“Vete, Satanás, porque está escrito: “Al Señor,
tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”.
26 DE FEBRERO
PRIMER DOMINGO DE
CUARESMA
COLOR LITÚRGICO: MORADO
1ª Lectura: Génesis
2,7-9; 3,1-7
Creación y pecado de
los primeros padres.
Salmo 50: Misericordia,
Señor, hemos pecado.
2ª Lectura: Romanos
5,12-19
Si creció el pecado,
más abundante fue la gracia.
PALABRA DEL DÍA
Mateo 4,1-11
“Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para
ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta
noches, al fin sintió hambre. El tentador se le acercó y le dijo: “Si eres Hijo
de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes”. Pero él le contestó,
diciendo: “Está escrito: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra
que sale de la boca de Dios”. Entonces el diablo lo lleva a la ciudad santa, lo
pone en el alero del templo y le dice: “Si eres Hijo de Dios, tírate abajo,
porque está escrito: “Encargará a sus ángeles que cuiden de ti, y te sostendrán
en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”. Jesús le dijo:
“También está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”. Después, el diablo lo
lleva a una montaña altísima y, mostrándole los reinos del mundo y su gloria,
le dijo: “Todo esto te daré, si te postras y me adoras”. Entonces le dijo
Jesús: “Vete, Satanás, porque está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él
solo darás culto”. Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le
servían”.
Versión para América
Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al
desierto, para ser tentado por el demonio.
Después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta
noches, sintió hambre.
Y el tentador, acercándose, le dijo: "Si tú eres
Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes".
Jesús le respondió: "Está escrito: El hombre no
vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios".
Luego el demonio llevó a Jesús a la Ciudad santa y lo
puso en la parte más alta del Templo,
diciéndole: "Si tú eres Hijo de Dios, tírate
abajo, porque está escrito: Dios dará órdenes a sus ángeles, y ellos te
llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra".
Jesús le respondió: "También está escrito: No
tentarás al Señor, tu Dios".
El demonio lo llevó luego a una montaña muy alta;
desde allí le hizo ver todos los reinos del mundo con todo su esplendor,
y le dijo: "Te daré todo esto, si te postras para
adorarme".
Jesús le respondió: "Retírate, Satanás, porque
está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto".
Entonces el demonio lo dejó, y unos ángeles se
acercaron para servirlo”.
REFLEXIÓN
En este primer domingo nos adentramos en el camino que nos
llevará a la Pascua. Es un camino íntimamente ligado con nuestro compromiso
bautismal. Los catecúmenos se preparan en este tiempo para acercarse a las
fuentes bautismales. Los cristianos acompañamos a Jesús al desierto, lugar de
ayuno y tentación, para fortalecernos y renovar, la Noche de Pascua, las
promesas de nuestro bautismo. Debemos tomar nuevo aliento, convertirnos,
tenemos que volver al lado de Dios. Podemos decir que hoy, en este domingo,
iniciamos el camino cuaresmal hacia la renovación de nuestra fe bautismal, con
el deseo de la santa Pascua.
La primera lectura, el relato de la creación al que
volveremos en el inicio de la Vigilia Pascual, nos hace notar que la vida del
hombre y de la mujer viene de Dios. Es Dios el protagonista de este relato, y
el ser humano está llamado a compartir este protagonismo. El ser humano, sin
embargo, por el pecado se encierra en sí mismo y olvida a Dios, no le deja
espacio. La creación sufre las consecuencias. Sólo la obediencia de Cristo
retornará el equilibrio roto y la criatura se podrá dirigir al creador como
Padre.
El salmo 50 que cantaremos nos acompañará durante todo este
tiempo cuaresmal. La experiencia de pecado del salmista se convierte entonces
en experiencia profunda de la misericordia de Dios. El pecado está presente en
todas las generaciones, pero el amor del Señor, que dura por siempre, nos lleva
de nuevo a abrir los labios y proclamar la alabanza del Dios que salva.
La segunda lectura nos ha presentado un fragmento de la carta
de Pablo a los cristianos de Roma. Pablo, con una exposición de gran contenido
teológico hace ver la relación entre el don de la gracia y la pena del pecado.
Para Pablo, el don no tiene comparación con la caída. Adán, en quien todos
hemos caído, tiene como contrapeso al Cristo a quien estamos unidos
indisolublemente por el bautismo. Con Adán nos une el pecado connatural a
nuestra condición humana. Con Cristo, por el bautismo, compartiremos su muerte
y resurrección.
El evangelio de Mateo nos sitúa hoy en la escena de las
tentaciones de Jesús en el desierto. Jesús cumple un ayuno de cuarenta días
después de recibir el bautismo en el Jordán y después de la manifestación de su
filiación divina, justo antes de empezar su predicación y misión en Galilea.
Cumple los cuarenta días como imagen de los cuarenta días que Moisés estuvo en
la montaña rezando a Dios; como imagen de los cuarenta días de camino que
realizó Elías por llegar al monte Horeb; como los cuarenta años que el pueblo
pasó en el desierto, donde sufrió tentación y las mordeduras de serpientes
hasta llegar a la Tierra Prometida. Jesús lleva a cumplimiento estos actos
proféticos y sufre las tentaciones del hambre, del afán de poder, y del afán de
poseer riqueza. El tentador le propone, como a Adán, que se ponga en lugar de
Dios y sacie el hambre y el afán de dominio que caracterizan al hombre y a la
mujer de todos los tiempos, utilizando erróneamente el poder y adorando al
tentador. Jesús le responde con la Palabra de Dios y declara la primacía de
Dios sobre todas las cosas: “Al Señor, tú Dios, adorarás y a él solo darás
culto”.
Jesús pone en el centro la voluntad de Dios. Allí donde Adán
puso su propia voluntad, Jesús, el Hijo, sitúa la voluntad del Padre. Jesús
cambia radicalmente la respuesta a la tentación y da una dimensión a la
relación entre la criatura y el creador. Jesús pone en el centro la voluntad de
Dios, y el tiempo de tentación, de desierto, de dificultad, de desánimo, de
soledad, se coinvierte en tiempo de gracia y de evangelio.
Nosotros, en esta Cuaresma, con la Iglesia, queremos poner,
de nuevo, en el centro de nuestra vida la voluntad de Dios. Por el bautismo
hemos sido identificados con Cristo. Con él penetramos en el desierto y con él
hacemos frente a las muchas formas con las que el tentador intenta dividir
nuestro corazón; afanes, ansias, envidias. Con Cristo queremos responder que
sólo Dios es el centro de nuestra vida. Ya no somos más del pecado ni de la
muerte. El evangelio de Cristo nos lo hace contemplar todo, incluso en los
momentos de prueba, como momentos de Pascua. Porque en esta Cuaresma, con la
meditación de la Palabra, compartiendo la eucaristía, en el ayuno y en la
caridad queremos aprender a contemplar y a esperar con júbilo la Pascua de
Cristo que salva a todo ser humano y renueva toda la creación.
ENTRA EN TU INTERIOR
TENTADO, PERO NO VENCIDO
No le resultó nada fácil a Jesús mantenerse fiel a la misión
recibida de su Padre, sin desviarse de su voluntad. Los evangelios recuerdan su
lucha interior y las pruebas que tuvo que superar, junto a sus discípulos, a lo
largo de su vida. Los maestros de la ley lo acosaban con preguntas capciosas
para someterlo al orden establecido, olvidando al Espíritu que lo impulsaba a
curar incluso en sábado. Los fariseos le pedían que dejara de aliviar el
sufrimiento de la gente y realizara algo más espectacular, "un signo del
cielo", de proporciones cósmicas, con el que Dios lo confirmara ante
todos.
Las tentaciones le venían incluso de sus discípulos más
queridos. Santiago y Juan le pedían que se olvidara de los últimos, y pensara
más en reservarles a ellos los puestos de más honor y poder. Pedro le reprende
porque pone en riesgo su vida y puede terminar ejecutado.
Sufría Jesús y sufrían también sus discípulos. Nada era fácil
ni claro. Todos tenían que buscar la voluntad del Padre superando pruebas y
tentaciones de diverso género. Pocas horas antes de ser detenido por las
fuerzas de seguridad del templo Jesús les dice así: "Vosotros sois los que
habéis perseverado conmigo en mis pruebas" (Lucas 22,28).
El episodio conocido como "las tentaciones de
Jesús" es un relato en el que se reagrupan y resumen las tentaciones que
hubo de superar Jesús a lo largo de toda su vida. Aunque vive movido por el
Espíritu recibido en el Jordán, nada le dispensa de sentirse atraído hacia
formas falsas de mesianismo.
¿Ha de pensar en su propio interés, o escuchar la voluntad
del Padre? ¿Ha de imponer su poder de Mesías, o ponerse al servicio de quienes
lo necesitan? ¿Ha de buscar su propia gloria, o manifestar la compasión de Dios
hacia los que sufren? ¿Ha de evitar riesgos y eludir la crucifixión, o entregarse
a su misión confiando en el Padre?
El relato de las tentaciones de Jesús fue recogido en los
evangelios para alertar a sus seguidores. Hemos de ser lúcidos. El Espíritu de
Jesús está vivo en su Iglesia, pero los cristianos no estamos libres de falsear
una y otra vez nuestra identidad cayendo en múltiples tentaciones.
Identificar hoy las tentaciones de la Iglesia y de la
jerarquía, de los cristianos y de sus comunidades; hacernos conscientes de
ellas como Jesús; y afrontarlas como lo hizo él, es lo primero para seguirle
con fidelidad. Una Iglesia que no es consciente de sus tentaciones, pronto
falseará su identidad y su misión. ¿No nos está sucediendo algo de esto? ¿No
necesitamos más lucidez y vigilancia para no caer en la infidelidad?
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
Si Israel fue infiel en el desierto Jesús muestra su firmeza
en seguir la voluntad divina y su proyecto de Salvación. En el evangelio de
Mateo es el diablo quien hace el mismo papel que la serpiente del relato del
Génesis, que incita al pecado del cual hablaba Pablo en la carta a los romanos.
El tentador es astuto y cita la misma Escritura para incitar a Jesús a
desviarse de su misión salvadora, presentando el mal en forma de bien.
El diablo tienta a Jesús incitando a un mesianismo de tipo
materialista: “Di que estas piedras se conviertan en panes”, pero Jesús supera
la tentación siendo consciente de la necesidad espiritual del ser humano como
su hambre y sed de cumplir la voluntad de Dios: “No sólo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
La segunda insinuación es la de un mesianismo espectacular,
es decir, de seguir las expectativas mesiánicas de su tiempo. Invita a Jesús,
además, a seguir un providencialismo literal e irresponsable. Jesús desenmascara
las ideas del diablo como una tentación.
La última tentación es la del mesianismo a través del poder y
de la gloria del mundo. Pero Jesús ha venido a ser servidor de todos, no a
someter a los demás. No se puede servir a Dios y al poder.
ORACIÓN
Señor, quisiste someterte a las tentaciones del demonio para
enseñarme que las tentaciones no son malas; nada malo hubo en tu vida. Sirven
para fortalecer mi unión contigo. ¿Cómo hacer frente al tentador? Tu ejemplo me
dice que no debo entablar conversación ni entretenerme con él, como Eva, sino
rechazarlo de plano con la sabiduría de la Palabra y la fuerza de la Gracia.
Contra las insidias del demonio, yo acepto, la historia, la realidad y el
futuro que tú quieres para mí; todo lo has hecho bien.
Expliquemos el Evangelio
a los niños
Imágenes de Patxi
Velasco FANO
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