“Todo el que es de la verdad escucha mi voz”
25 DE
NOVIEMBRE
XXXIV
DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (B)
SOLEMNIDAD
DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO
ÚLTIMO
DOMINGO DEL AÑO LITÚRGICO
1ª
Lectura: Daniel 7,13-14
Su
dominio es eterno y no pasa.
Salmo 92:
“El Señor reina, vestido de majestad”
2ª
Lectura: Apocalipsis 1,5-8
El
príncipe de los reyes de la tierra nos ha convertido en un reino y hecho
sacerdotes de Dios.
EVANGELIO
DEL DÍA
Juan
18,33-37
“En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús: -¿Eres tú el rey de
los judíos? Jesús le contestó: -¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho
otros de mí? Pilato le contestó: -¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos
sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho? Jesús le contestó: -Mi reino
no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado
para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí. Pilato
le dijo: -Con que, ¿tú eres rey? Jesús le contestó: -Tú lo dices: soy rey. Yo
para eso he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la
verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz”.
Versión
para América Latina extraída de la biblia del Pueblo de Dios
“Pilato volvió a entrar en el pretorio, llamó a Jesús y le
preguntó: "¿Eres tú el rey de los judíos?".
Jesús le respondió: "¿Dices esto por ti mismo u otros te
lo han dicho de mí?".
Pilato replicó: "¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y
los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has
hecho?".
Jesús respondió: "Mi realeza no es de este mundo. Si mi
realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para
que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí".
Pilato le dijo: "¿Entonces tú eres rey?". Jesús
respondió: "Tú lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al
mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi
voz".
REFLEXIÓN
Hoy es el último
domingo del año litúrgico. El próximo domingo empezaremos un nuevo año con el
tiempo de Adviento. Y para terminar el presente año, hoy, hacemos una conmemoración
especial con la “Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo”.
De hecho, la fiesta de
hoy es como una especie de resumen: con una afirmación y un deseo. La
afirmación consiste en decirnos que nos hemos reunido en comunidad cada domingo
a lo largo del año, y que Jesús ha sido el centro de todas nuestras
celebraciones, y es el centro de la vida de nuestra comunidad. Y el deseo es
para decirnos hoy que debemos darle a Jesús más terreno en nuestra vida y en
nuestro corazón, para que cada día pueda iluminar más y mejor todos los
rincones de nuestra persona y de nuestra comunidad. Decirle a Jesús que le
debemos dar más terreno en nuestra vida quiere decir sencillamente que queremos
que él mande, que él gobierne más nuestra vida. Y decirle que tiene que
gobernar, utilizando una metáfora de nuestro mundo, quiere decir que debería
ser nuestro único rey.
Lo que nos pasa, a
veces, es que tenemos la tentación de creer que Jesús nos gobernaría mejor si,
en vez de tenerlo en nosotros, nos mandase desde fuera. Es como pensar que, si
la sociedad en la que vivimos fuese mucho más cristiana, lo tendríamos más
fácil. ¿Cuántas veces hemos pensado que nuestra fe depende de nuestro contexto
social o político? Esta tentación nuestra, también la tuvo Jesús. Recordad que
esta tentación de poder y dominio del mundo, externamente, es la que mejor
resume las tres tentaciones que tuvo Jesús en el desierto, al inicio de su vida
pública, antes del bautismo de Juan en el Jordán. Y, de hecho, es una tentación
que acompaña a Jesús durante toda su vida pública, cada vez que la multitud le
sigue sólo por lo que consigue de él, desde la multiplicación de los panes hasta
los innumerables milagros, y siempre es para hacerle rey o para creer en él
como rey.
Ni al final de su vida, se escapa Jesús de
esta pretensión. De hecho, el pueblo de Israel, en tiempo de Jesús, vivía bajo
la ocupación romana y esperaba que alguien, en nombre de Dios, como Mesías, le
salvase de esta dominación y lo librase, lo condujese hacia una etapa de
soberanía y así volviesen a la época de máximo esplendor de Israel, la del
gobierno del rey David. La esperanza mesiánica del pueblo de Israel pasaba,
pues, por la restauración de la monarquía, y no sólo esperaban al Mesías, sino
que esperaban también al Rey de Israel. Por eso la pregunta de Pilato a Jesús
no es, ni mucho menos, inocente, sino que tiene una gran carga política.
¡Pilato es la última tentación de Cristo! Pero esta tentación aun persiste
entre nosotros.
Confundir a Jesús con
los poderes y los reinos de este mundo ha sido algo habitual en nuestra
historia, tanto la eclesial como la historia de la humanidad. Y aun lo es, por
culpa de nuestra eterna tentación de poder. Por eso Jesús nos ha dicho hoy en
el evangelio que su reinado “no es de este mundo”. Por lo tanto, dicho esto, no
podemos organizar la comunidad de Jesús como si se tratase de un reino
terrenal. Así como tampoco podemos usar el mensaje de Jesús como si se tratara
de un programa más al organizar los reinos de este mundo. Se nos reclama
equilibrio. Mucho equilibrio. El mismo que tuvo Jesús. No podemos hacer de
Jesús un rey como los reyes terrenales. Ni tampoco podemos hacerle rey sin
relación con el mundo. Jesús no debe reinar en la tierra, como hacen nuestros
reyes y gobernantes, sino que debe reinar claramente en nosotros, que es donde
se cuecen las verdades.
Jesús no quiere
gobernar por la fuerza, por eso no tiene ejército alguno, quiere gobernar desde
el servicio y desde el trono de la cruz, por eso se presenta “como el testigo
de la verdad”, para que le obedezcamos, no por la fuerza, sino por el
convencimiento, por la “verdad” o porque “escuchamos su voz”. Es así como Jesús
quiere entrar en nuestras vidas.
ENTRA EN
TU INTERIOR
EXAMEN
ANTE EL TESTIGO DE LA VERDAD
Dentro del proceso en
el que se va a decidir la ejecución de Jesús, el evangelio de Juan ofrece un
sorprendente diálogo privado entre Pilato, representante del imperio más
poderoso de la tierra y Jesús, un reo maniatado que se presenta como testigo de
la verdad.
Precisamente, Pilato
quiere, al parecer, saber la verdad que se encierra en aquel extraño personaje
que tiene ante su trono: “¿Eres tú el rey de los judíos?” Jesús va a responder
exponiendo su verdad en dos afirmaciones fundamentales, muy queridas al
evangelista Juan. “Mi reino no es de este mundo”. Jesús no es rey al estilo que
Pilato puede imaginar. No pretende ocupar el trono de Israel ni disputar a Tiberio
su poder imperial. Jesús no pertenece a ese sistema en el que se mueve el
prefecto de Roma, sostenido por la injusticia y la mentira. No se apoya en la
fuerza de las armas. Tiene un fundamento completamente diferente. Su realeza
proviene del amor de Dios al mundo. Pero añade a continuación algo muy
importante: “Soy rey… y he venido al mundo para ser testigo de la verdad”.
Es en este mundo donde
quiere ejercer su realeza, pero de una forma sorprendente. No viene a gobernar
como tiberio sino a ser “testigo de la verdad” introduciendo el amor y la
justicia de Dios en la historia humana.
Esta verdad que Jesús
trae consigo no es una doctrina teórica. Es una llamada que puede transformar
la vida de las personas. Lo había dicho Jesús: “Si os mantenéis fieles a mi
Palabra… conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”. Ser fieles al
Evangelio de Jesús es una experiencia única pues lleva a conocer una verdad
liberadora, capaz de hacer nuestra vida más humana.
Jesucristo es la única
verdad de la que nos está permitido vivir a los cristianos. ¿No necesitamos en
la Iglesia de Jesús hacer un examen de conciencia colectivo ante el “testigo de
la Verdad”? ¿Atrevernos a discernir con humildad qué hay de verdad y qué hay de
mentira en nuestro seguimiento a Jesús? ¿Dónde hay verdad liberadora y dónde
mentira que nos esclaviza? ¿No necesitamos dar pasos hacia mayores niveles de
verdad humana y evangélica en nuestras vidas, nuestras comunidades y nuestras
instituciones?
José Antonio Pagola
ORA EN TU
INTERIOR
¡Qué diferente ha de
verse la realidad desde un trono y desde una cruz! El trono de Jesús fue la
cruz. Vivió tan adentro de la historia, tan en el fondo de ella, que terminó
donde terminaban los esclavos y los malditos. En una cruz. Y, desde entonces,
será desde ese trono-cruz desde donde gobernará e impartirá justicia. Será su
gobierno el de la paz, y su justicia será la del amor sin medida. ¿cabe un
reino más universal.
Es, desde entonces,
cuando todos los “crucificados” de la historia podrán mirarlo y reconocerse en
Él y, en su mirada, encontrar el aliento y la esperanza. Podrán saber que la
desgracia no durará mil años, que el llanto y la tristeza serán un día
recuerdos del pasado y que en su lugar habrá cantos y alegría. El rey que murió
en la cruz cambió el curso de la historia para siempre. La maldición dejó su
sitio a la bendición porque Él es “el alfa y la omega”, “el que es y era y ha
de venir” (Ap 1,8).
ORACIÓN
Dios todopoderoso y
eterno, que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado, Rey del
Universo, haz que toda la creación, liberada de la esclavitud del pecado, sirva
a tu majestad y te glorifique sin fin. Amén.
Expliquemos
el Evangelio a los niños
Imágenes
de Paxi Velasco FANO
Imagen para colorear
Bellísima reflexión. Gracias don Tomás.
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