miércoles, 26 de septiembre de 2018

30 DE SEPTIEMBRE: XXVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (B)



“…el que no está contra nosotros está a favor nuestro”

30 DE SEPTIEMBRE

DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO (B)

1ª Lectura: Números 11,25-29

¿Estás celoso de mí? ¡Ojalá todo el pueblo fuera profeta!

Salmo 18: “Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón”

2ª Lectura: Santiago 5,1-6

Vuestra riqueza está corrompida.

PALABRA DEL DÍA

Marcos 9,38-43.45.47-48

“En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: -Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros. Jesús respondió: -No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Y, además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeños que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga”.

Versión para América Latina, extraída de la biblia del Pueblo de Dios.

“Juan le dijo a Jesús: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros".
Pero Jesús les dijo: "No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí.
Y el que no está contra nosotros, está con nosotros.
Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo.
Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar.
Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible.
Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena.
Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la Gehena,
donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.”

REFLEXIÓN

Jesús, en el evangelio de san Marcos, aprovecha alguna de las cuestiones que se le plantean no sólo para resolverlas puntualmente y salir del paso, sino también para aleccionar a sus discípulos, y también a nosotros, sobre cómo tienen que ser sus comportamientos y sus relaciones para con los demás.


Hoy la pregunta de Juan a Jesús es sobre qué hay que hacer con aquellos que hacen obras buenas, obras con la fuerza y el nombre de Jesús –como nosotros- pero que, de hecho, no son “de los nuestros”. Estas situaciones son las que siempre han despertado en nosotros recelos, envidias y celos. Y más aún en los grupos o colectivos, donde a menudo se generan las rivalidades, el espíritu gregario o los sectarismos. Los celos y las envidias están muy presentes en nuestras relaciones, tanto a nivel personal como familiar, tanto a nivel de grupo como a nivel comunitario, tanto a nivel social como político, tanto a nivel eclesial como interreligioso. Todos tenemos la tendencia a encerrarnos y a ser bastante exclusivistas.

En nuestra sociedad actual se ha ido imponiendo cada vez más el espíritu de la tolerancia como un valor ante los demás, los diferentes, y sobre todo ante los que “no son de los nuestros”, como dice hoy el evangelio. Es cierto que ya es una muy buena respuesta. Pero la tolerancia, hace referencia más propiamente a lo que se tiene que soportar, aguantar o consentir, que a lo que –como nos dice hoy Jesús- se tiene que aceptar y asumir como una realidad que es positiva y enriquecedora en sí misma. Como un hecho que, lejos de restar energías, viene a sumar esfuerzos. La frase de Jesús, cuando dice que “el que no está contra nosotros está a favor nuestro” es suficientemente definitoria.

 Por tanto, la solución de Jesús va mucho más allá de una pura tolerancia, entendida como una resignación ante aquellas realidades que no se pueden controlar. Jesús nos anima a tomar postura y a comprometernos. En estas cosas no valen las medias tintas de aquel que no se posiciona nunca, sino que hay que tomar partido, tenemos que estar a favor o en contra del bien. Una vez más debemos recordar que creer es comprometerse y, por tanto, es tomar una determinación de cooperación a favor de todo aquello que sea bueno, venga de donde venga. De hecho hoy, Jesús, propone dos cosas muy distintas al lado de una pasiva tolerancia.

En primer lugar, Jesús propone la aceptación de toda realidad que sea buena y de toda persona que haga el bien bajo la fórmula de la acogida: “El que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa”.

En segundo lugar, Jesús nos propone que nos sintamos pequeños e indefensos. Es decir, que seamos humildes ante los demás. Si nos sentimos pequeños seguro que defenderemos a los indefensos. En cambio, si pensamos que nosotros somos los grandes, entonces creeremos que sólo nosotros tenemos el monopolio de hacer el bien y, por tanto, acabaremos regulando todo el mercado, pues ésta era la tentación del discípulo Juan y muchas veces también es nuestra tentación.

Y Jesús no sólo nos propone que seamos pequeños, sino que no escandalicemos a los pequeños: “El que escandalice a uno de estos pequeños que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar”.


ENTRA EN TU INTERIOR

La escena es sorprendente. Los discípulos se acercan a Jesús con un problema. Esta vez, el portador del grupo no es Pedro, sino Juan, uno de los dos hermanos que andan buscando los primeros puestos. Ahora pretende que el grupo de discípulos tenga la exclusiva de Jesús y el monopolio de su acción liberadora (Mc 9, 38-43. 45. 47-48).

Vienen preocupados. Un exorcista, no integrado en el grupo, está echando demonios en nombre de Jesús. Los discípulos no se alegran de que la gente quede curada y pueda iniciar una vida más humana. Solo piensan en el prestigio de su propio grupo. Por eso, han tratado de cortar de raíz su actuación. Esta es su única razón: «no es de los nuestros».

Los discípulos dan por supuesto que, para actuar en nombre de Jesús y con su fuerza curadora, es necesario ser miembro de su grupo. Nadie puede apelar a Jesús y trabajar por un mundo más humano, sin formar parte de la Iglesia. ¿Es realmente así? ¿Qué piensa Jesús?

Sus primeras palabras son rotundas: «No se lo impidáis». El Nombre de Jesús y su fuerza humanizadora son más importantes que el pequeño grupo de sus discípulos. Es bueno que la salvación que trae Jesús se extienda más allá de la Iglesia establecida y ayude a las gentes a vivir de manera más humana. Nadie ha de verla como una competencia desleal.

Jesús rompe toda tentación sectaria en sus seguidores. No ha constituido su grupo para controlar su salvación mesiánica. No es rabino de una escuela cerrada sino Profeta de una salvación abierta a todos. Su Iglesia ha de apoyar su Nombre allí donde es invocado para hacer el bien.

No quiere Jesús que entre sus seguidores se hable de los que son nuestros y de los que no lo son, los de dentro y los de fuera, los que pueden actuar en su nombre y los que no pueden hacerlo. Su modo de ver las cosas es diferente: «El que no está contra nosotros está a favor nuestro».

En la sociedad moderna hay muchos hombres y mujeres que trabajan por un mundo más justo y humano sin pertenecer a la Iglesia. Algunos ni son creyentes, pero están abriendo caminos al reino de Dios y su justicia. Son de los nuestros. Hemos de alegrarnos en vez de mirarlos con resentimiento. Los hemos de apoyar en vez de descalificar.

Es un error vivir en la Iglesia viendo en todas partes hostilidad y maldad, creyendo ingenuamente que solo nosotros somos portadores del Espíritu de Jesús. El no nos aprobaría. Nos invitaría a colaborar con alegría con todos los que viven de manera evangélica y se preocupan de los más pobres y necesitados.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

            Las palabras más duras del evangelio que hemos proclamado hoy se dirigen contra el enemigo que llevamos dentro de nosotros mismos, y no contra el enemigo que buscamos para salvaguardar nuestros intereses y dominio. Jesús nos invita a desprendernos de todo aquello que está contra nosotros entre nuestras propias ideas y actitudes, una vez que hemos asumido que vale más confiar en Dios y en su proyecto universal que en las certezas e intereses propios.

            El Reino de Dios, precedido por sus signos frente al sufrimiento y al mal del mundo (echa demonios), instaura una nueva forma de relacionarse, que ya no pasa por el ejercicio soberbio de poder sino por la sencillez de la fe en las personas y en uno mismo: la amistad, en definitiva. Los extraños y distintos pueden ser entonces amigos; y uno mismo, muchas veces también desconocido para sí, ha de ser espacio de reconciliación y fidelidad personal.

ORACIÓN

            Señor, tu bendita obsesión es la expansión del Reino de Dios para que los hombres se salven. Por eso, cualquier ayuda que lo haga posible, es bienvenida. Por eso, el que favorezca a los que evangelizan tendrá su premio. Por eso, el que escandaliza a un pequeño, que tan bien acoge tu mensaje, lo  tiene difícil. Por eso, todo lo que me impida serte fiel, fuera de mí. Aunque me cueste sangre. Lo primer es antes.

            "El que escandalice a uno de estos pequeños que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar".

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Paxi Velasco FANO


Imagen para colorear.



lunes, 17 de septiembre de 2018

23 DE SEPTIEMBRE: XXV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (B)



“Quien quiera ser el primero, que sea el último

de todos y el servidor de todos...”

23 DE SEPTIEMBRE

XXV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (B)

1ª Lectura: Sabiduría 2,12.17-20

Condenaremos al justo a una muerte ignominiosa.

Salmo 53: “El Señor sostiene mi vida”

2ª Lectura: Santiago 3,16-4,3

Los que tienen la sabiduría que viene de Dios son puros, ante todo.

PALABRA DEL DÍA

Marcos 9,30-37

“En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no querían que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: -El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará. Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaúm, y, una vez en casa, les preguntó: -¿De qué discutíais por el camino? Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo: -Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos. Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: -El que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado”.

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.

“Al salir de allí atravesaron la Galilea; Jesús no quería que nadie lo supiera,
porque enseñaba sus discípulos, y les decía: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará".
Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas.
Llegaron a Cafarnaúm y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: "¿De qué hablaban en el camino?".
Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande.
Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: "El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos".
Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo:
"El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a aquel que me ha enviado".

REFLEXIÓN

            Por segunda vez, Jesús explica a sus discípulos cómo, de acuerdo con lo anunciado por los profetas, conforme leemos en la primera lectura del libro de la sabiduría, tiene que ser entregado en manos de los hombres y morir y resucitar al tercer día. Quiere salir al paso, de una vez, de las falsas expectativas mesiánicas que se habían ido creando interesadamente entre el pueblo y entre sus dirigentes, incluso entre sus discípulos.

           Los discípulos no prestan atención, no escuchan; ellos a lo suyo, a lo que les preocupa más que nada. Desde el principio han ido forjándose una idea demasiado interesada del futuro de Jesús y, viendo sus milagros y escuchando sus palabras y disfrutando de la general buena aceptación del pueblo, ya se veían compartiendo el éxito popular de Jesús. Lo que les importaba era su papel en el triunfo, sacar el mejor partido posible, ocupar los primeros puestos. Algunos parecían ya estar adjudicados como el de Pedro, pero quedaban muchos más. Y de eso discutían, distraídos, cuando Jesús los vuelve a la realidad con una pregunta: ¿de qué hablabais por el camino? Y se quedaron callados, avergonzados, sin saber qué decir. Pero Jesús sí que quiere aclarar las cosas: el que quiere ser el primero de todos, que sea el último de todos, el servidor de todos.

            Lo malo es que, dos mil años después, los nuevos discípulos de Jesús seguimos como los, primeros: sin enterarnos, sin tomar en serio el Evangelio, enfrascados en nuestras cosas, en nuestros intereses, en nuestras pequeñas guerras y diferencias, en un discutible forcejeo por copar los primeros puestos, títulos, dignidades, prebendas. De nada sirve que Jesús recomiende acoger a los niños, o sea, los débiles; nosotros nos dedicamos a acoger y agasajar a los grandes, a los que mandan, a las altas jerarquías eclesiásticas, civiles, políticas y militares. Ellos representan a Dios. Pero Jesús ha dicho que Él está en los niños, en los débiles, en los que tienen hambre, en los pobres, en los enfermos.

          Porque esa es la cuestión. Aceptar de una vez que mandar, reinar, gobernar, presidir, dirigir, trabajar… todo es servir. Vivir es servir, o sea, convivir, compartir, comunicar, consensuar, hacer todo y siempre con todos, entre todos, al servicio de todos, buscando el bien de todos, sin partidismos, sin nepotismos, sin discriminaciones, sin chantajes contra nadie, ni ventajas sobre los demás. Todos iguales, todos hermanos en Cristo que dio su vida para que tengamos vida y la tengamos sobrada y feliz.

ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR

DOS ACTITUDES MUY DE JESÚS

El grupo de Jesús atraviesa Galilea camino de Jerusalén. Lo hacen de manera reservada, sin que nadie se entere. Jesús quiere dedicarse enteramente a instruir a sus discípulos. Es muy importante lo que quiere grabar en sus corazones: su camino no es un camino de gloria, éxito y poder. Es lo contrario: conduce a la crucifixión y al rechazo, aunque terminará en resurrección.  

A los discípulos no les entra en la cabeza lo que les dice Jesús. Les da miedo hasta preguntarle. No quieren pensar en la crucifixión. No entra en sus planes ni expectativas. Mientras Jesús les habla de entrega y de cruz, ellos hablan de sus ambiciones: ¿quién será el más importante en el grupo? ¿quién ocupará el puesto más elevado? ¿quién recibirá más honores?

Jesús «se sienta». Quiere enseñarles algo que nunca han de olvidar. Llama a los Doce, los que están más estrechamente asociados a su misión y les invita a que se acerquen, pues los ve muy distanciados de él. Para seguir sus pasos y parecerse a él han de aprender dos actitudes fundamentales.

Primera actitud: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y servidor de todos». El discípulo de Jesús ha de renunciar a ambiciones, rangos, honores y vanidades. En su grupo nadie ha de pretender estar sobre los demás. Al contrario, ha de ocupar el  último lugar, ponerse al nivel de quienes no tienen poder ni ostentan rango alguno. Y, desde ahí, ser como Jesús: «servidor de todos»

La segunda actitud es tan importante que Jesús la ilustra con un gesto simbólico entrañable. Pone a un niño en medio de los Doce, en el centro del grupo, para que aquellos hombres ambiciosos se olviden de honores y grandezas, y pongan sus ojos en los pequeños, los débiles, los más necesitados de defensa y cuidado.

Luego, lo abraza y les dice: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí». Quien acoge a un "pequeño" está acogiendo al más "grande", a Jesús. Y quien acoge a Jesús está acogiendo al Padre que lo ha enviado.

Una Iglesia que acoge a los pequeños e indefensos está enseñando a acoger a Dios. Una Iglesia que mira hacia los grandes y se asocia con los poderosos de la tierra está pervirtiendo la Buena Noticia de Dios anunciada por Jesús.

José Antonio Pagola


ORACIÓN

        A veces, Señor, la pequeñez de mi ser criatura me parece inadecuada e insuficiente para contener mis grandes deseos. Y hago de todo para acabar con aquellos a quienes advierto como límites a mi necesidad de expandirme, de “sentirme grande”: ser más que los otros, recibir más que los otros, contar más que los otros.

          Tú sales al encuentro de esta prepotente necesidad de sobresalir y me propones ponerla al servicio del amor, haciéndome el último de todos, el siervo de todos, el más pacífico, el más dócil, el más misericordioso, acogedor con todos.

          Envía de lo alto tu Espíritu de sabiduría, para que haga de mi vida una obra de paz.

        No me cansaré de repetir: “El que quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Paxi Velasco FANO


martes, 11 de septiembre de 2018

16 DE SEPTIEMBRE: XXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.


“El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo,
que cargue con su cruz y me siga".

16 DE SEPTIEMBRE

DOMINGO XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO (B)

1ª Lectura: Isaías 50,5-9

Ofrecí la espalda a los que me apaleaban.

Salmo 114: “Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida”.

2ª Lectura: Santiago 2,14-18

La fe, si no tiene obras, está muerta.

PALABRA DEL DÍA

Marcos 8,27-35

“En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino, preguntó a sus discípulos: - ¿Quién dice la gente que soy yo? Ellos le contestaron: -Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas. Él les preguntó: -Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Pedro le contestó: -Tú eres el Mesías. Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirlos: -El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días. Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: - ¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios! Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: -El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el evangelio, la salvará”.

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.

“Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?".
Ellos le respondieron: "Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas".
"Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro respondió: "Tú eres el Mesías".
Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él.
Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días;
y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo.
Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres".
Entonces Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará.”

REFLEXIÓN

Con el texto de hoy, termina la primera parte del evangelio de Marcos que revela la auténtica identidad de Jesús.
      
Marcos ha tratado en esta primera parte, hacer que la respuesta a la pregunta fundamental sobre la identidad de Jesús, cuyo nombre se había hecho famoso (Mc. 6,14), emerja. Ahora es el mismo Jesús quien explicita la pregunta: “¿Quién dice la gente que soy yo?”.

La pregunta de Jesús es para cada uno de nosotros. Nos inquieta y nos cautiva. Nos exige y, al mismo tiempo, nos consuela. ¿Quién soy para ti?, ¿qué pinto en tu vida?, ¿qué piensas de mí?, es la pregunta de Jesús a los discípulos y la cuestión que nos dirige hoy a quienes escuchamos este evangelio. Una pregunta que va más allá de un parecer o una opinión. La pregunta de Jesús va al centro mismo de nuestro proyecto de vida. Es una pregunta que se responde con palabras, sentimientos, con obras, con todo el ser. Nuestra respuesta se da en la vida.

Nosotros miramos la vida de Jesús y quedamos cautivados. Él no elude la dificultad, no esquiva los problemas, no huye de las situaciones complejas. Lo vemos con los enfermos, con los extranjeros, con los pecadores, con los niños y las mujeres, con todos…, a cada cual le da lo que necesita: salud, inserción, perdón. Quien se acerca queda transformado.

Él lo da todo por los demás, aun a riesgo de su vida. A lo largo del evangelio vemos los conflictos que tiene Jesús con las autoridades políticas y religiosas, con aquellos que no entienden su quehacer e, incluso, con sus propios discípulos. No entienden cómo puede vivir tan entregado a los demás. El secreto es que Jesús confía, absolutamente, en Dios y, por tanto, se desvive totalmente por el prójimo.

La pregunta definitiva es: ¿Qué quieres de mí? Es la pregunta que le hacemos a Dios, con la certeza de que responde. La que puede orientar definitivamente nuestra vida y lanzarnos hacia el prójimo. La que nos invita a cargar con la cruz y seguir sus pasos. La que determina nuestro hoy y nuestro mañana. La que garantiza un sentido pleno a nuestra vida. La que nos hace miembros adultos de la familia de los cristianos, la Iglesia. La que nos hace ser testimonio suyo allí donde estemos. Hoy le podemos hacer esa pregunta… Estad atentos porque siempre responde.

ENTRA EN TU INTERIOR

RECONOCER A JESÚS EL CRISTO

El episodio ocupa un lugar central y decisivo en el relato de Marcos. Los discípulos llevan ya un tiempo conviviendo con Jesús. Ha llegado el momento en que se han de pronunciar con claridad. ¿A quién están siguiendo? ¿Qué es lo que descubren en Jesús? ¿Qué captan en su vida, su mensaje y su proyecto?

Desde que se han unido a él, viven interrogándose sobre su identidad. Lo que más les sorprende es la autoridad con que habla, la fuerza con que cura a los enfermos y el amor con que ofrece el perdón de Dios a los pecadores. ¿Quién es este hombre en quien sienten tan presente y tan cercano a Dios como Amigo de la vida y del perdón?

Entre la gente que no ha convivido con él se corren toda clase de rumores, pero a Jesús le interesa la posición de sus discípulos: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».

No basta que entre ellos haya opiniones diferentes más o menos acertadas. Es fundamental que los que se han comprometido con su causa, reconozcan el misterio que se encierra en él. Si no es así, ¿quién mantendrá vivo su mensaje? ¿qué será de su proyecto del reino de Dios? ¿en qué terminará aquel grupo que está tratando de poner en marcha?

Pero la cuestión es vital también para sus discípulos. Les afecta radicalmente. No es posible seguir a Jesús de manera inconsciente y ligera. Tienen que conocerlo cada vez con más hondura. Pedro, recogiendo las experiencias que han vivido junto a él hasta ese momento, le responde en nombre de todos: «Tú eres el Mesías».

La confesión de Pedro es todavía limitada. Los discípulos no conocen aún la crucifixión de Jesús a manos de sus adversarios. No pueden ni sospechar que será resucitado por el Padre como Hijo amado. No conocen experiencias que les permitan captar todo lo que se encierra en Jesús. Solo siguiéndolo de cerca, lo irán descubriendo con fe creciente.

Para los cristianos es vital reconocer y confesar cada vez con más hondura el misterio de Jesús el Cristo. Si ignora a Cristo, la Iglesia vive ignorándose a sí misma. Si no lo conoce, no puede conocer lo más esencial y decisivo de su tarea y misión. Pero, para conocer y confesar a Jesucristo, no basta llenar nuestra boca con títulos cristológicos admirables. Es necesario seguirlo de cerca y colaborar con él día a día. Ésta es la principal tarea que hemos de promover en los grupos y comunidades cristianas.

José Antonio Pagola

 ORA EN TU INTERIOR

            La misión de Jesús es anunciar el plan de salvación del Padre para todos. Proclamar la vida que procede de Dios, Inaugurar su reinado. Que todos conozcan a Dios y acepten su señorío. Que todos vivan desde el amor y la entrega. Que el perdón sea una realidad. Que la compasión sea habitual y todos tiendan la mano al prójimo. Evidentemente esto solo es posible desde la experiencia de sentirse amado, elegido y enviado por el mismo Dios.

            Los discípulos continúan su misión con la certeza de la cruz y la entrega. Los cristianos seguimos los pasos de Jesucristo y sabemos que encontraremos dificultades., como las encontró Él. Pero también sabemos que, tras sus pasos, encontraremos el sentido más pleno, el amor más sincero y la vida más entregada. Es la garantía que Él nos da.

ORACIÓN

            Perdóname, Señor Jesús: también hoy he tenido miedo del rechazo y de la burla. No he conseguido seguirte en tu camino y me he rebajado a pactos con los criterios que, en este mundo, permiten estar de la parte de los vencedores. Tú elegiste el amor y fuiste escarnecido, no te creyeron y, por último, te mataron. Nunca dejaste de amar ni de demostrar amor: lo que decías lo ponías en práctica. Fuiste un derrotado para las crónicas mundanas, pero en el silencio de una aurora de primavera, resucitaste de la muerte. El amor, nos dijiste, es la única salvación, y creer en ti derrota todo abuso, todo egoísmo tiránico.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Paxi Velasco FANO.


Imagen para colorear.



martes, 4 de septiembre de 2018

9 DE SEPTIEMBRE: XXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.



"Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos"

9 DE SEPTIEMBRE

DOMINGO XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO (B)

1ª Lectura: Isaías 35,4-7

Los oídos del sordo se abrirán, la lengua del mudo cantará.

Salmo 145: “alaba, alma mía, al Señor”

2ª Lectura: Santiago 2,1-5

¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres para hacerlos herederos del reino?

PALABRA DEL DÍA

Marcos 7,31-37

“Dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar, y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: “Effetá” (esto es, “ábrete”). Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: “Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.

“Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis.
Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos.
Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua.
Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: "Efatá", que significa: "Abrete".
Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente.
Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban
y, en el colmo de la admiración, decían: "Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos".

REFLEXIÓN

"Le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos".

Las escenas de milagros en el Evangelio son extraordinariamente simples, alejadas de todo espectáculo; comprendidas en su profundidad expresan de modo entrañable, incluso emocionante, la extraordinaria aventura del hombre y su relación con Dios.

El enfermo que se acerca a Jesús es siempre representante del dolor y la esperanza de la humanidad entera, es la descripción simbólica de nuestra indigencia. El gesto de Jesús es como un sacramento del amor de Dios que significa la Plenitud que él da, es un signo de la vida que se suscita en el corazón de todos los hombres. Hoy le llevan a Jesús un sordo y mudo. Y Jesús le toca y le cura. Una mirada penetrante sobre la humanidad de todos los tiempos, también la nuestra, descubre, bajo el griterío humano, un conjunto de sordos y mudos; y Jesucristo cura, es decir, abre oídos y desata lenguas, el oído y la lengua del corazón.

Jesús le metió los dedos en los oídos y con saliva le tocó la lengua... y le dijo Effetá (esto es, "ábrete"). Los hombres corremos el peligro de estar cerrados a la verdad; cada uno de nosotros va recorriendo su camino, guiado por sus categorías y no escucha o no atiende a la luz. En medio de este mundo Jesús dice y es la Verdad. Su Palabra, su Vida, su Muerte, hablan, anuncian la Verdad sobre Dios, sobre la Vida, sobre la esperanza, sobre la pobreza, sobre el hombre auténtico. El gesto de Jesús que toca el oído con el dedo es un pequeño signo de toda su persona que anuncia al Dios vivo y habla de la vida humana plena; cuando Jesús toca realmente el oído es cuando dice: "Dichosos los que trabajan por la paz", o "no sólo de pan vive el hombre", o "reunid tesoros que no se echen a perder", o "Dios es como un Padre que acoge al hijo que vuelve". Esta es la verdad sobre Dios y sobre el hombre, que abre el oído y penetra en el corazón hasta suscitar el asentimiento y la entrega.

Cuando el hombre ha experimentado que se le abren los oídos interiores por la experiencia interior de la luz, inmediatamente se le desata la lengua. Deja de hablar de superficialidades, de tonterías, deja de dar importancia a cosas que no la tienen y habla de la Verdad, de la Justicia, de la Paz; habla de la clase de hombre que hay que ser y de Dios que ama; toda su persona anuncia otro mundo. El mismo Jesús dice: "de la abundancia del corazón habla la boca" (Mt. 12,34); cuando el corazón ha comprendido las bienaventuranzas, la cruz o la resurrección, la lengua habla de la alegría del servicio, de la esperanza de la vida.

-"Al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad".
El sordo-mudo es signo, además, de otra realidad: los hombres acostumbramos a vivir encerrados los unos para con los otros, ignorándonos, pasándonos mutuamente de largo; no nos sabemos escuchar y no nos sabemos hablar. En la familia, en el trabajo, entre amigos; con frecuencia damos la sensación de que las palabras, más que comunicarnos, llenan vacíos. La obra de Dios consiste en hacer posible que los hombres salgamos del recinto cerrado de nuestro castillo y nos comuniquemos. Este es el lenguaje del amor entre personas.

 En la segunda lectura el apóstol Santiago nos urge a no hacer diferencia entre los hombres por el hecho de ser pobres o ricos; es un pequeño paso de apertura a cada persona, que no vale precisamente por sus riquezas. Hay que seguir dando pasos en la línea del Espíritu de Jesús; debemos acercarnos a cada uno en lo que tiene de tú personal, en su misterio, en su grandeza y sus esperanzas, sus decepciones, sus quejas, su mediocridad; se trata de saber escuchar a todos. Saber lo que el otro dice con la palabra, con el gesto, con el silencio, incluso con un grito o con una ofensa. Abrir el oído del corazón al otro para llegar a comprenderle, ésta es una delicada manifestación del amor evangélico.

Comunicacion/cerrazon: Y luego saberle hablar. Hablar significa abrir también el propio interior, colocarse al lado como de igual a igual, hacerle partícipe de las propias ilusiones, las propias decepciones, las propias esperanzas, los propios sufrimientos. Esto es hacerse "todo a todos" (1Cor. 9,22). Jesús viene a liberarnos del infierno de la mutua cerrazón, viene a abrirnos unos a otros, a hacer posible un amor humano; que llegue hasta la comunicación, siempre tan difícil, pero el único camino de las relaciones humanas. Saber escuchar cuando hay que escuchar; saber callar cuando hay que callar; saber hablar cuando, como y lo que hay que hablar. Esta nueva humanidad merece las descripciones ilusionadas y poéticas de Isaías: "Han brotado aguas en el desierto, torrentes en la estepa; el páramo será un estanque, lo reseco un manantial; los oídos del sordo se abrirán, la lengua del mudo cantará". En la base está la primera apertura; la apertura del corazón a la Palabra de la Verdad y de la boca al canto, la alabanza y a la acción de gracias.

ENTRA EN TU INTERIOR

CURAR NUESTRA SORDERA

Los profetas de Israel usaban con frecuencia la «sordera» como una metáfora provocativa para hablar de la cerrazón y la resistencia del pueblo a su Dios. Israel «tiene oídos pero no oye» lo que Dios le está diciendo. Por eso, un profeta llama a todos a la conversión con estas palabras: «Sordos, escuchad y oíd».

En este marco, las curaciones de sordos, narradas por los evangelistas, pueden ser leídas como "relatos de conversión" que nos invitan a dejarnos curar por Jesús de sorderas y resistencias que nos impiden escuchar su llamada al seguimiento. En concreto, Marcos ofrece en su relato matices muy sugerentes para trabajar esta conversión en las comunidades cristianas.

El sordo vive ajeno a todos. No parece ser consciente de su estado. No hace nada por acercarse a quien lo puede curar. Por suerte para él, unos amigos se interesan por él y lo llevan hasta Jesús. Así ha de ser la comunidad cristiana: un grupo de hermanos y hermanas que se ayudan mutuamente para vivir en torno a Jesús dejándose curar por él.

La curación de la sordera no es fácil. Jesús toma consigo al enfermo, se retira a un lado y se concentra en él. Es necesario el recogimiento y la relación personal. Necesitamos en nuestros grupos cristianos un clima que permita un contacto más íntimo y vital de los creyentes con Jesús. La fe en Jesucristo nace y crece en esa relación con él.

Jesús trabaja intensamente los oídos y la lengua del enfermo, pero no basta. Es necesario que el sordo colabore. Por eso, Jesús, después de levantar los ojos al cielo, buscando que el Padre se asocie a su trabajo curador, le grita al enfermo la primera palabra que ha de escuchar quien vive sordo a Jesús y a su Evangelio: «Ábrete».

Es urgente que los cristianos escuchemos también hoy esta llamada de Jesús. No son momentos fáciles para su Iglesia. Se nos pide actuar con lucidez y responsabilidad. Sería funesto vivir hoy sordos a su llamada, desoír sus palabras de vida, no escuchar su Buena Noticia, no captar los signos de los tiempos, vivir encerrados en nuestra sordera. La fuerza sanadora de Jesús nos puede curar.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

           El sordomudo que fue curado de manera admirable por el Señor simboliza a todos aquellos hombres que, por gracia divina, merecen ser liberados del pecado provocado por el engaño del diablo, el “príncipe de la mentira”. En efecto, el hombre se volvió sordo a la escucha de la Palabra de vida después de que, hinchado de soberbia, escuchó las palabras mortales de la serpiente dirigidas contra Dios; se volvió mudo para el canto de las alabanzas del Creador desde que se preció de hablar con el seductor.

         Dado que el sordomudo no podía ni reconocer ni orar al salvador, sus amigos le condujeron al Señor y le suplicaron por su salvación. Así debemos conducirnos en la curación espiritual; si alguien no puede ser convertido por la obra de los hombres para la escucha y la profesión de la verdad, que sea llevado ante la presencia de la piedad divina y se pida la ayuda de la mano divina para salvarle. No se retrasa la misericordia del médico celestial si no vacila ni disminuye la intensa súplica de los que oran.

ORACIÓN

           Gloria a ti, Señor, que haces todas las cosas buenas y hermosas. Gloria a ti, que cuidas de todo lo que has creado y das a cada ser la posibilidad de conocer tu belleza y tu bondad.

           Haz que nos sacudamos el sopor de la mediocridad y, prolongando los límites de nuestros deseos, exclusivamente terrenos y materiales, nos atrevamos a probar tu don: la salvación, que es tu misma presencia vivificante.
           
         Haz que descubramos cómo los bienes que nos das se multiplican al compartirlos, sobre todo con quienes se encuentran en condiciones de indigencia, que son muchos.

          Enséñanos que la gratuidad es la verdadera liberación, la verdadera curación de nuestros males. Concédenos  el coraje de pasar por esta experiencia. Tal vez entonces comprenderemos mejor que tú eres el salvador y que nosotros, los bautizados, vivimos la nueva vida que nos has dado.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Paxi Velasco FANO




Imagen para colorear.