domingo, 29 de enero de 2023

5 DE FEBRERO: V DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO A

 


“Vosotros sois la luz del mundo…”

5 DE FEBRERO

V DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (A)

1ª Lectura: Isaías 58,7-10

Romperá tu luz como la aurora.

Salmo 111

El justo brilla en las tinieblas como una luz.

2ª Lectura: 1 Corintios 2,1-5

Os anuncié el misterio de Cristo crucificado.

PALABRA DEL DÍA

Mateo 5,13-16

“En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: -Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla afuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una vela para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres para que vean buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo”.

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres.

Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña.

Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa.

Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo”.

REFLEXIÓN

El evangelio de este V Domingo Ordinario, nos da una respuesta a través de dos símbolos sobre cuyo significado no hará falta hacer grandes especulaciones.

El cristiano está llamado, en primer lugar, a ser sal de la tierra. Con la sal damos sabor a las comidas. De lo que se desprende que el cristiano está llamado a dar sabor a la vida.

La etimología de las palabras nos puede ayudar a comprender mejor lo que esto pueda significar. Las palabras sabor y sabiduría tienen la misma raíz lingüística: así como existe el sabor de los alimentos, existe el sabor de la vida. Lo que le da gusto o sentido a la vida, la sabiduría; es decir: aprender a vivir como personas. El arte no sólo de hacer las cosas, sino de hacerlas con espíritu, con alegría, con dignidad, con conciencia, con responsabilidad.

También hemos dicho que Jesús es presentado en los evangelios, antes que nada, como el verdadero sabio que nos ayuda a descubrir la honda raíz de la vida y hacia donde dirige sus fuerzas la energía del árbol para que trascienda al oscuro seno que le dio origen.

Desde esta perspectiva, el Evangelio es la sabiduría del hombre nuevo en Cristo; es el arte de vivir gozando y disfrutando de la vida, como se goza y se disfruta al comer un alimento bien preparado.

Basta poca sal para que la comida tenga sabor; el exceso de la misma es perjudicial, pues lo importante no es comer sal sino comida con sabor… ¿Qué nos dice esto? Pues que no nos abarrotemos de religión (en el sentido común de la palabra) sino de vida impregnada de sabor evangélico. El evangelio mismo se orienta hacia la vida del hombre, verdadero objetivo a conseguir.

La crisis del cristianismo occidental tiene entre otros motivos éste: una verdadera inflación religiosa… Según el evangelio de hoy, parece que es a la inversa: la religión (sal) debe estar para que el hombre viva. Si sirve para eso, sirve para algo. De lo contrario, según Jesús, “no sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente”.

También nos llama la atención que la sal, al ser desparramada en el alimento, se pierde en él, se diluye humildemente obrando en forma imperceptible y poco espectacular.

Ya sabemos que así obra el Reino de Dios, como semilla, como levadura; verdadera energía que presiona desde dentro para que la masa sea grande y fructifique. La sal, como la levadura, son dos productos esencialmente humildes.

Fácil es extraer la consecuencia: cristianos, no busquemos nuestro éxito ni el triunfo. Busquemos el crecimiento del hombre y de la sociedad. Procuremos que la historia se desarrolle sin que se nos aplauda o se nos haga reverencias. Si tenemos fe, sirvamos a la energía del Reino que ya está dentro del mundo y que, en último caso, ni siquiera nos necesita a nosotros para desplegar su fuerza.

El símbolo de la luz es más conocido por nosotros. Todo el evangelio de Juan gira a su alrededor, y con no menos fuerza lo hace Mateo. La luz es un símbolo más rico y complejo que la sal, más difícil de definir.

Cuando Jesús habla de la luz, lo hace según el espíritu de los grandes profetas que no habían sido ajenos a este simbolismo, especialmente Isaías, el gran modelo de los evangelistas.

El texto de Isaías, primera lectura de hoy, nos ayuda a aterrizar en esto de la luz.

¿Cuándo brillará tu luz en las tinieblas?, pregunta el profeta. ¿Cuándo romperá tu luz como la aurora?

Y he aquí su insólita respuesta: cuando destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia; cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente; cuando hospedes al pobre sin techo y vistas al que va desnudo…

A esto se refiere Jesús cuando concluye: “Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.”

En la medida en que los hombres vean que los que se dicen creyentes proyectan la luz de la liberación total, sin restricciones de ninguna especie, en esa misma medida darán gloria al Padre. La liberación es el signo de la presencia de Dios que reina entre los hombres; es la manifestación de que su Reino no sólo está cerca, sino que está “dentro de nosotros”.



ENTRA EN TU INTERIOR

CARA Y CRUZ DE LA SAL Y DE LA LUZ

Si los discípulos viven las bienaventuranzas, su vida tendrá una proyección social. Es Jesús mismo quien se lo dice empleando dos metáforas inolvidables. Aunque parecen un grupo insignificante en medio de aquel poderoso imperio controlado por Roma, serán «sal de la tierra» y «luz del mundo».

¿No es una pretensión ridícula? Jesús les explica cómo será posible. La sal no parece gran cosa, pero comienza a producir sus efectos, precisamente, cuando se mezcla con los alimentos y parece que ha desaparecido. Lo mismo sucede cuando se enciende una luz: sólo puede iluminar cuando la ponemos en medio de las tinieblas.

Jesús no está pensando en una Iglesia separada del mundo, escondida tras sus ritos y doctrinas, encerrada en sí misma y en sus problemas. Jesús quiere introducir en la historia humana un grupo de seguidores, capaces de transformar la vida viviendo las bienaventuranzas.

Todos sabemos para qué sirve la sal. Por una parte, no deja que los alimentos se corrompan. Por otra, les da sabor y permite que los podamos saborear mejor. Los alimentos son buenos, pero se pueden corromper; tienen sabor, pero nos pueden resultar insípidos. Es necesaria la sal.

El mundo no es malo, pero lo podemos echar a perder. La vida tiene sabor, pero nos puede resultar insulsa y desabrida. Una Iglesia que vive las bienaventuranzas contribuye a que la sociedad no se corrompa y deshumanice más. Unos discípulos de Jesús que viven su evangelio ayudan a descubrir el verdadero sentido de la vida.

Hay un problema y Jesús se lo advierte a sus seguidores. Si la sal se vuelve sosa, ya no sirve para nada. Si los discípulos pierden su identidad evangélica, ya no producen los efectos queridos por Jesús. El cristianismo se echa a perder. La Iglesia queda anulada. Los cristianos están de sobra en la sociedad.

Lo mismo sucede con la luz. Todos sabemos que sirve para dar claridad. Los discípulos iluminan el sentido más hondo de la vida, si la gente puede ver en ellos «las obras» de las bienaventuranzas. Por eso, no han de esconderse. Tampoco han de actuar para ser vistos. Con su vida han de aportar claridad para que en la sociedad se pueda descubrir el verdadero rostro del Padre del cielo.

No nos está permitido servirnos de la Iglesia para satisfacer nuestros gustos y preferencias. Jesús la ha querido para ser sal y luz. Evangelizar no es combatir la secularización moderna con estrategias mundanas. Menos aún hacer de la Iglesia una "contra-sociedad". Sólo una Iglesia que vive el Evangelio puede responder al deseo original de Jesús.

 José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

Dios viene no para ser servido por los hombres sino para servirlos con humildad y entrega incondicional.

El Reino busca al hombre, donde esté y como esté, para levantarlo, aliviarlo, concienciarlo y liberarlo: como individuo y como grupo humano.

El Reino no tiene fronteras ni muros ni discriminaciones de ninguna especie; en su bandera hay una sola palabra: Hombre. Está donde menos lo imaginamos y desaparece de allí donde pretendemos implantarlo o aferrarlo.

El Reino es viento, agua, fuego y luz; semilla, sal y levadura.

Los cristianos estamos para servirlo; servir al Reino es lo mismo que servir a los hombres.

La primera preocupación de la Iglesia es dejarse invadir por el Reino; la segunda, ser su testigo en el mundo.

ORACIÓN

SALMO 40

 Yo pongo en Dios toda mi esperanza.

 El se inclina hacia mí y escucha mi oración.

 El salva mi vida de la oscuridad,

 afirma mis pies sobre roca

 y asegura mis pasos.

 Mi boca entona un cántico nuevo

 de alabanza al Señor.

 Dichoso el que pone en Dios su confianza.

 No quieres sacrificios ni oblaciones

 pero me has abierto los ojos,

 no exiges cultos ni holocaustos,

 y yo te digo : aquí me tienes,

 para hacer, Señor, tu voluntad.

 Tú, Señor, hazme sentir tu cariño,

 que tu amor y tu verdad me guarden siempre.

 Porque mis errores recaen sobre mí

 y no me dejan ver.

 ¡Socórreme, ¡Señor, ven en mi ayuda!

 Que sientan tu alegría los que te buscan.

 Yo soy pobre, Señor, socórreme,

 Tú, mi Salvador, mi Dios, no tardes.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Patxi Velasco FANO


domingo, 22 de enero de 2023

29 DE ENERO: IV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO A

 


“Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos”

29 DE ENERO

IV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

1ª Lectura: Sofonías 2,3;3,12-13

Dejaré, en medio de ti, un puñado de gente pobre y humilde.

Salmo 145

Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.

2ª Lectura: 1 Corintios 1,26-31

Dios ha elegido a los débiles del mundo.

EVANGELIO DEL DÍA

Mateo 5,1-12

“Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y, tomando la palabra, les enseñaba diciendo:

«Bienaventurados los pobres de espíritu,

porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Bienaventurados los mansos,

porque ellos poseerán en herencia la tierra.

Bienaventurados los que lloran,

porque ellos serán consolados.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia,

porque ellos serán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos,

porque ellos alcanzarán misericordia.

Bienaventurados los limpios de corazón,

porque ellos verán a Dios.

Bienaventurados los que trabajan por la paz,

porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,

porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.”

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.

“Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él.

Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:

"Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.

Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.

Felices los afligidos, porque serán consolados.

Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.

Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.

Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.

Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.

Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.

Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.

Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron."

REFLEXIÓN

Hoy comenzamos uno de los cinco grandes discursos de que se compone el evangelio de Mateo.

 Jesús quiere ofrecer un programa de vida, un programa de felicidad a todos, y para eso sube al monte. Moisés subió al monte santo de Dios en el momento de la alianza. Dios estableció entonces un pacto con su pueblo.

La expresión de la voluntad de Dios quedó plasmada en la ley que el mismo Dios da a su pueblo por medio de Moisés.

Las bienaventuranzas constituyen el programa básico de la comunidad cristiana, el resumen de todo lo que Dios, por medio de Jesús, desea y espera de su nuevo pueblo, la comunidad de discípulos de Jesús.

Pero hay algo importante que destacar, en la antigua Alianza el pueblo debía mantenerse alejado de Dios, no podía acercarse.

Aquí se dice que Jesús subió al monte y todos se acercaron. Hay una intimidad, una familiaridad con Dios.

Lo primero que constatamos en las bienaventuranzas es que es un programa de felicidad, todas ellas empiezan con la palabra: DICHOSOS.

DICHOSOS LOS QUE ELIGEN SER POBRES. Dichosos aquellos que no ponen su confianza ni en el dinero, ni en sus talentos personales, sí en los demás. Dichosos aquellos que se sienten pobres ante Dios, que no van a Dios con prepotencia como el fariseo en el templo. Dichosos los que son capaces de cambiar la opción de poseer por el proyecto de compartir. El reino de dios es de ellos.

DICHOSOS LOS QUE LLORAN. Fundamentalmente dichosos los que lloran por sus propios pecados. Dichosos los que son capaces de hacer suyos los dolores y los sufrimientos de los otros y lloran con ellos solidariamente, generosamente. Dios los consolará.

DICHOSOS LOS HUMILDES. Los que van por la vida sintiéndose necesitados de Dios y necesitados de los hermanos, los que van por la vida poniendo su confianza en el Señor, confiando en él y no en sus fuerzas o en sus talentos personales. Dichosos aquellos que van al señor con las manos vacías porque solo él puede llenarlas. Estos heredarán la tierra.

DICHOSOS LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DE LA JUSTICIA. Sí, dichosos los que tienen hambre y sed de hacer la voluntad de Dios. De poner a Dios en el centro de sus vidas, de vivir según Dios. Dichosos los que son capaces de gritar como Pedro. ¿a quién vamos a ir? Sólo tú tienes palabras de vida eterna. Estos serán saciados.

DICHOSOS LOS MISERICORDIOSOS. Los que son capaces de mirar con ojos de misericordia, los que son capaces de amar. Los que son capaces de perdonar. Los que son capaces de animar, de consolar, de apoyar, de tender una mano al otro, de sacarlo de la situación en la que viven. Los que son capaces de acompañar. Ellos recibirán misericordia.

DICHOSOS LOS QUE TIENEN UN CORAZÓN LIMPIO. Los que van por la vida sin dobles intenciones. Los que son incapaces de hacerle mal a nadie. Los que perdonan siempre y olvidan siempre, los que no guardan rencor en su corazón. Los que no juzgan para no ser juzgados ni condenan para no ser condenados, porque saben que la misma medida que usen con los demás la usarán con ellos. Estos verán a Dios cara a cara.

DICHOSOS LOS QUE TRABAJAN POR LA PAZ. Los que son capaces de construirla día a día. Pero no solo la paz como ausencia de guerras, como ausencia de conflictos armados, sino paz con ellos mismos, paz con sus familias, paz con los demás. Estos serán los auténticos hijos de Dios.

DICHOSOS LOS PERSEGUIDOS POR SU FIDELIDAD, POR HACER LA VOLUNTAD DE DIOS. Sí, dichosos vosotros cuando os injurien y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa, estad alegres y contentos porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

Con Jesús, que por nosotros se hizo pobre, humilde, sensible al dolor del mundo, con hambre y sed de justicia, compasivo, limpio de corazón, pacificador y perseguido por todo esto, nosotros tenemos que hacernos como él. Nos tenemos que hacer pobres, humildes, sensibles al dolor del mundo, con hambre y sed de justicia, compasivos, limpios de corazón, pacificadores .

No lo dudemos, hermanas y hermanos, de esta manera vamos formando parte de su Reino aunque seamos perseguidos por ello.



ENTRA EN TU INTERIOR

IGLESIA MÁS EVANGÉLICA

Al formular las bienaventuranzas, Mateo, a diferencia de Lucas, se preocupa de trazar los rasgos que han de caracterizar a los seguidores de Jesús. De ahí la importancia que tienen para nosotros en estos tiempos en que la Iglesia ha de ir encontrando su estilo cristiano de estar en medio de una sociedad secularizada.

No es posible proponer la Buena Noticia de Jesús de cualquier forma. El Evangelio sólo se difunde desde actitudes evangélicas. Las bienaventuranzas nos indican el espíritu que ha de inspirar la actuación de la Iglesia mientras peregrina hacia el Padre. Las hemos de escuchar en actitud de conversión personal y comunitaria. Sólo así hemos de caminar hacia el futuro.

Dichosa la Iglesia "pobre de espíritu" y de corazón sencillo, que actúa sin prepotencia ni arrogancia, sin riquezas ni esplendor, sostenida por la autoridad humilde de Jesús. De ella es el reino de Dios.

Dichosa la Iglesia que "llora" con los que lloran y sufre al ser despojada de privilegios y poder, pues podrá compartir mejor la suerte de los perdedores y también el destino de Jesús. Un día será consolada por Dios.

Dichosa la Iglesia que renuncia a imponerse por la fuerza, la coacción o el sometimiento, practicando siempre la mansedumbre de su Maestro y Señor. Heredará un día la tierra prometida.

Dichosa la Iglesia que tiene "hambre y sed de justicia" dentro de sí misma y en el mundo entero, pues buscará su propia conversión y trabajará por una vida más justa y digna para todos, empezando por los últimos. Su anhelo será saciado por Dios.

Dichosa la Iglesia compasiva que renuncia al rigorismo y prefiere la misericordia antes que los sacrificios, pues acogerá a los pecadores y no les ocultará la Buena Noticia de Jesús. Ella alcanzará de Dios misericordia.

Dichosa la Iglesia de "corazón limpio" y conducta transparente, que no encubre sus pecados ni promueve el secretismo o la ambigüedad, pues caminará en la verdad de Jesús. Un día verá a Dios.

Dichosa la Iglesia que "trabaja por la paz" y lucha contra las guerras, que aúna los corazones y siembra concordia, pues contagiará la paz de Jesús que el mundo no puede dar. Ella será hija de Dios.

Dichosa la Iglesia que sufre hostilidad y persecución a causa de la justicia, sin rehuir el martirio, pues sabrá llorar con las víctimas y conocerá la cruz de Jesús. De ella es el reino de Dios.

La sociedad actual necesita conocer comunidades cristianas marcadas por este espíritu de las bienaventuranzas. Sólo una Iglesia evangélica tiene autoridad y credibilidad para mostrar el rostro de Jesús a los hombres y mujeres de hoy.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

Gracias, Señor Jesús, porque, proclamándolos dichosos, devolviste la dignidad, el Reino y la esperanza a los que el mundo tiene por últimos e infelices: los pobres y los humildes, los que lloran y sufren, los que tiene hambre y sed de fidelidad a ti, los misericordiosos que saben perdonar a los demás, los que proceden con un corazón limpio y sincero, los que fomentan la paz y desechan la violencia, los perseguidos por servirte a ti y al evangelio.

Tú eres el primero que realizaste este programa, y tu ejemplo nos anima a seguirte hasta el final. Tú eres nuestra fuerza. ¡Bendito seas por siempre!

ORACIÓN

Te rogamos, Señor, que guardes con amor de Padre a esta familia tuya, que tiene puesto su apoyo sólo en tu gracia, para que encuentre siempre en tu protección su fortaleza.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Patxi Velasco FANO

 




domingo, 15 de enero de 2023

22 DE ENERO: III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO A


 

“Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.”

22 DE ENERO

III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

1ª Lectura: Isaías 8,23-9,3

Los que andaban en tinieblas vieron una gran luz.

Salmo 26

El Señor es mi luz y mi salvación

2ª Lectura: 1 Corintios 1,10-13.17

Que no haya divisiones entre ustedes.

PALABRA DEL DÍA

Mateo 4,12-23

“Al enterarse de que habían detenido a Juan, Jesús se retiró a Galilea. Dejó Nazaret y se estableció en Cafarnaún, junto al mar, en territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías:

¡País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los paganos! El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombra de muerte una luz les brilló (Is 8,2-9,1).

Desde entonces empezó Jesús a proclamar:

- Convertíos porque está cerca el Reino de Dios.

Caminando junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos: a Simón, el llamado Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando una red de mano en el mar, pues eran pescadores. Les dijo:

- Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.

Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Pasando adelante vio a otros dos hermanos: a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en la barca poniendo a punto las redes, con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó.  Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

Jesús fue recorriendo Galilea entera, enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando la buena noticia del reino y curando todo achaque y enfermedad del pueblo.”

Versión para américa Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.

“Cuando Jesús se enteró de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea.

Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí,

para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías:

¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país de la Transjordania, Galilea de las naciones!

El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz.

A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: "Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca".

Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores.

Entonces les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres".

Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron.

Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó.

Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.

Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente.”

REFLEXIÓN

Jesús, que va a recoger el testigo de Juan, deja el Jordán, donde se dejó bautizar por el Bautista, y se va a Galilea. Mateo quiere subrayar que Jesús vuelve solo a la “Galilea de los paganos”, porque sencillamente, ése es el plan de Dios.

Jesús, dejando Nazaret, que no era más que una aldea, se establece en Cafarnaún, ciudad fronteriza entre los territorios de Herodes Antipas y de Filipo. Debía tener una guarnición romana, ya que se habla de un centurión.

“Empezó Jesús a predicar diciendo: Arrepentíos, porque está llegando el reino de los cielos”. Aquí coincide Jesús con la predicación de Juan Bautista, que en el Jordán, llamaba a la conversión con estas mismas palabras. El reino de los cielos es para Mateo una realidad futura que se manifestará en el juicio de Dios. Es como si dijera: Salid al encuentro. Dios en persona se os acerca. Él es un gran regalo para todos, porque viene cargado de vida. ¿No es ésta la mejor noticia? Cambiad de mente y de corazón.

En cuanto a los textos del llamamiento, nos podemos imaginar que la realidad no sería así. Sería un proceso un tanto prolongado. Le escucharían por primera vez. Quedarían impresionados. Se sentirían atraídos a escucharle más veces. Comentarían entre ellos el impacto producido por Jesús y su enseñanza. Luego, por fin, tendrían ocasión de hablar con el Maestro, que viendo su disposición, les haría el llamamiento.

A diferencia de  Marcos (3,16), Mateo menciona ya de entrada a Simón como Pedro. Y Jesús le llama a él y a su hermano a dejar su trabajo y a ser pescadores de hombres.

Estas llamadas de Jesús son un recordatorio para nosotros de que la vida cristiana es un seguimiento, cosa que parecemos olvidar frecuentemente. Necesitamos proclamarlo alto: la vida cristiana es seguir a Jesucristo. Es parecernos a Jesús en lo que creía, hablaba y hacía. Es dejarnos conmover nuestras entrañas en contacto con la realidad doliente. Es esforzarnos por tener la pasión de Jesús por el Padre y el hombre.

Junto con la enseñanza, está la acción sanadora de Jesús. De igual modo, la vida de todo seguidor de Jesús deberá contar con estas dos grandes realidades: la enseñanza, dejándonos impregnar por la Palabra de Dios y anunciándola, y la acción sanadora, haciendo a todos el mayor bien que podamos. Los dos aspectos son inseparables.



ENTRA EN TU INTERIOR

SEGUIDORES

Cuando Jesús se entera de que el Bautista ha sido encarcelado, abandona su aldea de Nazaret y marcha a la ribera del lago de Galilea para comenzar su misión. Su primera intervención no tiene nada de espectacular. No realiza un prodigio. Sencillamente, llama a unos pescadores que responden inmediatamente a su voz: "Seguidme".

Así comienza el movimiento de seguidores de Jesús. Aquí está el germen humilde de lo que un día será su Iglesia. Aquí se nos manifiesta por vez primera la relación que ha de mantenerse siempre viva entre Jesús y quienes creen en él. El cristianismo es, antes que nada, seguimiento a Jesucristo.

Esto significa que la fe cristiana no es sólo adhesión doctrinal, sino conducta y vida marcada por nuestra vinculación a Jesús. Creer en Jesucristo es vivir su estilo de vida, animados por su Espíritu, colaborando en su proyecto del reino de Dios y cargando con su cruz para compartir su resurrección.

Nuestra tentación es siempre querer ser cristianos sin seguir a Jesús, reduciendo nuestra fe a una afirmación dogmática o a un culto a Jesús como Señor e Hijo de Dios. Sin embargo, el criterio para verificar si creemos en Jesús como Hijo encarnado de Dios es comprobar si le seguimos sólo a él.

La adhesión a Jesús no consiste sólo en admirarlo como hombre ni en adorarlo como Dios. Quien lo admira o lo adora, quedándose personalmente fuera, sin descubrir en él la exigencia a seguirle de cerca, no vive la fe cristiana de manera integral. Sólo el que sigue a Jesús se coloca en la verdadera perspectiva para entender y vivir la experiencia cristiana de forma auténtica.

En el cristianismo actual vivimos una situación paradójica. A la Iglesia no sólo pertenecen los que siguen o intentan seguir a Jesús, sino, además, los que no se preocupan en absoluto de caminar tras sus pasos. Basta estar bautizado y no romper la comunión con la institución, para pertenecer oficialmente a la Iglesia de Jesús, aunque jamás se haya propuesto seguirle.

Lo primero que hemos de escuchar de Jesús en esta Iglesia es su llamada a seguirle sin reservas, liberándonos de ataduras, cobardías y desviaciones que nos impiden caminar tras él. Estos tiempos de crisis pueden ser la mejor oportunidad para corregir el cristianismo y mover a la Iglesia en dirección hacia Jesús.

Hemos de aprender a vivir en nuestras comunidades y grupos cristianos de manera dinámica, con los ojos fijos en él, siguiendo sus pasos y colaborando con él en humanizar la vida. Disfrutaremos de nuestra fe de manera nueva.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

Como creyentes, como discípulos de Jesús, necesitamos vivir en un perenne estado de conversión; porque ésta es una tarea siempre inacabada, de todo tiempo y para todos. Nunca estaremos suficientemente convertidos a los valores del Reino. Son demasiados los intereses que nos tientan constantemente a desvirtuar e incluso invalidar nuestra respuesta a la consigna del Señor: "Convertíos y creed en la buena noticia". Este imperativo es buena noticia de liberación, esperanza luminosa y transformante, empeño gozoso, don y tarea que hemos de asumir responsable y alegremente con un estilo nuevo de comportamiento personal y comunitario con Dios y los hermanos.

La radicalidad de la conversión continua al Reino de Dios nos pide sensibilidad y una clara opción por los valores del evangelio y los criterios der las bienaventuranzas. Éstos se oponen necesariamente a las prioridades del "hombre viejo" que llevamos dentro, en lucha con el "hombre nuevo". Liberado por Cristo. Optemos por el amor en vez del egoísmo, la pobreza compartida en vez de la riqueza acaparadora, la solidaridad en vez de la explotación, el perdón en vez del odio el compromiso y la colaboración en vez de pasar de todo.

ORACIÓN

Concédenos, Dios todopoderoso, que al experimentar el efecto vivificante de tu gracia, nos sintamos siempre dichosos por este don tuyo.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Patxi Velasco FANO


 



domingo, 8 de enero de 2023

15 DE ENERO: II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO A

 


- “He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él.”

15 DE ENERO

II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

1ª Lectura: Isaías 49,3.5-6

Te hago luz de ls naciones, para que todos vean mi salvación.

Salmo 39

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

2ª Lectura: 1 Corintios 1,1-3

La gracia y la paz de parte de Dios Padre y de Cristo el Señor.

PALABRA DEL DÍA

Juan: 1,29-34

“Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que veía hacia él, exclamó:

- “Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel”.

Y Juan dio testimonio diciendo:

- “He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él.”

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.

“Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: "Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

A él me refería, cuando dije: Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo.

Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que él fuera manifestado a Israel".

Y Juan dio este testimonio: "He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él.

Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: 'Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo'.

Yo lo he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios".

 

REFLEXIÓN

En la revelación cristiana tiene una gran importancia, la mirada y los  ojos: “He visto al Espíritu que bajaba del cielo y se posaba sobre él”, dice el Bautista. Y el apóstol Juan, por su parte, dice: “Seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es”.

 Pienso en la bienaventuranza: “¡Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”. Pureza y visión se reclaman mutuamente. Si el mundo “no nos conoce, es porque no conoció a Dios”: Dios permanece para él oculto, cubierto, disimulado, por falta de una mirada capaz de ver lo invisible a través de lo humano y contingente.

el Bautista señala  a Jesús, está viendo; sin embargo, no hay en ello ningún fenómeno extraordinario. Es la simple realidad, pero comprendida, contemplada en su profunda unidad. Juan fue un ser de una pureza perfecta: percibió la manifestación del Espíritu donde otros no veían nada. Bien pudiera ser que todavía hoy estuviera la fe en lucha con el mismo requerimiento.



ENTRA EN TU INTERIOR

RECUPERAR A JESÚS

Los creyentes tenemos múltiples y muy diversas imágenes de Dios. Desde niños nos vamos haciendo nuestra propia idea de él, condicionados, sobre todo, por lo que vamos escuchando a catequistas y predicadores, lo que se nos transmite en casa y en el colegio o lo que vivimos en las celebraciones y actos religiosos.

Todas estas imágenes que nos hacemos de Dios son imperfectas y deficientes, y hemos de purificarlas una y otra vez a lo largo de la vida. No lo hemos de olvidar nunca. El evangelio de Juan nos recuerda de manera rotunda una convicción que atraviesa toda la tradición bíblica: «A Dios no le ha visto nadie jamás».

Los teólogos hablamos mucho de Dios, casi siempre demasiado; parece que lo sabemos todo de él: en realidad, ningún teólogo ha visto a Dios. Lo mismo sucede con los predicadores y dirigentes religiosos; hablan con seguridad casi absoluta; parece que en su interior no hay dudas de ningún género: en realidad, ninguno de ellos ha visto a Dios.

Entonces, ¿cómo purificar nuestras imágenes para no desfigurar de manera grave su misterio santo? El mismo evangelio de Juan nos recuerda la convicción que sustenta toda la fe cristiana en Dios. Solo Jesús, el Hijo único de Dios, es «quien lo ha dado a conocer». En ninguna parte nos descubre Dios su corazón y nos muestra su rostro como en Jesús.

Dios nos ha dicho cómo es encarnándose en Jesús. No se ha revelado en doctrinas y fórmulas teológicas sublimes sino en la vida entrañable de Jesús, en su comportamiento y su mensaje, en su entrega hasta la muerte y en su resurrección. Para aproximarnos a Dios hemos de acercarnos al hombre en el que él sale a nuestro encuentro.

Siempre que el cristianismo ignora a Jesús o lo olvida, corre el riesgo de alejarse del Dios verdadero y de sustituirlo por imágenes distorsionadas que desfiguran su rostro y nos impiden colaborar en su proyecto de construir un mundo nuevo más liberado, justo y fraterno. Por eso es tan urgente recuperar la humanidad de Jesús.

No basta con confesar a Jesucristo de manera teórica o doctrinal. Todos necesitamos conocer a Jesús desde un acercamiento más concreto y vital a los evangelios, sintonizar con su proyecto, dejarnos animar por su espíritu, entrar en su relación con el Padre, seguirlo de cerca día a día. Ésta es la tarea apasionante de una comunidad que vive hoy purificando su fe. Quien conoce y sigue a Jesús va disfrutando cada vez más de la bondad insondable de Dios.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

Jesús quitó el pecado del mundo escogiendo el camino del servicio, de la humildad, de la pobreza, de la entrega hasta la muerte. Esa actitud anula toda forma de dominio, por eso consigue la salvación total. Es el único camino para llegar a ser hombre auténtico.

Jesús salvó al hombre, suprimiendo de su vida toda opresión que impida el proyecto de creación definitiva y total del hombre. Jesús nos abrió el camino de la verdadera salvación, ayudando a todos los oprimidos a salir de su opresión. Siempre que estaba en sus manos, sacándolos de la opresión física, material. Cuando esto no era posible, cogiéndoles por la solapa y diciéndoles: Eres libre, sé tú mismo, no dejes que nadie te destroce como ser humano; en tu verdadero ser, nadie podrá someterte si tú no te dejas.

ORACIÓN

            Infúndenos, Señor, el espíritu de caridad, para que, saciados con el pan del cielo, vivamos siempre unidos en tu amor.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Patxi Velasco FANO


domingo, 1 de enero de 2023

8 DE ENERO: SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR.

 


“Y tú, Belén de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel”

8 DE ENERO

SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR

Primera Lectura: Isaías 60,1-6.

La gloria del Señor amanece sobre ti.

Salmo 71: Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.

Segunda Lectura: Efesios 3,2-3ª.5-6.

Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos de la promesa.

PALABRA DEL DÍA

Mateo 2,1-12

“Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes.

Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:

-“¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”

Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.

Ellos le contestaron:

-“En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:

“Y tú, Belén de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel”

Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:

-“Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo”

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.

Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.

Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.”

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén

y preguntaron: "¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo".

Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén.

Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías.

"En Belén de Judea, le respondieron, porque así está escrito por el Profeta:

Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel".

Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella,

los envió a Belén, diciéndoles: "Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje".

Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño.

Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría,

y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra.

Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino.”

REFLEXIÓN

La fiesta de la Epifanía es la primera que empezó a celebrarse, después de la Pascua. Una fiesta que conserva toda su fuerza, especialmente en la Iglesia Oriental. Es más que la Navidad. Es la manifestación de Dios en el nacimiento, en la estrella a los Magos, en el bautismo y en las bodas de Caná, los primeros signos de la presencia de Dios entre nosotros.

Los evangelios de la infancia, tanto en Mateo como en Lucas, tienen claras aperturas a la universalidad. Lucas las pone en labios de Simeón: Cristo es “salvación para todas las naciones, luz para todas las gentes”. Mateo lo plasma en el relato de la estrella –aparece en el lejano Oriente- y los Magos la siguen.

Dios es para todos. El cielo, a la altura en que se fijan las estrellas, todavía no es propiedad de nadie. Todos pueden ver la estrella y nadie puede apropiársela. Todos pueden gozar con la luz de la estrella, sin que nadie le estorbe. Todos pueden levantar sus ojos y sus pensamientos a la luz de la estrella, sin que nadie lo prohíba. Todos pueden embriagarse de belleza, llenarse de esperanza y encenderse en amor a la luz de la estrella, sin tener que pagar por ello.

Nos viene bien esta fiesta con aires ecuménicos y con colores brillantes. A pesar de que el mundo se nos ha abierto en todos los sentidos, a pesar de que aún los pueblos más lejanos hoy, en cierto sentido, están cerca, a pesar de que las Iglesias y religiones han progresado en comprensión y apertura, seguimos moviéndonos en un mundo pequeño. Nuestro corazón sigue siendo pequeño, muy pequeño.

Hoy, día de la Epifanía, de la manifestación amorosa de Dios a todas las gentes, le pedimos al Niño dinamismo ensanchador, la gracia de abrirnos a los límites del mundo.



ENTRA EN TU INTERIOR.

¿A QUIÉN ADORAMOS?

Cayendo de rodillas, lo adoraron.

Los magos vienen del «Oriente», un lugar que evoca en los judíos la patria de la astrología y de otras ciencias extrañas. Son paganos. No conocen las Escrituras Sagradas de Israel, pero sí el lenguaje de las estrellas. Buscan la verdad y se ponen en marcha para descubrirla. Se dejan guiar por el misterio, sienten necesidad de «adorar».

Su presencia provoca un sobresalto en todo Jerusalén. Los magos han visto brillar una estrella nueva que les hace pensar que ya ha nacido «el rey de los judíos» y vienen a «adorarlo». Este rey no es Augusto. Tampoco Herodes. ¿Dónde está? Ésta es su pregunta.

Herodes se «sobresalta». La noticia no le produce alegría alguna. Él es quien ha sido designado por Roma «rey de los judíos». Hay que acabar con el recién nacido: ¿dónde está ese rival extraño? Los «sumos sacerdotes y letrados» conocen las Escrituras y saben que ha de nacer en Belén, pero no se interesan por el niño ni se ponen en marcha para adorarlo.

Esto es lo que encontrará Jesús a lo largo de su vida: hostilidad y rechazo en los representantes del poder político; indiferencia y resistencia en los dirigentes religiosos. Sólo quienes buscan el reino de Dios y su justicia lo acogerán.

Los magos prosiguen su larga búsqueda. A veces, la estrella que los guía desaparece dejándolos en la incertidumbre. Otras veces, brilla de nuevo llenándolos de «inmensa alegría». Por fin se encuentran con el Niño, y «cayendo de rodillas, lo adoran». Después, ponen a su servicio las riquezas que tienen y los tesoros más valiosos que poseen. Este Niño puede contar con ellos pues lo reconocen como su Rey y Señor.

En su aparente ingenuidad, este relato nos plantea preguntas decisivas: ¿ante quién nos arrodillamos nosotros?, ¿cómo se llama el «dios» que adoramos en el fondo de nuestro ser? Nos decimos cristianos, pero ¿vivimos adorando al Niño de Belén?, ¿ponemos a sus pies nuestras riquezas y nuestro bienestar?, ¿estamos dispuestos a escuchar su llamada a entrar en el reino de Dios y su justicia? En nuestras vidas siempre hay alguna estrella que nos guía hacia Belén.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

 Hemos visto salir su estrella. Es la primera fase: el encuentro, la llamada, el chispazo, la seducción. Los magos debieron conmoverse al ver salir la estrella. Es la conmoción que sintieron los primeros discípulos que fueron llamados por Jesús. Quiero recordar la expresión de Pedro: “Apártate de mí, que soy un pecador” Es el tiempo de los primeros fervores y los primeros amores. Es la primavera de la vida espiritual.

Sé, Señor, que la estrella puede ser la familia, la parroquia, la clase, una palabra escuchada y grabada en mi alma. Un testimonio, un pobre, un acontecimiento favorable, un sufrimiento o fracaso, una lectura, una visita… Dios puede manifestarse directamente o puede valerse de muchos signos. Pero si se manifiesta, algo muy grande se enciende en mi alma.

Una inmensa alegría, que es el fruto de la fidelidad. En cualquier momento vuelve a lucir la estrella, la buena estrella, la fiel estrella. Puede bastar una palabra, como la de Jesús resucitado a la Magdalena. Puede ser un cariñoso reproche. Puede ser una presencia de Dios. Puede ser una bendición o una respuesta a mi llamada. Puede ser una especial providencia o el cumplimiento de mis deseos. Puede ser la palabra de un hermano.

ORACIÓN FINAL

“Los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo

 y participes de la promesa.”

Todos somos exactamente iguales ante Dios.

 Esta es la “buena noticia” sobre Dios, que nos trajo Jesús.

 Si no la he asimilado, estoy fuera del evangelio.

…………………….

El camino para llegar a esa verdad, es desconcertante.

 No será conociendo mejor a los demás como la alcanzarás,

 sino conociéndote a ti mismo y descubriendo lo que hay en ti de Dios.

 Descubriendo que eres uno con Dios,

 encontrarás al otro identificado con Dios.

…………………

 Si los fallos, que ves en el otro, impidieran esa unidad,

 tus fallos la habrían impedido también.

 La grandeza de Dios está en que

 su amor no depende de lo que nosotros somos.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Patxi Velasco FANO.

Imagen para colorear