. Es así. Si en la Iglesia hablamos más de Jesús y conversamos más con él, nuestra fe revivirá.

Los discípulos le hablan de sus expectativas y decepciones; Jesús les ayuda a ahondar en la identidad del Mesías crucificado. El corazón de los discípulos comienza a arder; sienten necesidad de que aquel "desconocido" se quede con ellos. Al celebrar la cena eucarística, se les abren los ojos y lo reconocen: ¡Jesús está con ellos!

Los cristianos hemos de recordar más a Jesús: citar sus palabras, comentar su estilo de vida, ahondar en su proyecto. Hemos de abrir más los ojos de nuestra fe y descubrirlo lleno de vida en nuestras eucaristías. Nadie ha de estar más presente. Jesús camina junto a nosotros.

ORA EN TU INTERIOR

¿Hemos descubierto la palabra de Dios como fuente y alimento de nuestra fe y de nuestro amor cristiano? ¿De verdad es la eucaristía dominical o diaria la raíz y cumbre de toda nuestra vida cristiana? ¿Es nuestra comunidad de creyentes un signo de Cristo resucitado para los demás? Mientras no vivamos a fondo estas tres claves del encuentro con el Señor: La palabra, la eucaristía y la comunidad, no le conoceremos a él ni podremos darlo a conocer.

ORACIÓN

Hoy, Señor, comenzamos por pedirte perdón porque somos tardos de corazón para creer en ti debido a nuestra desesperanza en el camino de Emaús. Te creíamos muerto, pero tú vives hoy como ayer.

Ábrenos los ojos del espíritu para que te busquemos y entendamos que tú eres más fuerte que nuestro pecado. ¿Cómo conoceremos que tú eres el Dios de vida si tu palabra y tu pan no caldean nuestros corazones?

Gracias, Señor, porque nos permites reconocerte en tu palabra, en la eucaristía y en los hermanos.

Camina a nuestro lado y quédate con nosotros para siempre.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Patxi Velasco FANO



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domingo, 9 de abril de 2023

16 DE ABRIL: II DOMINGO DE PASCUA.

 


“¿Por qué me has visto has creído? Dichosos los, que crean sin haber visto”.

16 DE ABRIL

II DOMINGO DE PASCUA

DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA

1ª Lectura: Hechos de los Apóstoles 2,42-47

Los creyentes vivían unidos y todo lo tenían en común.

Salmo 117

La misericordia del Señor es eterna. Aleluya.

2ª Lectura: 1ª carta del Apóstol San Pedro 1,3-9

La resurrección de Cristo nos da la esperanza de una vida nueva.

EVANGELIO DEL DÍA

Juan 20,19-31

“Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: “Paz a vosotros”. Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegrías al ver al Señor. Jesús repitió: “Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así os envío yo”. Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo, a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”. Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo”. A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: “Paz a vosotros”. Luego dijo a Tomás: “Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente”. Contestó Tomás: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús le dijo: “¿Por qué me has visto has creído? Dichosos los, que crean sin haber visto”. Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.”

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.

“Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: "¡La paz esté con ustedes!".

Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor.

Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes".

Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: "Reciban el Espíritu Santo.

Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan".

Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús.

Los otros discípulos le dijeron: "¡Hemos visto al Señor!". El les respondió: "Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré".

Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: "¡La paz esté con ustedes!".

Luego dijo a Tomás: "Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe".

Tomas respondió: "¡Señor mío y Dios mío!".

Jesús le dijo: "Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!".

Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro.

Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.”

REFLEXIÓN

La gran palabra, la buena noticia que nos transmite la Iglesia en este segundo domingo de Pascua, es que Jesús se hizo y se hace presente en medio de sus discípulos.

El día de la Pascua nos fijamos más en la resurrección misma de Jesús y su existencia junto al Padre. El que estaba muerto vive junto a Dios y en Dios mismo. Todo fue obra del Espíritu vivificante.

Hoy nos fijamos en la presencia de Jesús en nosotros. Resucitó no sólo para él mismo, sino para nosotros y por nosotros. Si murió por nosotros, paras redimirnos del pecado y de la muerte, resucitó para llenarnos de vida y contagiarnos de inmortalidad.

No se desentendió de nosotros. Podía haberlo hecho por lo mal que le tratamos. Pero su amor es eterno, supera los tiempos, las distancias, los obstáculos, las debilidades y las infidelidades. Las ovejas se dispersaron en el día de la tempestad cruel y sangrienta, pero el buen Pastor saldrá de nuevo en su busca.

Será tarea del resucitado encender la fe de los discípulos, unirles en comunión, llenarles de la fuerza y el gozo del Espíritu y convertirles en testigos y misioneros de su resurrección.

Hoy es también Domingo de la fe. No les fue fácil creer a los discípulos que habían contemplado la ignominia, la debilidad y la muerte de aquel a quien habían imaginado como el Mesías de la gloria. De la posible resurrección no tenían ni idea ni esperanza. “Los vivos son los que te alaban” (Is 38,19) si acaso podían tener una ligera esperanza de la resurrección final de los justos, como decía Marta: “sé que resucitará en el último día, en la resurrección” (Jn 11,24).

Para que sus discípulos y discípulas creyeran Jesús resucitado se dejó ver, salió a su encuentro, se puso en medio, les explicó el sentido de las Escrituras, partió con ellos el pan, les echó en cara su falta de fe.

Son distintas experiencias pascuales, que no hay que interpretar de manera estrictamente corporal. Todas coinciden en que han experimentado la presencia viva de Jesús, se han encontrado con Jesús. Él ha penetrado en  sus inteligencias y en sus corazones, ha tocado lo más hondo de su ser. Por eso empezarán a ser hombres nuevos. A Jesús ya no lo verán cerca, pero lo vivirán dentro.

Pablo, a quien se debe el relato de las primeras experiencias pascuales, es un ejemplo deslumbrante de esta transformación. Él nos la describe apasionadamente.

La fe pascual brota siempre de este encuentro con Jesús resucitado; y él toma siempre la iniciativa, como vemos en Pablo y en todas las apariciones del Señor. Por eso cuando hablamos de la fe pascual, no pensamos en un dogma, sino en un acontecimiento.

Pero la comunidad necesita del perdón, que es hijo de la caridad. Jesús resucitado es comprensivo y perdona; incluso inaugura la cultura del perdón: A quienes perdonéis… Es el triunfo de la misericordia.

Hoy es el Domingo del perdón y de la misericordia. Porque Cristo resucitado perdonó a sus amigos y a sus enemigos. No tomó venganzas ni impuso penitencias, si acaso penitencias de amor y exigencias de fe. Porque Cristo resucitado esponjó nuestro corazón en el ungüento de la compasión y la ternura. Porque Cristo resucitado nos capacitó y enseñó a perdonar. Porque Cristo resucitado estableció un sacramento específico de la misericordia.



ENTRA EN TU INTERIOR

NO SEAS INCRÉDULO SINO CREYENTE

La figura de Tomás como discípulo que se resiste a creer ha sido muy popular entre los cristianos. Sin embargo, el relato evangélico dice mucho más de este discípulo escéptico. Jesús resucitado se dirige a él con unas palabras que tienen mucho de llamada apremiante, pero también de invitación amorosa: «No seas incrédulo, sino creyente». Tomás, que lleva una semana resistiéndose a creer, responde a Jesús con la confesión de fe más solemne que podemos leer en los evangelios: «Señor mío y Dios mío».

¿Qué ha experimentado este discípulo en Jesús resucitado?  ¿Qué es lo que ha transformado al hombre hasta entonces dubitativo y vacilante? ¿Qué recorrido interior le ha llevado del escepticismo hasta la confianza? Lo sorprendente es que, según el relato, Tomás renuncia a verificar la verdad de la resurrección tocando las heridas de Jesús. Lo que le abre a la fe es Jesús mismo con su invitación.

A lo largo de estos años, hemos cambiado mucho por dentro. Nos hemos hecho más escépticos, pero también más frágiles. Nos hemos hecho más críticos, pero también más inseguros. Cada uno hemos de decidir cómo queremos vivir y cómo queremos morir. Cada uno hemos de responder a esa llamada que, tarde o temprano, de forma inesperada o como fruto de un proceso interior, nos puede llegar de Jesús: «No seas incrédulo, sino creyente».

Tal vez, necesitamos despertar más nuestro deseo de verdad. Desarrollar esa sensibilidad interior que todos tenemos para percibir, más allá de lo visible y lo tangible, la presencia del Misterio que sostiene nuestras vidas. Ya no es posible vivir como personas que lo saben todo. No es verdad. Todos, creyentes y no creyentes, ateos y agnósticos, caminamos por la vida envueltos en tinieblas. Como dice Pablo de Tarso, a Dios lo buscamos «a tientas».

¿Por qué no enfrentarnos al misterio de la vida y de la muerte confiando en el Amor como última Realidad de todo? Ésta es la invitación decisiva de Jesús. Más de un creyente siente hoy que su fe se ha ido convirtiendo en algo cada vez más irreal y menos fundamentado. No lo sé. Tal vez, ahora que no podemos ya apoyar nuestra fe en falsas seguridades, estamos aprendiendo a buscar a Dios con un corazón más humilde y sincero.

No hemos de olvidar que una persona que busca y desea sinceramente creer, para Dios es ya creyente. Muchas veces, no es posible hacer mucho más. Y Dios, que comprende nuestra impotencia y debilidad, tiene sus caminos para encontrarse con cada uno y ofrecerle su salvación.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

Tomás quería meter el dedo en el agujero de los clavos y la mano en la herida del costado. Las llagas son, no solamente un piadoso memorial de la Pascua del Señor, sino un argumento de fe, la prueba más convincente de la verdad, y son urgencias de amor.

Memorial de la Pasión.

Actualizan los sufrimientos del Mesías, pero, sobre todo, actualizan la grandeza salvadora de su amor. En sus llagas fuimos curados, nos dice Isaías 53,4-5. Cargó con nuestras dolencias y nuestros pecados. A través de sus llagas podemos asomarnos al misterio del amor misericordioso de Dios. Dentro de tus llagas escóndeme.

Lo mismo que él cargó con nuestras dolencias y nuestros pecados, ¿seríamos capaces nosotros de cargar con los sufrimientos y los dolores de los hermanos?

Argumentos de fe.

Parece que lo que convenció a Tomás fueron las llagas. Palpando creyó, confesó, se entregó. No se fiaba de palabras ni de experiencias ajenas. Tenía que quemarse, quemar sus dudas en las hogueras del que fue crucificado. Por eso, hoy se necesitan más testigos que maestros, porque hemos llegado a tal punto de increencia que sólo las llagas pueden convencer.

Urgencia de amor.

Jesús nos amó hasta la sangre. Pero, “todavía no habéis llegado a la sangre de vuestra pelea contra el pecado” (Heb 12,4); ni hemos llegado a la sangre en la pelea contra la injusticia o en el combate por la paz, ni hemos llegado a la sangre en el ministerio de la caridad.

ORACIÓN

Dios todopoderoso, concédenos que la gracia recibida en este sacramento pascual permanezca siempre en nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Patxi Velasco FANO



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